DONOSTIA. En una nota, la coordinadora de varamientos de la sociedad para el estudio y conservación de la fauna marina Ambar, Iranzu Maestre, ha explicado que cinco focas han sido vistas en las playas y junto a los arenales de los municipios guipuzcoanos de Mutriku, Donostia y Getaria y en el vizcaino de Lekeitio.
Maestre ha revelado que, aunque han sido identificadas cinco focas en situación de libertad, su grupo sospecha que en estos momentos pueda haber hasta siete.
Además, un ejemplar joven de foca gris fue internado en la noche del jueves en el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Gorliz (Bizkaia), con un cuadro médico "complicado" por su poco peso y los traumatismos causados por mordeduras de otros animales.
El hecho de que estos ejemplares accedan a playas alejadas de sus hábitat naturales -mantienen colonias en el norte del Golfo de Bizkaia- puede deberse a una conjunción de factores, como los temporales, el aumento de sus población o el comportamiento de dispersión de los ejemplares jóvenes de foca gris.
En su mayor parte, las focas llegan a los puertos para protegerse del fuerte oleaje y para intentar reponer fuerzas comiendo peces como anguilas y mubles, según este grupo.
Maestre ha explicado que el gran número de avistamientos de focas en la costa vasca registrado en los últimos días supone, en caso de que la salud de estos animales empeore, un "reto" para los centros de recuperación de fauna de Bizkaia y Gipuzkoa, que cuentan con escasos recursos.
Este grupo ha advertido además de que cuando las focas son encontradas en las playas, suelen atraer a una multitud de curiosos, con el riesgo de ser atacados por estos animales si se ven acosados.
En este sentido, los especialistas han recordado que, frente a la apariencia dócil de las focas que domina el imaginario colectivo, pueden morder y transmitir infecciones si se les intenta acariciar y han apuntado que poseen una dentadura "equivalente a la de un lobo".
Por ello, recomiendan que cuando una foca es encontrada en una playa, la zona sea acordonada por la Policía Municipal para salvaguardar la seguridad de los viandantes, pero también para favorecer el descanso y la recuperación de los propios animales.
Se aconseja una distancia de seguridad mínima de diez metros, dejar libre su acceso al mar para que pueda regresar al agua, no hablar alto y tener controlados a niños y perros.
"El tratar de acariciar o tocar una foca es igual que tratar de acariciar un animal salvaje, como un lobo en el bosque. No estamos hablando de animales domésticos, sino de un animal completamente salvaje, fuera de su entorno y probablemente enfermo. Su reacción es impredecible", ha recalcado Maestre.