madrid. El consumo de vapor aromático ha crecido en los últimos meses como la espuma. El fenómeno se ha extendido por todo Europa y en Euskadi ha despegado este año. Sin embargo en medio de este consumo creciente, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas decidieron ayer prohibir los cigarrillos electrónicos en centros sanitarios, zonas educativas e infantiles, en el transporte público y en el ámbito de las administraciones públicas, especialmente en las oficinas de atención al público.

En el último Consejo Interterritorial del año, los consejeros autonómicos y la ministra Ana Mato decidieron también plantear a los grupos parlamentarios la ampliación de la prohibición a todos los lugares públicos cerrados, al igual que ocurre ahora con los productos del tabaco, de acuerdo con la actual Ley del Tabaco. No en vano, los especialistas ya habían advertido sobre sus peligros. Así, Javier Ayesa, presidente de la sociedad de especialistas contra el tabaquismo, asegura que "son menos tóxicos que los cigarros, pero no son inocuos".

La titular de Sanidad explicó que se va a pedir a los grupos que incluyan la prohibición de los cigarrillos electrónicos en centros escolares, sanitarios y transporte público en alguna de las normas que están ahora en tramitación para que pueda entrar en vigor en enero. Indicó que la limitación debe hacerse a través de una ley, por lo que se buscará el mecanismo más rápido para que sea posible aplicarla en el mes de enero, mientras que para una regulación más amplia de la prohibición habrá que esperar a lo que digan los parlamentarios.

Todas las comunidades, incluido el País Vasco, están de acuerdo en la necesidad de que haya una regulación de estos cigarrillos, con el objetivo prioritario irrenunciable de la protección de los menores. En este sentido, el presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Juan José Rodríguez Sendín, alertó contra sus riesgos y manifestó que los cigarrillos electrónicos son "una gran trampa, muy peligrosa y engañosa". Por ello, aseguró que "hay que regularlo de forma drástica", equiparándolo al tabaco convencional e incluyéndolo en la ley antitabaco. "No podemos justificar excepciones con el cigarrillo electrónico sobre las regulaciones del consumo de tabaco, ni en los espacios, ni en las prohibiciones. Crear condiciones especiales para su consumo, que es igual de tóxico que el tabaco, no se puede tolerar", subrayó el presidente de los colegios médicos.

Asimismo en el Consejo, se dio luz verde a la orden que actualiza la autorización de medicamentos homeopáticos con el objetivo de que tengan las mismas garantías de seguridad y calidad que cualquier otro fármaco. A este respecto, Mato matizó que se trata de adecuar estos productos a la normativa europea y garantizar en el etiquetado la información necesaria para los usuarios.

Como un boli. Su longitud habitual es de unos 14 centímetros y su diámetro ronda el centímetro y medio. Su consumo es muy distinto al del tabaco tradicional porque no exige caladas continuas, sino esporádicas, ya que el dispositivo no se quema sino que se recarga con líquido.

La clave, el vapor. El e-cigarrillo consta de batería y atomizador; éste último es el recipiente donde se almacena el líquido que se transformará en vapor a su paso por una resistencia y que inhalará el consumidor desde la boquilla.

Con baterías. En la duración de las baterías influyen los voltios: A mayor número, más vapor. Otras disponen de pantallas LED para conocer el nivel de batería pendiente de consumo.

Cargador. Estos cigarrillos cuentan asimismo con distintos tipos de cargadores para dotarlos de autonomía, algunos se conectan con USB al mechero del automóvil o al ordenador o a un enchufe de pared.