sangüesa/Zangoza - Ningún discurso de los que ayer se oyeron en el patio de la ikastola habría sido posible sin la ilusión y el esfuerzo de las primeras familias que construyeron el sueño de tener una ikastola en Sangüesa con esfuerzo y tesón. Había que elegir a una, y no lo dudaron: la familia Itoiz-Sanz, Fernando y Marisa, su hija Leire, Jorge, y sus nietos, Arrate y Beñat representaron ayer el pasado, presente y futuro de Zangozako Ikastola. Tres generaciones para tres tiempos diferentes con un mismo objetivo: la defensa del euskera.
Marisa, madre y abuela, fue trabajadora de la ikastola, en la cocina, “y nos dio de comer a muchos alumnos, incluso en su casa”, subrayó la directora, Leire Rebolé. Tal fue el compromiso de esta mujer, que alimentó el proyecto no solo con sus comidas, sino también con su ilusión y ganas. Vinculados al centro, a la lengua y la cultura vasca , su marido, Fernando Itoiz, hizo sonar el txistu ayer en el acto de inauguración, instrumento que le ha acompañado en su vida. Por su entrega y sencillez, y su presencia, sin palabra alguna, se llevó tal vez el aplauso más largo y la ovación más sincera. Juntos construyeron y dieron continuidad al sueño del Rincón del Carmen.
Este fue uno de los momentos más emotivos del inicio, que se reflejó en el semblante de exalumnos de Sangüesa y comarca, y de sus madres, que supieron del buen hacer de Marisa, y que ayer le rodearon para felicitarle. Después de cortar la cinta, vino la lluvia de aplausos, en un día muy especial para la familia, se reunían tres generaciones y mucha emotividad. - M.Z.E