Hoy que el término joven se ha extendido hasta casi los 45 años -hasta mi amama, que tiene unos saludables 105 años, llama jovencitas a sus amigas que rondan los 95- nos encontramos con una nueva generación de jóvenes, comprometidos con su sociedad, que atesoran una enorme experiencia y que marcarán el nuevo rumbo de un partido centenario como el PNV en los próximos años.
En todo tipo de organizaciones sociales, desde las empresas, pasando por las asociaciones y llegando a las estructuras de los partidos, el éxito y la continuidad están en saber hacer los relevos generacionales. No es fácil, ya que siempre nos vemos lo suficientemente jóvenes y ágiles para continuar en nuestro camino sin dar el relevo a nadie. Pero al igual que una ola cuando llega a la orilla se luce rompiendo en su punto más álgido, para a renglón seguido aplanar el agua y así la ola siguiente también pueda lucirse, el PNV ha sabido durante sus 119 años dar ese relevo a sus jóvenes consiguiendo siempre nueva fuerza y renovar la ilusión.
Unai Rementería, Gorka Urtaran, Imanol Pradales, Eneko Goia, Ana Otadui o Ibon Uribe son claros ejemplos de una generación -la de la década de los 70- que con una increíble experiencia adquirida en estos sus pocos años, irrumpen con la fuerza de una ola fresca.
Hoy que parece fácil vivir de la política, no es tan fácil ser político. La mala imagen que la política arrastra, el que la gente te mire o te pare por la calle incluso cuando se pasea con la pareja y niños, la asunción de que no hay horarios de trabajo ni de llegada a casa, el que los fines de semana sea cuando más se trabaja y que el teléfono puede sonar las 24 horas del día con un cualquier marrón increíble, es una tensión difícil de asumir. Sin embargo, esta nueva generación comprometida y con experiencia, da un paso adelante colocándose en primera línea política.
Siempre recordaré que asistí de jovencito -cada día me parezco más a un abuelo cebolleta- a la despedida por jubilación de Jesús Insausti Uzturre, que estaba acompañado por Xabier Arzalluz. Uzturre, un siempre espíritu joven, menos cuando hacía viento sur, hablaba de la importancia de las renovaciones para que las organizaciones pudieran refrescarse y mejorar. Sin embargo, Arzalluz hizo hincapié en algo que entonces no entendí pero que con el paso de los años he comprendido. Él dijo que la verdadera grandeza de las personas se mide por la capacidad que tienen a la hora de relevo y saberse retirar del puesto.
Espero recordar aquellas palabras de Arzalluz en el futuro para saber retirarme a tiempo y seguir el ejemplo de José Luis Bilbao, como extraordinario modelo de saber entregar el bastón de mando, aquí decimos makila.
El partido vasco más viejo con los candidatos más jóvenes. Katea ez da eten, llega la generación de los años 70, los primeros que desayunaron copos de cereales y leyeron aquello de la dictadura sin haberla vivido con consciencia. Preparación, experiencia y compromiso atesoran estos jóvenes que están llamados a trabajar por Euskadi y su sociedad en esta primera mitad del siglo XXI. Ongi etorriak!