kAIXO Pape, zer moduz?". El chaval sonríe a mandíbula batiente. Ojos como platos, euskaldun de Senegal. Tiene el crío esa mirada cristalina de la felicidad, la misma que exhiben tantos compatriotas que no le pierden la cara a la vida, aunque la suerte sea, en ocasiones, esquiva. Sus amigos se dirigen a él en euskera, pero quienes no le conocen tanto parecen empeñados en hablarle en castellano, idioma que ignora por completo. "Nik, euskeraz bakarrik", reconduce él a sus 14 años con un impresionante manejo de la lengua. Es el idioma que ha mamado desde que aprendió a abrir la boca por segunda vez en su vida, esta vez en Zarautz, junto a una familia de acogida temporal a la que adora.
Lo de abrir la boca por segunda vez no es ningún recurso literario. Con seis años, en Senegal, se cayó por unas escaleras y se rompió la mandíbula. Lo que hubiera sido en Gipuzkoa una operación atajada a su debido tiempo, en el caso de Pape se convirtió en una articulación anquilosada durante siete años. Apenas se alimentaba con una cucharita, abriendo un hueco entre los dientes de una boca sellada a cal y canto.
la llegada
Triste y consumido
Y así llegó a Zarautz hace ahora un año, en vísperas de Santo Tomás. A sus trece años, pesaba 29 kilos. "Mira como vino", muestra su madre de acogida el móvil. Las fotos retratan a un menor consumido, triste y desnutrido, una de esas estampas de hambruna sobrecogedoras. La barbilla del menor, congelada en el tiempo, seguía alojada en el mismo lugar en que quedó bloqueada el día del accidente, un lustro atrás.
Ha transcurrido un año desde entonces y Pape ha sido sometido a tres operaciones. En la primera de ellas, en julio, le desbloquearon la barbilla. Después le colocaron unos hierros que sus padres de acogida debían girar a diario para devolver los huesos a su estado original. Hierros de los que finalmente se ha desprendido, la mejor de las señales.
"Fueron operaciones muy duras. Tras la primera intervención le tuvieron dos días dormido. Estaba ingresado en la UCI. Cuando despertó, vino el médico y le pidió que abriera la boca? Pape se metió el dedo", rememora la familia. Para emoción de todos, la articulación volvía a funcionar siete años después.
"Javier da nire laguna", dice ahora el paciente. Javier Martín, de quien se siente amigo Pape, es el jefe de Sección de Cirugía Maxilofacial del Hospital Universitario Donostia, que ha dispensado un trato humano que no olvida Pape ni su familia de acogida.
regreso
Derechos y obligaciones
En enero regresará con su familia natal, pero por el momento aquí tiene otra, con los mismos derechos y obligaciones que el resto de sus miembros. "Txorakeriak, ez", le dice la ama mientras se someten a la sesión fotográfica para este periódico. Hay amigos que, entretanto, le vuelven a decir por la calle "kaixo", y él les responde como un paisano más, haciendo gala de su buen humor, despachando monerías a la cámara, dando muestras de su infinita gratitud. Cuando llegó no hacía más que dar la mano a la gente, en un gesto excesivamente formal que se ha transformado ahora en cariñosos abrazos.
El senegalés tiene ganas de jugar al balón, pero reprime su ímpetu para asistir a una charla, ya en el interior del hogar, que se prolonga durante buena parte de la tarde. "Vino muy tímido, pero es un chaval muy alegre.". Xabier Euzkitze, el popular presentador de televisión, habla de Pape mientras le da palmaditas en la pierna, que el chaval, sentado en el sofá del salón, encaja condescendiente, orgulloso de su padre de acogida.
Las vicisitudes del pequeño africano llegaron a oídos de la familia a través de la Fundación Tierra de Hombres. "Nos lo pidieron, nos decían que encajábamos en el perfil, nos miramos a la cara, y nos dijimos nuevamente que sí." La acogida de menores no es precisamente una elección desconocida en el hogar de Euzkitze y su mujer Txus Manterola, a la que su marido atribuye una especial sensibilidad que le ha sabido contagiar. "Ella es la que tira del carro", dice.
Y es mucho de lo que hay que tirar. Conforman una heterodoxa familia en la que Pape convive con Aner -11 años, hijo biológico-; Garazi, una niña colombiana adoptada (9 años) y Jon, un donostiarra de seis años en acogida permanente, debido a los problemas que arrastra su familia natal. "Nos han preguntado cientos de veces sobre qué pasará si algún día regresa Jon con su familia. Es una posibilidad que asumimos, y qué duda cabe que será una buena noticia".
Es una familia que, quizá por poco frecuente, despierta unas inquietudes que ellos no contemplan en ningún momento. Todos los chavales que son queridos por igual. "Es curioso cuando la gente te para por la calle y te pregunta que a ver quién es tu hijo, como si no lo fueran todos. Hay quien se piensa que hemos adoptado por no poder tenerlos, cuando no es así. Responde a una inquietud. Aquí no hay diferencias, se les quiere a todos por igual, se tengan los apellidos que se tengan", exclaman Manterola y Euzkitze.
Hace tres años también abrieron las puertas de su hogar a Atoumane Loum, un senegalés de Dakar aquejado de un cáncer de lengua, cuya intervención se demoró más de lo necesario porque no aparecía ninguna familia acogedora. Hasta que irrumpieron ellos. Al chaval se le inflaba la lengua hasta cinco veces por encima de su tamaño real, lo que exigió una rápida intervención quirúrgica. "Venía para dos meses y al final la estancia se prolongó durante casi un año", recuerda la familia. Idas y venidas que dejan en sus retinas y en sus corazones muchísimas vivencias.
"Cuando nos propusieron por fin acoger a Pope -rememora Euzkitze-, nos dirigimos a los críos en un tono un poco más serio del habitual. Era un sábado, la hora de comer?". Al padre no le dio tiempo a decir nada
- "¿Esta vez de dónde nos viene?", no tardó en preguntar Aner. En el chaval parece irse forjando un carácter solidario. En un gesto que le honra, y más a su edad, no tardó en ceder su habitación, sacrificando las horas de piano por su "nuevo hermano" Pape Ibnou Lo, de 14 años, que responde siempre con una sonrisa a todas las muestras de cariño.
Así, el chaval tiene una familia de acogida, pero también otra de apoyo, con la que convive de viernes a domingo. Entre ambas familias, además de proximidad vecinal, existe una excelente relación que redunda en la mayor felicidad del menor.
Pope, que parecía absorto en sus pensamientos durante la charla, interviene para sorpresa de todos?
-Eta gero historia hau nola idatziko du, erderaz?
Sonrisas de todo el mundo. "Sí, tu historia va a salir publicada en castellano en DNA, el domingo, el mismo día que sale el artículo del aita", le dice Manterola.
Pope sigue contando en euskera que proviene de la región de Louga, "que es mucho más grande que Zarautz, y que Donostia", mientras su madre de acogida explica que han tratado de enseñarle también castellano -diez minutos cada día a la hora de la cena- una tarea que ha acabado abandonando porque "le gusta más el euskera".
Después de estas Navidades, probablemente Pape reciba el alta médica, y marche a Senegal. ¿Y a partir de ahí, qué? Euzkitze retoma la pregunta para reflexionar sobre el modo en que la gente interpreta habitualmente la marcha. "Para nosotros Pape ha sido un hijo más, y la gente nos dice lo duro que va a ser cuando se vaya. Es algo que se ve exclusivamente como una pérdida? Nosotros, en cambio, los vivimos como una oportunidad. Somos conscientes de que era una acogida temporal, y no lo vemos como una pérdida en ninguno de los casos.
Ver que el chaval vino en condiciones tan duras y comprobar ahora lo bien que está, para nosotros, de pérdida no tiene nada. La satisfacción que te da que ahora viva mejor es impagable". Asume que el día que se vaya llorará la familia durante unos días "y miraremos el álbum de Pape unos cuentos meses", pero el chaval debe regresar a Senegal.
Añade su mujer que "ha sido una oportunidad para que él pueda vivir mejor", y aprovecha la ocasión para animar a otras familias a que den el paso de la adopción.
Quizá los pequeños son quienes más aprenden. "Valoramos mucho lo que están viviendo nuestros hijos", reconoce Euzkitze. "Es muy importante que la solidaridad no sea una palabra abstracta que se les explique. Es preciso que la vivan día a día. Es una experiencia enriquecedora al 100%, de la que aprenden y reciben muchísimo", describe. "Estamos aprendiendo todos", suscribe la madre.