gasteiz - Euskadi invertirá este año 1.572 euros por cada ciudadano en salud. La mayoría de vascos no entenderá dónde se destina tanto dinero porque los usuarios desconocen los costes de los procesos e intervenciones en la sanidad pública. Un pequeño apunte. Sólo el precio de la hospitalización representa más de 2.800 euros de media por paciente teniendo en cuenta los 573 euros que cuesta la estancia diaria en el hospital y los 4,68 días de estancia media. A eso hay que añadir los procedimientos, las intervenciones, el material, los fármacos... Además el número de ingresos hospitalarios aumenta cada año y en 2015 se incrementó en más de dos puntos con respecto a 2014, alcanzando los 250.378.

Si existiera una carta de precios en la entrada de cada hospital público, se vería la elevadísima factura del bisturí. Se comprobaría que en el caso de las intervenciones quirúrgicas, los costes se disparan con medias de 6.000. Y Osakidetza realiza más de 323 operaciones de media al día. Los trasplantes de órganos son, de lejos, los procedimientos más costosos. Un trasplante de corazón sale por más de 119.000 euros y uno de hígado está cuantificado en más 102.000. Y estamos hablando sólo de la intervención quirúrgica. En el caso de la leucemia, uno de los tratamientos más habituales en los procesos oncológicos infantiles son los trasplantes de médula ósea. Si se trata de una procedente de un donante, se dispara hasta los 109.166 euros y se valora en menos de la mitad, 52.719 euros, si es un autotrasplante. Estas cantidades descienden de forma considerable en el caso de las intervenciones renales, que suponen casi 39.000 euros.

Según el libro de precios públicos de Osakidetza, la estancia diaria en uno de los grandes hospitales de agudos como Cruces, Basurto, Donostia o el hospital universitario de Araba cuesta más de 573 euros mientras que la habitación en centros como el de Galdakao o el del Alto Deba, considerados en otra escala inferior, sale por 477 euros. Un precio que incluye gastos como la alimentación, la asistencia médica y los cuidados de enfermería, pero no procedimientos quirúrgicos ni pruebas radiológicas. Estas cantidades superan los 1.600 al día si el ingreso se produce en una unidad especial de estos centros.

Un apéndice 4.000, unas cataratas 1.500

El desembolso que suponen las operaciones más frecuentes oscila entre los mil y los 18.000 euros, según la complejidad y las características del procedimiento. Es lo que recoge un listado de tarifas -que recoge más de 800 operaciones distintas- que la sanidad vasca actualiza a principios de año para poder facturar los actos médicos, por ejemplo, a mutuas o compañías de seguros privados, que tienen que sufragar la asistencia por dolencias profesionales y accidentes de trabajo, así como a otras comunidades autónomas a cuyos vecinos atiende. Cada año, las arcas sanitarias ingresan unos veintidós millones procedentes de servicios facturados a aseguradoras, mutuas laborales, ciudadanos extranjeros procedentes de países sin acuerdos sanitarios o sin tarjeta sanitaria.

Una simple extirpación de apéndice puede oscilar entre los 3.045 euros o los 6.000 en función de la complejidad del diagnóstico. La operación más común en los hospitales vascos es la de cataratas que conlleva una factura de entre 993 y 4.194 euros, dependiendo de la gravedad. Entre las operaciones más comunes, y con un mayor coste, se encuentran las relativas al sistema cardíaco. Un bypass coronario ronda los 30.000 euros y otros procedimientos cardiovasculares, los 26.000. Las tarifas, aunque parezcan elevadas llevan, sin embargo, varios años estables.

En las intervenciones efectuadas con el robot Da Vinci por cáncer de próstata o ciertos procedimientos ginecológicos, por ejemplo, el precio se incrementa en 3.133 euros más que con la cirugía convencional. Y es que el robot, que requiere un desembolso de unos dos millones de euros, proporciona una cirugía mínimamente invasiva que reduce el riesgo de infecciones, la pérdida de sangre, el dolor postoperatorio, y disminuye el tiempo de estancia en el hospital.

Consultar al médico o a la enfermera no es gratis

Los pacientes tampoco suelen ser conscientes de que algo tan habitual como visitar al médico o hacerse una radiografía tiene un precio. Nada es gratis, aunque a muchos se lo parezca. Por ejemplo, en lo relativo a los servicios prestados en Atención Primaria, señalar que una consulta médica estándar tiene un valor fijado de 54 euros mientras que una visita médica a domicilio costaría 76 euros. Por contra, la consulta con la enfermera o la cura en el centro de salud está establecida en 24 y la visita o cura de la enfermera a casa en 43. Las urgencias en el PAC se pautan en 73 y las urgencias a domicilio en 103. El importe de la cirugía menor en los ambulatorios es de 113 euros.

Los traslados en ambulancia representan una partida muy cara. El servicio en ambulancia medicalizada, es decir soporte vital avanzado, hasta cien kilómetros tiene un coste de 812 euros. Si excede de ese kilometraje, cada kilómetro extra se abona a 2, 5 euros. La atención y traslado en helicóptero medicalizado se dispara hasta los 6.800.

En cuanto a las pruebas de rehabilitación, las más caras son algunas como la logopedia afasia que sale por 67, el drenaje linfático que supera los 50 euros o cada sesión de fisioterapia por traumatismo craneoencefálico que se sitúa por encima de los cuarenta. Por lo que se refiere a otras pruebas comunes, indicar que una biopsia con aguja supera los 200 euros y una biopsia intestinal cuesta más de 2.000. Una mamografía de los planes de cribado -en 20 años la sanidad vasca ha hecho más de 1,7 millones- sale por 36 euros.

El paciente no debe salir con la factura en la mano

Otros servicios aparentemente menores conllevan un gran gasto. Si analizamos tratamientos comunes como rompernos una pierna, concretamente el fémur, sale por la friolera de más de 6.000, mientras que una rotura de cadera y pelvis suele rondar los 4.500. El análisis de una prueba de alcoholemia son 140 euros y si el test es de drogas sube hasta los 350. Un poco más barato que un estudio para detectar alergias, 433 euros. Y el listado de tarifas suma y sigue. Una sesión de quimio son 688 euros, un tratamiento de inseminación artifical 1.483 euros y una mastectomia varía entre los 5.455 euros hasta los 25.698 euros según la gravedad.

A pesar de que los números se elevan casi hasta el infinito, no está prevista la emisión de facturas a los usuarios, una fórmula que llegó a contemplarse a modo informativo. El Departamento de Salud, cree que el enfermo no debería salir del hospital o del ambulatorio con su factura en la mano, aunque mantiene que es importante que la gente sepa el alto coste del sistema sanitario. “Gestionamos un tercio del presupuesto del Gobierno, sin embargo, entendemos que decirle a cada uno lo que ha costado su tratamiento no es adecuado. No es importante que alguien que necesita un trasplante hepático sepa que su alta médica ha costado 150.000 euros. Además habría mucha gente mayor que lo podría vivir como una amenaza”, se explica.

Sólo si se extendiera un recibo por los servicios prestados, la ciudadanía sabría que cada niño que nace -y en Euskadi son más de 20.000 al año-, supone un coste estimado de 2.900 euros si es un parto natural y de 4.500 euros por una cesárea. Aunque todo sea normal.