Han pasado diez años desde que Elena Mateo e Inma Subiés, socias y amigas y ambas con marcado perfil profesional de gestión administrativa, aparcaron sus respectivas actividades laborales para unir fuerzas y poner en marcha en Pamplona la empresa Reduce, dedicada a la destrucción confidencial in situ de documentos, tanto en formato papel como en soporte informático. “Inicialmente nuestro proyecto Servise consistió en la digitalización y seguridad de documentos. Sin embargo, nada más empezar a trabajar nos dimos cuenta de que no sabíamos qué hacer con el papel que los clientes nos mandaban digitalizar, precisamente porque querían deshacerse de los documentos, muchos de los cuales contenían datos importantes de empresas y de carácter personal”, explica a DNA, Elena Mateo. Entonces se toparon con la Ley de Protección de Datos “que en 2005 estaba dando también sus primeros pasos” y que les sirvió de acicate para poner en marcha Reduce, “porque pensamos que el mismo problema que teníamos nosotros para eliminar el papel, que no podíamos tirar a la basura por contener información confidencial, lo tendrían otras empresas. Creímos y acertamos que había un espacio para Reduce”, añade la emprendedora navarra.

pioneras en el estado Reduce fue la primera firma en Euskadi y en el Estado dedicada a destruir “papeles sensibles” a la vista del cliente. “Nuestros camiones acuden con la trituradora en su interior a la dirección del cliente que solicita nuestros servicios; ellos pueden ver cómo se destruyen sus documentos desde la puerta de su establecimiento si se trata de un pequeño establecimiento; si es una empresa de gran envergadura pueden venir a nuestra planta, donde están las puertas abiertas para que sean testigos de cómo se “trituran” sus documentos.

Antes de que Reduce y otras empesas similares iniciaran su andadura, al hacer limpieza de sus archivos las empresas recurrían a los gestores de residuos. “Ellos no destruyen el papel, lo que hacen es acumularlo para venderlo a las papeleras”. ¿Qué hacen ustedes? “Nosotras realizamos todo el proceso: trituramos el papel y luego lo llevamos a los gestores de residuos para que lo reciclen y lo canalicen correctamente”, explica Mateo.

De hecho, la firma ha trasladado recientemente su sede y lo ha hecho a las instalaciones de un gestor de residuos, Bidasoa Ecogestión, que tiene su sede central en Irún. “Nosotras tenemos una zona confidencial, pero nos viene muy bien las sinergías que mantenemos; al final el papel acaba en el mismo sitio, pero bien tratado”, añade, mientras se refiere a la evolución de la Ley de Protección de Datos. “En 2010 salió la ley europea para la destrucción confidencial de documentos; esta norma habla ya de niveles de eliminación dependiendo de la seguridad que se precise y del material que vayas a triturar, lo que tienes que hacer según un tamaño u otro para que lo que hayas eliminado sea del todo ilegible y no se pueda recomponer”.

Elena Mateo e Inma Subiés estuvieron con AENOR en el Comité de evaluación para desarrollar la norma y poder certificar esos procesos. “La norma hace una trazabilidad desde que firmas el contrato con el cliente y marca los pasos a seguir hasta la trituración y el posterior reciclaje”.

Las emprendedoras navarras tampoco se han salvado de los rigores de la crisis. Hasta 2013 la línea de resultados fue ascendente. Pero ese año su facturación bajo en un 30% y en 2014 aún perdieron un poco más, pero han sido de las pocas que han logrado mantenerse en el mercado. “Ahora parece que empieza a haber un poco más de movimiento, pero sin echar cohetes”, dice sonriente Elena Mateo. A pesar de todo, las empresarias navarras inauguraron el pasado año una pequeña planta en San Sebastián para facilitar el servicio en ese territorio. ¿Su próximo reto? “Extender su área de actuación que actualmente se centra en el País Vasco, Nafarroa, La Rioja; nos gustaría ser referentes en toda la Cornisa Cantábrica”.

La filosofía de Reduce, que emplea seis personas, no es “vender por vender. Buscamos la mejor solución para el cliente. Vendemos transparencia”, asegura Elena Mateo, quien tiene muy presente la responsabilidad social corporativa. “Uno de nuestros retos inmediatos es crear una Asociación sin ánimo de lucro para la inserción de personas con discapacidad”, sentencia.