La Unión Europea ha empezado a tomar conciencia en los últimos días de que la mayor crisis de refugiados que vive Europa desde la Segunda Guerra Mundial ha llegado para quedarse y que las decisiones de última hora, los parches para ir tirando, esas patadas hacia adelante a las que acostumbran los dirigentes europeos cuando llegan a una encrucijada y no se ponen de acuerdo, ya no bastan. Aun así, las posturas entre los Estados miembros sobre cuál debe ser la respuesta ante el masivo éxodo siguen estando muy alejadas y la división impera entre quienes defienden un plan de reparto con cuotas obligatorias y una distribución justa de los demandantes de asilo y quienes creen que solo servirá de efecto llamada y reivindican un blindaje de las fronteras.
“Europa no tiene derecho a dividirse ante un desafío como este”, recordaba este pasado viernes el jefe de la diplomacia alemana, Frank-Walter Steimeier, a su llegada a una reunión informal de ministros de exteriores que para lo único que ha servido este fin de semana es para escenificar la desunión del club. “Lo que está en juego es el significado de la Unión. Esto nos tiene que ayudar a entender qué queremos decir con Unión Europea”, sostiene la alta representante para la política exterior europea, Federica Mogherini, en la misma línea que su colega de la Comisión el vicepresidente Frans Timmermans. “Nos enfrentamos al momento de la verdad en la historia europea. Podremos tener éxito juntos o podemos fracasar cada uno por nuestro lado, en nuestro país, en nuestras islas”. Porque la elección, añade el presidente italiano Sergio Matarella, no es entre rendirse a la invasión y la supuesta defensa de la Europa fortaleza. “La elección es entre una Europa que decide su propio destino y una Europa que no sabe cómo gestionar un acontecimiento”.
Desde mayo Bruselas presentó en mayo pasado una batería de medidas para responder a la crisis humana en Grecia e Italia que, según ACNUR, han recibido este año 244.000 y 119.000 personas respectivamente. La propuesta estrella era un mecanismo temporal y obligatorio para reubicar a 40.000 personas y aliviar así la presión. Los 28 terminaron, sin embargo, suavizando el plan, eliminando la obligatoriedad de las cuotas, y comprometiéndose únicamente a acoger a 32.000 solicitantes de asilo más otros 20.000 en el marco del programa de reasentamiento de la ONU para personas ya identificadas de los campos del norte de África. Lo que ahora está por ver es si las terribles imágenes de los últimos días sirven para que la nueva propuesta que ultima la Comisión Europea, más ambiciosa y que presentará este miércoles en Estrasburgo su presidente, es capaz de concienciar a los gobiernos de dar un paso adelante.
Desde el Ejecutivo comunitario aseguran ser “optimistas”. Pese a la negativa al sistema de cuotas expresada por países como Hungría, Polonia, República checa o Eslovaquia, creen que la propuesta de elevar en 120.000 el número adicional de refugiados a reubicar tiene más posibilidad de éxito que en julio. Para empezar, porque la situación se ha agravado de forma brutal y las imágenes y las cifras así lo corroboran. En segundo lugar, porque cuentan con el importante espaldarazo de Francia y Alemania. Y, en tercero, porque el mecanismo temporal no se aplicará solo a Grecia e Italia sino también a Hungría, que se ha convertido en la segunda vía de entrada en Europa. Su primer ministro, Viktor Orbán, ha dejado constancia de su rechazo al mecanismo. Cree que es contraproducente y que ejercerá de efecto llamada para todos aquellos desplazados en países como Turquía o Serbia, pero también se ha mostrado dispuesto a estudiar una propuesta si significa desviar de Hungría hacia otros países a más de 50.000 solicitantes de asilo.
Según ACNUR, desde enero hasta ahora han llegado a Europa por mar 366.000 personas (219.000 en 2014) y al menos 2.800 han muerto en el intento, la mayoría cuando trataban de cruzar el Mediterráneo. Países como Alemania estiman que recibirán este año 800.000 solicitudes de asilo y otros como Finlandia, que apenas recibieron 3.600 el año pasado, podrían ver multiplicada la cifra por diez. “Es algo que nos afecta a todos”, recordaba Mogherini insistiendo en que hoy le puede tocar a Hungría pero mañana a cualquier vecino y que es urgente encontrar un terreno común que demuestre que Europa también puede ser solidaria. “Turquía acoge a 2 millones (de sirios), Jordania a 900.000, Líbano a algo más de un millón. No deberíamos olvidarlo. Nuestros ministros se pelean por quien acoge a 60.000”, lamenta.
Además de un mecanismo temporal, Bruselas propondrá un sistema permanente, que se active automáticamente sin que tenga que haber una negociación previa entre los 28, una lista de países seguros cuyos nacionales no podrán pedir asilo político en Europa -se incluirá a los países candidatos de los Balcanes-, más apoyo para países vecinos de Siria y medidas para repatriar con mayor rapidez a aquellos que no consigan estatus de protección y sean considerados inmigrantes económicos. Los 28 discutirán las medidas en el consejo de ministros de interior extraordinario del 14 de septiembre y los líderes de la UE en la cumbre de mediados de octubre. Austria ya ha pedido una reunión de urgencia antes de esa fecha.