BILBAO. Dicha detección temprana es posible por los avances en la confirmación diagnóstica y en el tratamiento, y también por los programas de cribado, como el que se practica en el País Vasco desde 1995.

La responsable de este programa, Garbiñe Sarriugarte, ha participado hoy en el I Encuentro Bilbaopraxis Cáncer, que se celebra desde ayer en la capital vizcaina, con una intervención en la que ha destacado que el descenso de la mortalidad en ese tipo de cáncer se mantiene en las últimas dos décadas y se debe también a la detección precoz y a la existencia de tratamientos más eficaces.

Ha destacado, en un comunicado, que el cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente entre las mujeres de Euskadi y que sus causas se ignoran, a excepción de un 5-10 por ciento de origen genético.

Por ello, ha considerado "imprescindible" hacer hincapié en la detección precoz y ha indicado que desde que se puso en marcha hace veinte años se han llevado a cabo más de dos millones de citaciones; más de un millón y medio de mamografías; 145.000 pruebas complementarias radiológicas; 17.000 derivaciones para confirmación diagnóstica, y se han detectado 7.036 cánceres.

En un principio este programa se dirigió a mujeres de 50 a 64 años, con una población diana de 187.000 mujeres, que en la actualidad es de 300.000 tras ampliarse hasta los 69 años en 2006, y a mujeres de entre 40 y 49 años con antecedentes familiares en 2011.

El número de participantes -más del 80 por ciento de la población femenina- sitúa a Euskadi por encima de los estándares de las Guías Europeas de Calidad, fijados en un 70-75 por ciento de participación.

Sarriugarte también ha resaltado la importancia de los avances tecnológicos en el tratamiento, ya que las biopsias quirúrgicas han sido sustituidas en gran parte por las mamografías digitales, la mamotomía y las biopsias de aguja gruesa.

También se ha incorporado la técnica del ganglio centinela, para conocer si la enfermedad se ha extendido a los ganglios de la axila y evitar así la intervención quirúrgica en esa área y sus posteriores complicaciones.

Otra contribución a la mejora en la calidad de vida de las pacientes es la introducción de los test genéticos, que permiten identificar de forma individual los beneficios de aplicar o no la quimioterapia.