Bilbao - Desde enero es el nuevo rector de Mondragon Unibertsitatea (MU) tras los ocho años de Iosu Zabala en el cargo. ¿Cómo está siendo la toma de contacto?
-Creo que estamos llevando el proceso de sustitución de forma muy natural porque los ocho últimos años he estado en el Consejo de Dirección de la universidad, además de dirigir la Escuela Politécnica, por lo que he trabajado codo con codo con Iosu Zabala en la mayoría de los proyectos importantes de la universidad. Por eso lo estoy llevando de una manera natural, sencilla, poco a poco, conociendo las necesidades de este nuevo puesto.
Un cambio de trastos sin traumas...
-Eso es. Las cosas no se cambian de un día para otro, las cosas se planifican, y tres meses antes de que Iosu dejara el cargo nos pusimos a trabajar juntos y pude compartir las labores de rector desde la segunda fila.
¿Qué objetivos plantea para MU?
-Las estrategias en las que vamos a avanzar no son cosas que decida una persona, sino que se deciden en la universidad. Hoy en día está en vigor el Plan Estratégico que aprobamos en 2013 que culmina en 2016, y que pasa por impulsar nuestro modelo educativo, la internacionalización, el impulso a la empleabilidad de nuestros egresados, apoyar a las empresas en su transformación tecnológico-empresarial, etc. Mi labor es seguir impulsando ese Plan y después trabajar con el equipo para definir los nuevos retos a medio plazo.
¿Y a corto?
-Seguir impulsando las acciones recogidas en el Plan y seguir la actividad de los dos nuevos campus. El primero fue la facultad de Gastronomía, el Basque Culinary Center (BCC), campus del que este año saldrá la primera promoción. Hace dos años abrimos otro en Aritxabaleta con la facultad de Humanidades en el ámbito audiovisual y la comunicación. Y el año pasado se abrieron dos nuevos campus; uno de la Escuela Politécnica de Donostialdea dentro del proyecto Orona Idea; y otro en Bilbao, de la mano de la facultad de Empresariales, cuyo objetivo es albergar actividades de todas las facultades de la universidad.
Ha mencionado la internacionalización y el Basque Culinary Center que, sin duda, ha colocado a Mondragon Unibertsitatea en el mapa. ¿Cree que el BCC está suficientemente bien identificado con MU?
-El Basque Culinary Center es la cuarta facultad de MU, la de Gastronomía. En la sociedad, si preguntásemos a los jóvenes, es probable que no se establezca ese vínculo con MU. Pero lo que está claro es que MU es el impulsor y el alma del proyecto del BCC, un proyecto que ha tenido mucho éxito pero que aún necesita cierto rodaje.
Rector, pero también uno de los investigadores más solventes de la institución. ¿Desde su punto de vista, cómo es el nivel de la investigación en MU?
-MU tiene un modelo de investigación colaborativa, en el que tenemos que guardar un equilibrio entre la generación de conocimiento y su transferencia a las empresas. Por tanto, para nosotros es importantísimo contar con las empresas, conocer cuáles van a ser sus necesidades a medio y largo plazo de tal manera que podamos generar ese conocimiento y, quizá algo más importante aún, formar capital humano que sea capaz de transferir ese conocimiento a las empresas para que puedan ser competitivas a nivel mundial.
La crisis ha retraído la inversión privada de las empresas en investigación e I+D en Euskadi. ¿Les ha afectado de alguna manera?
-Yo diría que las empresas sí apuestan por la investigación y que cada día tienen más claro que para competir en el mundo tienen que ofrecer productos y servicios de valor añadido. Eso les obliga a estar al día en qué está pasando, cuáles son los adelantos tecnológicos, qué nuevos conocimientos deben incorporar a su trabajo para competir. Cuando una universidad les ayuda y les transfiere ese conocimiento que precisan, las empresas no tienen ningún problema en invertir en investigación. Le voy a dar un dato, el 65% de la investigación realizada el último curso por la escuela de Ingeniería ha sido financiada con recursos privados. Lo que una empresa no hace es financiar una investigación de la cual luego no obtiene resultados o no es capaz de trasladarlos a la economía real. La crisis lo que sí ha hecho ha sido reducir la aportación de las administraciones, fundamentalmente de la Administración central, a la investigación. Y esto ha provocado que aquellas empresas que apuestan por la investigación hayan invertido más en aquellas universidades que tienen ese modelo de investigación colaborativa.
Una de las señas que distingue a MU respecto a la UPV/EHU o Deusto es, precisamente, su estrecha relación con el tejido económico. ¿En qué se nota?
-En lo primero que se nota es en nuestros estudios. Nuestra filosofía nos hace conocer la realidad y las necesidades de las empresas, lo que nos permite actualizar los planes de estudio. Esta estrecha relación con las empresas permite que nuestros estudiantes, a lo largo de su carrera, puedan realizar prácticas reales. Además, nuestro modelo educativo contempla que los estudiantes de último año realicen un proyecto fin de carrera en la empresa, lo que les permite integrarse en ella más fácilmente. Esta es una de las vías más importantes de su inserción laboral.
¿Cuál es la tasa de empleabilidad de sus egresados?
-El último dato del que disponemos es de diciembre de 2013, que fue un año muy duro. La tasa que manejamos está por encima del 90% en ingenierías superiores, licenciaturas y másteres. No es la misma situación en grado, creo que la tasa es 5 o 6 puntos menor. En cualquier caso, una mayor formación da un acceso más directo al empleo. Y nuestra relación con las empresas permite que casi un tercio de nuestros estudiantes consigan empleo a través de las prácticas o a través del proyecto de fin de grado.
¿La crisis y la quiebra de Fagor electrodomésticos ha afectado a sus matrículas?
-La postura de Mondragon fue hacer una apuesta por mejorar nuestra situación antes de entrar en la crisis. Esa apuesta fue abrir nuevas titulaciones en el ámbito de la energía, la ingeniería, el medio ambiente, el emprendimiento (Lein), gastronomía ... pensando que serían importantes en el desarrollo de la economía del país. Y esta apuesta nos ha permitido aumentar las matriculas, este curso hemos incrementado un 6% el número de estudiantes. La apuesta que hicimos en 2007, cuando empezamos a ver que venía la crisis, nos ha preparado para estar ahora más fuertes. Además, la crisis ha provocado que los estudiantes miren un poco más la empleabilidad y hagan un mayor equilibrio entre vocación y empleabilidad, lo que nos ha traído más estudiantes.
¿Qué opina de los grados de tres años que propone el ministro Wert?
-No creo sea el momento para la reforma. La estructura de los estudios universitarios tiene que tener cierta estabilidad, no podemos estar cambiando cada cinco años. En nuestro caso ya han salido varias promociones Bolonia y este año saldrá el resto. Creo que lo primero que deberíamos hacer antes de cambiar nada es realizar una evaluación pausada de los grados de cuatro años.
¿Cómo ha funcionado la primera promoción Bolonia de MU?
-La evaluación de quienes entraron en 2008 es muy positiva, por lo tanto, nos parece aceptable la estructura de cuatro años para los grados. Eso no quita para que la universidad tenga que estar innovando y renovándose o que no haya que analizar a futuro si la estructura es buena o mala. Pero un eventual cambio tiene que ser el resultado de un proceso realizado con calma, tras analizar de forma tranquila cuáles son los resultados del actual mapa de titulaciones.
¿Se debería consensuar a nivel de Euskadi una estructura común para evitar que convivan grados de tres y cuatro años de una misma especialidad, o cada una de las tres universidades vascas debería actuar por libre en base a su autonomía?
-Creo que, no solo a nivel de Euskadi, todas las universidades tenemos que mirar por el bien de nuestros estudiantes y nuestra sociedad. Habría que diseñar planes de estudios que tengan coherencia, se estudie en Arrasate o en Cantabria; de lo contrario confundiríamos a la gente. No obstante considero que, en esa línea, nos pondremos de acuerdo la mayoría de las universidades de Euskadi y de España.
Catalunya o Cantabria están dispuestas a ofrecer ya grados de tres años.
-Su desmarque es previo a la aprobación del decreto. De todas maneras, no creo que veamos antes de 2017 muchas carreras de tres años, ni en Catalunya. Y es que el proceso de elaboración y acreditación de una titulación por parte de la ANECA es largo. Es posible que saquen títulos nuevos que no existen con formato de tres años, pero creo que reformarán pocos de los existentes a tres años.
Usted representa la savia nueva para la universidad, ¿cuál es su receta?
-Lo importante es que todos tengamos en cuenta que la universidad tiene que ser el agente que impulse la economía del país. ¿Cómo? Generando conocimiento pero, sobre todo, sabiendo que los jóvenes que formamos serán los encargados de transferir ese conocimiento porque van a ser ellos los que van a liderar nuestro país.