donostia - Una delegación del Gobierno Vasco acudió la pasada semana a la cumbre internacional sobre Cambio Climático que tuvo lugar en Nueva York. Pero, ¿qué papel juega a nivel mundial un territorio tan pequeño como la CAV? ¿Cómo le afecta a Euskadi el efecto invernadero y cómo se gestiona la reducción de emisiones? ¿Somos cumplidores los vascos en esta materia? ¿Cuánto emitimos? ¿Desaparecerá La Concha en un futuro si continúan derritiéndose los casquetes polares? ¿Podemos hacer algo para evitarlo o lo decidirán los grandes países?
Amaia Barredo, directora de Medio Natural y Planificación Ambiental del Gobierno Vasco, arroja algunas claves sobre el futuro a un año vista de que las grandes potencias mundiales decidan, en 2015, qué compromisos asumen los gobiernos respecto a la reducción de emisiones para los próximos años. Un nuevo Kioto para salvar el planeta.
¿Es cierto que a menos que se reduzcan las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) entre un 40 y un 70% de 2010 a 2050, las temperaturas ascenderán por encima de los dos grados centígrados a final de este siglo?
- Incluso puede ser mayor. Es algo que preocupa mucho a la sailburu Ana Oregi y a todo nuestro equipo. De los escenarios resumidos que maneja el IPCC (Panel Intergubernamental de la ONU sobre Cambio Climático), los escenarios medios-inferiores en emisiones son los que cifran incrementos del orden de 2ºC. Sin embargo, también se barajan escenarios de 4 y 5 grados de cara a 2100; por eso es necesario actuar de forma decisiva y cuanto antes.
¿Puede definir un escenario para poder visualizarlo mejor?
- En la situación actual, ya se ha incrementado la temperatura media en 0,7 grados. Estamos observando variaciones en el clima, y a medida que pasa el tiempo aumentan no sólo las variaciones, sino la velocidad a la que aumentan estas. Las cifras de incremento de temperatura que se manejan (por ejemplo los 2ºC), suelen referirse al año 2100, por lo que a medida que nos acerquemos a final de siglo, veremos con mayor certeza los cambios producidos; tanto en fenómenos fácilmente medibles como el nivel del mar, como en otros probabilísticos como el número de fenómenos extremos. También serán más visibles estos efectos sobre los ecosistemas, la producción agrícola y las personas.
Mitos y realidades. ¿Cuánto subirá el nivel del mar? ¿Desaparecerá la playa de La Concha?
- El nivel del mar ya ha subido una media de 19 centímetros, y los estudios realizados en el Cantábrico son consistentes con aumentos de este orden. Los escenarios medios prevén una subida del nivel del mar de medio metro más a 2100. Cómo afectará a las diferentes playas y ecosistemas, dependerá de las condiciones de cada una, ya que las playas son sistemas en equilibrio dinámico entre la arena que se ve en la playa, la que se almacena bajo el mar, y los sistemas dunares.
¿Pero es irreversible el daño causado al planeta en lo que atañe al cambio climático?
- El ser humano ya ha producido cambios irreversibles. Hay especies que han desaparecido por completo, y otras que difícilmente podrán recuperar sus hábitats mientras los humanos sigamos en él, al menos en el número y modo de vida que tenemos actualmente. La cuestión no es si se podrán revertir los cambios a largo plazo, sino cómo de desastrosas serán las consecuencias del cambio climático. Es en este sentido en el que los científicos han llegado al consenso de que es necesario contener la subida de la temperatura en torno a los dos grados centígrados.
¿Y qué papel juega la CAV en este juego geostratégico mundial?
-El plano regional y local son fundamentales en relación con el cambio climático. Por un lado, en cuanto a la mitigación, ya que aspectos como la planificación territorial, los modelos de transporte, o el propio modelo de sociedad que estemos desarrollando tienen una incidencia sobre las emisiones a largo plazo. Además, somos los gobiernos regionales y locales quienes proporcionamos servicios básicos a la ciudadanía, cuya conducta y concienciación tienen gran incidencia sobre estos temas. Por otro lado, la adaptación al cambio climático tiene a menudo un aspecto local, analizando los impactos que se producirán por el cambio climático y aplicando medidas para minimizar la vulnerabilidad frente a éstos. Además, las decisiones que se tomen en estos ámbitos tendrán una trascendencia directa sobre nuestra ciudadanía y sobre nuestras empresas.
¿Y los vascos somos cumplidores con los deberes marcados?
- El País Vasco, a través del Plan Vasco de Lucha contra el Cambio Climático, estableció unos objetivos voluntarios para el periodo objetivo del protocolo de Kioto (2008-2012), más ambiciosos que los objetivos del Gobierno de España. Así, para España se había establecido un compromiso de no superar las emisiones en un 15% sobre el año base (1990). Para el País Vasco, en cambio, se estableció por un lado no superar las emisiones en más de un 14%; y por otro lado un aumento de sumideros de un 1% (depósitos naturales o artificiales como océanos y bosques, que absorben el carbono de la atmósfera y contribuyen a reducir la cantidad de CO2 del aire). Ambos objetivos se han superado con éxito, siendo las emisiones sólo un 4% sobre el año base (con un aumento del PIB del orden del 70%) y un aumento de absorción de sumideros del 1%. Superado ya el periodo de Kioto, ahora el País Vasco está definiendo cuál debe ser la nueva “estrategia de Cambio Climático 2030”, teniendo en consideración el nuevo marco internacional que se está gestando. Esta estrategia tiene prevista su finalización en mayo de 2015.
¿Y cuánto emitimos ahora mismo?
- La emisión de Gases de Efecto Invernadero se halla en torno a 20 millones de toneladas, y la emisión del último año disponible (2012) fue un 1% inferior a la del año base, 1990. La evolución histórica marca tres periodos diferenciados: hasta el año 2000 un periodo de fuerte incremento de emisiones, hasta el 25%; otro periodo, hasta 2008, en el que a pesar del crecimiento económico se produce una ligera disminución de emisiones; y un tercer periodo de disminución de éstas a partir de 2008. Para el corto plazo se espera una mayor disminución de las emisiones de GEI, a las mejoras en eficiencia han de añadirse los cambios de estructura energética que se están produciendo, de incremento de renovables, cambio de generación mediante carbón por gas etcétera; y sin olvidar las políticas de reducción de residuos y la mejora de gestión de éstos, por ejemplo.
¿Y a largo plazo?
- Los escenarios de emisión de GEI están relacionados con los escenarios de actividad económica, y es en esta visión temporal donde hay que planificar los avances que han de producirse para que un incremento de actividad económica no comprometa la reducción de emisiones.
¿Entonces la crisis ayuda en este caso?
- Es evidente que a partir de 2008, parte del descenso de emisiones es debido a la reducción de actividad económica. Sin embargo, si analizamos indicadores de eficiencia, como la intensidad de emisiones (Emisiones/PIB) observamos que desde el año 2000 estamos mejorando este indicador, tanto en crecimiento como en contracción económica. Esto es resultado de las políticas mencionadas anteriormente, que permiten una mayor actividad con un menor nivel de emisión.
¿Cuál es el espejo en el que mirarse? ¿Qué países representan un modelo a seguir para la CAV?
- No se habla tanto de países modelo, como de buenas prácticas. La literatura técnica está plagada de buenas prácticas implantadas en diferentes países, regiones o municipios. Estas buenas prácticas se pueden usar de modelo, pero no siempre lo que sirve en una parte del mundo se puede replicar en otra.
¿Y quién tira del carro?
- Con todas las dificultades que tenemos, la Unión Europea, está liderando y marcando el paso firmemente en la gestión de su responsabilidad frente al cambio climático. Ya en 2009 estableció, independientemente de que haya o no acuerdos internacionales, el objetivo de reducir las emisiones en 2020 un 20% respecto al año 2005 (ampliable al 30%) y un objetivo de contribución del 20% en renovables, acompañados de una mejora de la eficiencia energética del 20%. El famoso 20-20-20. Actualmente, disponemos de una estrategia de Energía y Clima, con objetivos de reducción del 40% a 2030, y se ha fijado una meta más ambiciosa, de reducción del 80-95% en 2050. Además ha puesto en marcha una estrategia de adaptación al Cambio Climático, y también marca como uno de los ejes prioritarios el Cambio Climático a la hora de proveer a los estados miembros de fondos estructurales.
¿Cómo casan desarrollo sostenible y competitividad en un escenario de crisis y mercado globales? ¿Cuál es la postura del Gobierno Vasco en este sentido?
-El desarrollo sostenible se debe ver como una oportunidad y no como un lastre. Los países más avanzados, y las empresas con mejores resultados son a menudo los que más invierten en sostenibilidad. Los costes energéticos son cada vez mayores, y para competir en un mundo global, no podemos hacerlo compitiendo en productos con aquellos que tienen menores precios, con peores condiciones laborales y medioambientales, debemos diferenciarnos en productos.
¿Y estamos bien orientados? ¿Hay una hoja de ruta?
El IV Programa Marco Ambiental del País Vasco establece en su segundo objetivo estratégico, progresar hacia una economía baja en carbono y que haga un uso eficiente y sostenible de los recursos, aprovechando las oportunidades de mercado que genera el medio ambiente en base a la innovación y especialización inteligente. Esto mejora la competitividad, a la vez que se mejora el medio ambiente y la calidad de vida de las personas.
‘Fracking’ y energía nuclear... ¿Cómo encaja todo esto con el cambio climático y el desarrollo sostenible?
- La energía nuclear no parece que vaya a ser la solución, aún hay muchas dudas al respecto. A nosotros nos preocupan principalmente los problemas ambientales y de riesgo para la población pero incluso desde un punto de vista económico, que suele ser el aspecto con el que se defiende a esta energía, suscita dudas. Dejando al margen los costes indirectos, el coste de oportunidad, o la dificultad de poner en dos lados de la misma balanza dinero y riesgo, la energía nuclear resultaría barata a largo plazo, pero con una inversión tan elevada que resulta difícil que el capital privado quiera invertir en una opción con un retorno económico tan a largo plazo. Es decir, que puede ser barata pero poco rentable. Además, ese “bajo coste” de operación no se traslada directamente al consumidor, ya que el precio mayorista de la electricidad lo marca en cada momento la tecnología más cara, no la más barata. Técnicamente no se ha resuelto aún el problema de los residuos de alta intensidad, así que tenemos ahí un potencial problema ambiental de gran nivel, asociado a un coste económico aún sin cuantificar. Si aún no está claro donde los almacenaremos, ¿cómo calcular cuánto nos costará almacenarlos ahí durante decenas de miles de años?
¿Y el polémico ‘fracking’?
- En cuanto a la fracturación hidráulica o fracking, se trata de una tecnología para extraer un gas natural más difícil que el convencional. Por tanto se extrae con un coste energético, económico y ambiental mayor que el anterior. En términos de CO2, resulta más negativo que el gas convencional, tanto por el mayor gasto energético, como por la existencia de mayores emisiones difusas de metano. Aunque en EEUU está algo implantado, su traslación a Europa y a la CAPV no es directa, no sólo por cuestiones geológicas o ambientales, sino también porque tenemos una densidad de población que multiplicaría el efecto de los posibles riesgos. Por tanto, en caso de que se desarrollase, si es que un día lo hiciera, debiera ser con las máximas garantías ambientales y de seguridad. Quedaría aún por ver si todos estos condicionantes la hacen viable o no. Pero, lo más importante: en el escenario en que nos movemos, está claro que las tecnologías basadas en combustibles fósiles o combustible nuclear, deberán ir reduciendo su cuota de mercado, para en un futuro obtener toda la energía de fuentes renovables.