BILBAO. Durante 2013, fueron atendidos un total de 387 pacientes en el País Vasco, de los que 78 pertenecían a Gipuzkoa, 113 a Araba y 196 a Bizkaia, que no solo cuenta con la mayor cifra, sino que la aumentó en un 12 % con respecto al año anterior, llegando a su máximo desde 1989.
El perfil de las personas que tienen adicción al juego ha cambiado en los últimos años, según han informado las asociaciones de ayuda a ludópatas de los tres territorios.
Los hombres siguen superando a las mujeres, abarcando un 90 por ciento del total de los casos, pero desde hace cinco años, la media de edad se está reduciendo en las tres provincias.
El mayor grupo de ludópatas se sitúa entre los 26 y los 35 años, aunque también cuentan con chicos menores de edad, que han descubierto nuevas formas de juego, como apuestas deportivas o partidas de póquer, frente a las tradicionales tragaperras, frecuentadas por los pacientes de mayor edad.
En el caso de Gipuzkoa, las apuestas deportivas son, con un 17 %, una de las adicciones crecientes que ha atrapado a más personas en el último año, aunque los juegos por internet o teléfonos móviles las superan con un 18 % de usuarios.
Desde Ekintza Dasalud de Gipuzkoa, hacen hincapié en que un 8 % de los casos que llegan hasta sus consultas son de pacientes que están en una franja de edad inferior a los 25 años.
La privacidad que aporta internet ha propiciado que los casos de jóvenes con ludopatía estén aumentando de forma preocupante.
Según el presidente de la Asociación de Ayuda a Ludópatas de Bizkaia (Ekintza-Aluviz), Juan Manuel Vildósola, "ahora los jóvenes tienen un ordenador en su habitación, o incluso con los teléfonos puedes hacer una apuesta en cualquier momento del día o de la noche". "No tienen necesidad de acudir a ningún sitio, todo queda en ellos", ha explicado Vildósola en declaraciones a EFE.
La psicóloga Estibaliz Rodríguez llega a la conclusión de que la diferencia entre los ludópatas tradicionales y los nuevos es que ahora el juego es mucho más agresivo, con apuestas más altas que hacen que en muy poco tiempo los jóvenes se vean con una gran deuda.
"El gran problema de la nueva generación de adictos es el 'yo controlo', el que no sienten que hayan perdido nada, porque, frente a los mayores, que tienen mujer e hijos, los más jóvenes recurren a sus padres, que asustados pagan la deuda", ha reseñado Rodríguez.
Estos nuevos adictos tienen en ocasiones otras problemáticas añadidas, como el consumo de sustancias estupefacientes.
Según Estibaliz Rodríguez, el alcohol y las drogas no tienen por qué estar relacionados con el juego, aunque sí hay un porcentaje de jóvenes que consumen sustancias como cocaína y juegan.
Vildósola asegura que no hay solo un motivo para caer en la adicción al juego, que hay muchos aspectos que afectan. "Puede ser tener mucho tiempo libre y disponer de dinero sin control o todo lo contrario, tener deudas e intentar pagarlas con el juego", ha diferenciado.
En la Asociación de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Asejer), de Vitoria, también piensan que uno de los factores que lleva a la ludopatía son las dificultades económicas, que hacen que muchas personas recurran al juego para tratar de mejorar su situación.
No obstante, aseguran que la crisis favorece que quienes sufren este tipo de problemas acudan antes a tratamiento, porque hasta hace poco "contaban con un colchón" económico que les permitía seguir jugando y apostando y ahora, sin embargo, "un pequeño agujero se nota más".
La ludopatía es un problema crónico, por lo que a la hora de trabajar con los pacientes, el objetivo al que las asociaciones pretenden llegar es la abstinencia, "hacerles entender que no es necesario jugar", tal y como explica Vildósola, quien en sus 20 años al frente de Ekintza-Aluviz ha vivido situaciones graves.
"He conocido nueve suicidios y dos de ellos no hace mucho. Luego hay gente que se queda sin pisos, gente que está viviendo en la calle, en los cajeros automáticos...", ha relatado el presidente de Aluviz.
En la mayoría de los casos de adicción, es la familia quien establece el primer contacto con las asociaciones. Tanto es así, que, en Gipuzkoa, Ekintza Dasalud ha tratado con ocho familias de afectados que se negaron a acudir.
Desde la asociación vizcaina, trabajan en terapias de grupo e individuales, aunque aseguran no poder hacer mucho más, ya que están "rebasados" ante el aumento de casos y la falta de medios de los que dispone el colectivo.