MADRID. Para ser uno de los afortunados en llevarse este singular obsequio, hay que comprar este dulce navideño a partir del 23 de diciembre en una de las 15 tiendas con las que cuenta la cadena de pastelerías y panaderías Uvepan en la Comunidad de Madrid.
Desde ese día y hasta el 6 de enero se introducirán los preciados regalos en la masa con la que se fabrica los roscones.
"Va a ser sorpresa donde caiga", ha comentado a Efe el gerente de Uvepan, Francisco Valverde.
Lo que está claro es que los lingotes, de pocos gramos de peso y con un tamaño "parecido al de un chip de una tarjeta de crédito", tendrán como destino tres roscones que pueden ser de tamaños y rellenos distintos.
Los hay de un kilo, de cuarto y de medio; sin relleno o a elegir entre tres sabores: nata, trufa y crema.
Los lingotes, de oro de 18 quilates, tienen un valor de 300 euros cada uno, un dinero que los premiados podrán recoger en metálico directamente en la tienda donde hayan comprado el dulce, si les interesa más esta opción.
Las probabilidades de ser agraciados son muy escasas, ya que la cadena prevé vender en torno a 14.000 unidades de roscón, aunque al que le toque uno de estos lingotes le va a salir más que rentable el dulce, ya que los precios oscilan entre los 7,95 y los 32 euros.
La idea recuerda a otras iniciativas similares como la de la Confitería Conrado de La Bañeza, en León, que las pasadas navidades escondió 4.000 euros en uno de los 4.500 roscones de Reyes que distribuyó.
Aún así, el dueño de Uvepan descarta que se hayan inspirado en este tipo de regalos y dice que se decidieron a incluir lingotes por la capacidad de atracción de las palabras "regalo" y "oro" juntas.
"Sonaba bien", comenta
El roscón de esta pastelería sigue la receta artesana, pero otros establecimientos de Madrid han querido innovar con nuevas formas y sabores.
Es el caso de Vait, que ofrece "bocados de roscón", como si fueran bocados de nata pero rellenos de más sabores, como crema, trufa, yogur y otros más sofisticados como chocolate Jívara canela, chocolate Manjari con limón, chocolate Guanaja con naranja y chocolate Dulcey café.
Son roscones en miniatura, más "manejables y atractivos", a 1,70 euros la unidad, pero sin agujero ni regalo.
"La idea es individualizar el roscón, que compres los que te vas a comer", ha declarado a Efe el propietario de Vait, Juan Carlos Valverde, que también vende los dulces tradicionales desde el 15 de noviembre, con obsequio incluido.
Por su parte, la pastelería Nunos ha ideado una "colección de roscones" inspirados en tartas, como el roscón tatin de manzana; el soufflé, con crema tostada de limón; el babás, borracho en salsa de chocolate y mandarina con Grand Marnier; o el streusel, de galleta y relleno con crema de chocolate blanco caramelizado.
También está el roscón frito, tipo donut, en el que la masa no se hornea, sino que se fríe y se glasea y que se puede pedir sin relleno o con crema pastelera a la vainilla.
"El roscón combina con casi todo por los aromas de naranjas", comenta a Efe el dueño de Nunos y maestro pastelero, José Fernández.
Otros roscones, en cambio, continúan la senda de la tradición en cuanto a sabores y regalos, como ocurre en la centenaria Confitería El Riojano, de 1855, ubicada en la calle Mayor número 10, donde usan la receta de toda la vida para elaborar un roscón "típico" y de "calidad", con una base de huevo, azúcar, harina y mantequilla.
El "secreto" está en añadir ralladura de naranja y de limón para "dar fuerza" a la harina; poner un poco de ron negro, con el que se consigue que el roscón tenga "sabor añejo"; y echar unas gotas de agua de azahar.
"Se empezó a usar antiguamente para que los niños se relajaran y pudieran dormir para esperar la llegada de los Reyes", explica a Efe Roberto Martín, actual maestro pastelero de El Riojano, donde venden roscones todo el año.
Reconoce que ha intentado sustituir las "típicas figuras de porcelana y cristal" que se incluyen en estos dulces por otros regalos más modernos, pero su madre, que es la actual propietaria del establecimiento, no ha estado de acuerdo, y prefiere seguir regalando miniaturas de coches y jarras antiguas, entre otros objetos.
Roscones muy diversos, pero con un mismo objetivo: buscar la sorpresa y el deleite del consumidor.