Bilbao. La gala de entrega de los Premios Sabino Arana 2013, que tuvo lugar ayer en el Teatro Arriaga, fue un cóctel elaborado con los mejores ingredientes: la defensa de la paz, la reconciliación y el perdón; la solidaridad con los más desfavorecidos; el esfuerzo deportivo de unas jóvenes valientes; el impulso de un proyecto cultural inserto en la sociedad, y dos trayectorias empresariales ejemplares. Estos son los méritos y los valores reconocidos con los premios entregados ayer a monseñor Juan María Uriarte, el presidente de la Federación de Bancos de Alimentos de Euskadi, el presidente y la patrona de Telmo Deun Arraun Elkartea, el director de la Fundación Catedral Santa María, la presidenta de Cafés Baqué y el presidente de la multinacional chilena Sigdo Koppers. Todos ellos recibieron el galardón de las manos del presidente de Sabino Arana Fundazioa, Juan María Atutxa, y de su directora, Irune Zuluaga.

Entre los premiados había un sentimiento común: orgullo. Orgullo por haber sido distinguidos y por representar proyectos, instituciones y trayectorias que evidencian lo mejor de Euskadi. De hecho, los galardonados en la XXV edición de los Premios Sabino Arana se suman a una lista de "150 personas, organizaciones y entidades que -destacó Juan María Atutxa- nos hacen de espejo, porque representan lo mejor de nosotros mismos".

En la gala, que estuvo presidida por el lehendakari, Iñigo Urkullu, también hubo un mensaje que destacó por encima de todos: la necesidad de reconciliación y de afianzar el proceso de paz. En las palabras que Juan María Atutxa dedicó al obispo Uriarte en la presentación de los premiados, el presidente de la Fundación afirmó que "hoy todos tenemos un sueño: una Euskadi en paz, una Euskadi entre todos y para todos. Y también un día, estoy seguro, ese sueño se hará realidad. No será ni tu paz ni mi paz, será la paz de todos. No será la paz de la victoria ni de la derrota, no será la paz de las trincheras ni la de los cementerios, no será la paz de la amnesia y el olvido. Será la paz más difícil: la paz sin odio, la paz del diálogo, de la reconciliación, de la mano tendida; la paz de los derechos humanos". Estas palabras, que también contenían la denuncia de que hay quien pone "palos en la rueda de la paz", merecieron un aplauso espontáneo de los asistentes a la gala. El mensaje transmitido por Juan María Atutxa, que abundaba en lo dicho anteriormente por monseñor Uriarte sobre la necesidad de gestos para evitar que el proceso de paz "se pudra", cobra más valor por producirse pocos días después del juicio en la Audiencia Nacional a Gorka Martínez, quien intentó matarle en al menos seis ocasiones.

El acto comenzó con una actuación de Leioa Kantika Korala, un grupo formado por 45 chicas y chicos de entre 10 y 17 años que llenaron de color y sonido el Teatro Arriaga. Las primeras en acceder al escenario e intervenir fueron las hermanas María Baqué y Esther Eguren, quienes relataron la emoción que sintieron el día que Juan María Atutxa -"una persona muy especial en nuestra casa, muy querido por Maribel, nuestra Ama"- les llamó por teléfono para comunicarles la concesión del premio.

Juan Ignacio Lasagabaster, director de la Fundación Catedral Santa María explicó que los trabajos de restauración del templo gazteiztarra son "un referente de cómo sabemos hacer las cosas por aquí: convertir un problema en una oportunidad". El segundo representante del mundo empresarial reconocido ayer fue el empresario chileno Juan Eduardo Arrázuriz, "descendiente de Arizkun por parte de padre y de Elorrio por parte de madre". Daniel Fernández, de la Federación de Bancos de Alimentos, habló de solidaridad; y Nagore Osoro y Luis María Osa, de Telmo Deun Arraun Elkartea, destacaron la importancia del deporte femenino.