vitoria - Euskadi envejece a un ritmo galopante, mucho más rápido que el viejo continente. El 20,2% de la población vasca tiene 65 años o más y supera en dos puntos la media de europeos de más edad. Al mismo tiempo la esperanza de vida de la mujer en el País Vasco es de 85,4 años, casi seis años más que los hombres (78,9 años) y se sitúa entre las más elevadas de Europa. Con este retrato robot del paisanaje vasco, las instituciones trabajan hace ya tiempo para atender a los mayores con un enfoque integral, no solo desde el punto de vista estrictamente sanitario.

A partir de enero se dará un paso de gigante para que las personas de más edad reciban una mejor atención ya que las residencias podrán acceder a todos los datos de salud de sus ingresados. Esta historia clínica electrónica facilitará el trabajo de los profesionales y la gestión de los servicios porque detalla el itinerario de los pacientes y el conjunto de actuaciones, decisiones y actividades que se encadenan de forma secuencial frente a cualquier problema.

Iñaki Artaza, presidente de la Sociedad de Geriatría de Euskadi, cree que es fundamental contar con esta historia clínica compartida. “Me parece vital porque las personas no somos compartimentos estanco. Yo soy la misma persona esté ingresada en el hospital de Basurto que en la residencia de Orue en Amorebieta o en la residencia Unbe. Mi historial clínico debe poderse compartir y si una persona de una residencia va al hospital allí deben saber lo que le hemos estado haciendo en el centro sociosanitario y viceversa”, aclara.

Vivimos más años pero no mejor Y es que habida cuenta de que cada vez vivimos más años pero cada vez vivimos más años en situaciones de discapacidad o de dependencia, el paso por un centro residencial parece, en muchos casos, inevitable. La residencia Birjinetxe de Txurdinaga, de la Diputación Foral de Bizkaia, ha sido uno de los primeros centros en aplicar el protocolo para compartir la historia clínica entre Osakidetza y los servicios residenciales. Birjinetxe atiende a las personas con necesidades sociosanitarias temporales que no puedan ser cubiertas a través de servicios residenciales ordinarios. Es decir su objetivo son aquellos usuarios que necesitan cuidados al final de la vida y personas en recuperación de un proceso agudo o convalecencia.

Esta atención integrada es el resultado de unir fuerzas y dar respuesta a las realidades y cambios sociales que actúan como determinantes de salud, “lo que exige acabar con la fragmentación en este ámbito a través de un enfoque global, centrado en las necesidades de las personas y su calidad de vida, más allá de lo puramente sanitario”, según ilustra reiteradamente el consejero de Salud, Jon Darpón.

Según explica Iñaki Artaza, “desde 2007 hay unidades residenciales sociosanitarias a las que nos llegan pacientes desde los hospitales para rehabilitar o incluso para morir. A veces nos llega un paciente por la tarde y no tenemos acceso a lo que tomaba ese paciente antes. Si tenemos la misma historia, en ella figura lo que se le ha prescrito, todo queda registrado, y también cuando salga dado de alta de nuestra unidad quedará apuntado todo lo que le hemos hecho. Es fundamental para nosotros y para los médicos de Atención Primaria o de los hospitales”, pone de manifiesto.

Pero el programa no solo se remite a ver el recorrido del paciente sino que además permitirá expender recetas electrónicas. “Y así no vamos a tener que seguir andando con las recetas antiguas, en papel. Eso nos va a facilitar el trabajo”, destaca Artaza reivindicando el papel de los geriatras. “Los geriatras todavía seguimos sin estar en la red de Osakidetza, pero yo creo que con un 20% de población mayor de 65 años tenemos mucho que decir”, reivindica con contundencia.Según las líneas estratégicas sociosanitarias, presentadas en octubre ante la Comisión de Salud del Parlamento Vasco, “esto no es una elección, sino una realidad para poder avanzar en términos de equidad y en beneficio de los colectivos más frágiles”. Integran estos colectivos personas con trastorno mental, personas en situación de dependencia, personas con discapacidad, personas en situación o riesgo de exclusión o desprotección, niños y niñas con necesidades especiales y personas con enfermedades poco frecuentes, entre otras.

Este nuevo modelo de atención al que están encaminando sus actuaciones las instituciones vascas está basado en la coordinación de los servicios sanitarios y sociales. Para Artaza, se están dando grandes pasos en el País Vasco respecto a la transversalidad.

“Obviamente, en un momento en el que hay menos recursos, tanto públicos como en las propias familias, tenemos que ser capaces de encontrar nuevas fórmulas para garantizar el correcto cuidado de los mayores”, apunta el presidente de los geriatras vascos.

Vejez y cambios sociales Los cambios sociales están siendo drásticos. Por ejemplo se está registrando un constante incremento en la esperanza de vida. Pero, sin embargo, los estudios concluyen que en los últimos 10 años de vida de las personas se presenta un determinado grado de dependencia y además aparecen patologías de carácter crónico. “Las residencias acogen actualmente aproximadamente al 4% de las personas en situación de dependencia. Es verdad que la gente quiere vivir en sus casas y en su entorno hasta el final de sus días. Sin embargo, todos no lo van a poder hacer y los que ingresan en los centros van a ingresar muy malitos desde el punto de vista funcional, cognitivo y con un montón de enfermedades”, describe Artaza.

El nuevo modelo sociodemográfico no solo se refleja en la pirámide poblacional, también en el modelo de familia tradicional que está dando la vuelta como un calcetín. Cada vez se tienen menos hijos, hay más hogares compuestos por personas de edad avanzada, familias monoparentales, familias unipersonales, mayor dispersión geográfica de los familiares y, sobre todo, incorporación de la mujer al mundo laboral. Todo ello implica que el anciano quede relegado.

Los modos de vida también han evolucionado hacia nuevas escalas de valores y responsabilidades personales, provocando que, en demasiadas ocasiones, se deje en último lugar a los más mayores. Por eso las residencias se han erigido como un lugar donde el mayor pueda estar bien tratado y atendido.

En enero, la historia clínica electrónica compartida echará a andar aunque con cierto retraso. “No sé por qué no se ha hecho antes. No soy informático, soy médico, pero creo que era más bien un problema de confianza en la otra institución, en la medida que nos vamos conociendo, en la medida que el espacio sociosanitario se amplia y ponemos cara a los que estamos en un lado y en el otro, las desconfianzas desaparecen y el camino a recorrer es más fácil. Pero detrás hay una labor de muchos años y de mucha gente que hemos demostrado que lo que hacemos en los centros sociosanitarios es importante”, destaca Artaza.

Más viejos que jóvenes. Las personas mayores de 65 años (19,54%) superan a las jóvenes con 17 años o menos (16,11%) y el número de defunciones es ya superior al de nacimientos.

Familias sin hijos. Las estructuras familiares han cambiado e indican que cada vez hay más familias sin hijos y una tendencia imparable a hogares de personas mayores que viven solas.

Mortalidad la tasa está por debajo de la europea

Una de las razones del progresivo envejecimiento de la población es la baja tasa de natalidad y también de mortalidad, que asciende en Euskadi a 8,69 personas por cada 1.000 habitantes, por debajo de la media europea.

La esperanza de vida de las vascas asciende a 85,4 años, frente a los 78,9 años de los hombres, y es por tanto una de las más altas.

18%

Euskadi envejece más rápido que Europa. Los mayores vascos representan el 20,2% de la población, cuando la media europea se sitúa en el 18,2%.