esto del whatsapp se ha convertido en un invento que ha revolucionado el sistema de comunicación para el 100% de los menores de 40 años, para alrededor del 75% de los menores de 60 años y en un nada despreciable 35% de nuestros mayores. Todo un nuevo sistema de relación social que a la vez logra acercarnos a los que están lejos y, por desgracia, alejarnos de los que están a nuestro lado.

Es curioso observar cómo grupos de jóvenes (y no tan jóvenes) comparten un mismo espacio físico alrededor de una mesa o tumbados entre tres toallas y cada uno está manteniendo 4 conversaciones distintas con personas que no están físicamente con ellos, mientras que entre ellos no fluye ninguna conversación más allá de “mira esta foto” o “mira este vídeo”. Esa facultad que yo antes pensaba que sólo tenían las mujeres (que sentadas con un café eran capaces de mantener cinco conversaciones a la vez, cuando únicamente estaban cuatro sentadas a la mesa) parece ser que es una capacidad innata del ser humano, el Whatsapp así lo ha sacado a relucir.

Hoy mantener una conversación tradicional mirando a los ojos de nuestro interlocutor está pasando a mejor vida, para ser sustituida por conversaciones on line con amigos o conocidos que se presentan con una foto más o menos lograda y que se cambia cada poco tiempo buscando, eso sí, la creatividad (en esto de la “creatividad” se ha ganado y bastante, sobre todo en la invención de nuevas palabras).

Tampoco puedo pasar por alto los problemas familiares añadidos que este fenómeno arrastra consigo, eso de estar en familia, comiendo o cenando, y tener tres móviles haciendo ruiditos y todos queriendo saber la última ocurrencia que alguien ha escrito, genera una ansiedad y unas situaciones difíciles de torear. Lo de “comiendo no se coge el móvil”, o “¿es que no puedes esperar a terminar de cenar??” ha sustituido a aquello que nuestros padres, hoy aitites, nos decían cuando hablábamos por el teléfono fijo “¡pero si acabas de estar con tu amiga y ya estás hablando por teléfono con ella otra vez!” o aquello de “cuelga ya, que es conferencia?”.

Hoy la velocidad de comunicación es brutal, las posibilidades de quedar o hacer planes, se ha simplificado una barbaridad, los grupos de chat crecen y las fotos y comentarios se comparten continuamente. No parece haber límite, salvo las líneas rojas que cada uno se ponga, lo cual no deja de ser delicado a la vez que una verdadera droga para el que le gusta cuchichear o saber, sobre todo las miserias de los demás.

Y qué decir de los cumpleaños? aquellos fenómenos y fenómenas que se acordaban de todos los cumples, ahora son los primeros en felicitar al susodicho, y luego les seguimos todos los demás intentando, eso sí, ser lo más creativos posible en eso del mensaje de la felicitación. Si te suena el móvil con mensajitos pronto por la mañana y de forma continuada: cumpleaños de alguien a la vista. Una gozada para los despistados como yo que aquí sí que hemos ganado. Problema gordo es quedarse hoy sin batería, parece que se te cae el mundo. Y que no se te olvide cargarlo por la noche que te puede pasar lo que a mí a principios de semana: cumpleaños de tres amigos y cuando cargué el móvil me aparecieron 418 mensajes no leídos, lo cual supone, estando despierto 16 horas al día, una media de lectura de 26 mensajes a la hora? esto no puede ser sano. Por cierto, hoy cumple años un gran amigo y lector de esta columna, desde aquí un papelWhasapp zorionil enorme, disfruta del día y de los más de 418 Whasapps que seguro recibas, entre ellos también el mío. ZORIONAK !!