Vitoria.

Sostiene usted que se ha abandonado el sexo seguro.

Sí, la década de los 90 fue la década del sexo seguro. Pero a partir del 2000 ha habido una crisis de salud sexual y se ha abandonado la prevención. Hemos cambiado el panorama. Los usuarios de drogas ya solo constituyen el 6% de las nuevas infecciones de VIH y el 93% son por transmisión sexual. El mayor grupo de riesgo son los gays y el porcentaje de afectados son hombres en un 82%.

¿A qué se debe que se haya bajado la guardia en la prevención?

Se ha relajado porque hay un tratamiento eficaz y se ha convertido en una infección crónica. En Salud Pública hay un aforismo que dice que un paso adelante en el tratamiento, son dos pasos atrás en la prevención. Cuando hay un tratamiento para cualquier proceso la gente se relaja. Además influye mucho la globalización, Internet y que ha cambiado el enfoque del sida y de las enfermedades de transmisión sexual. La sifilis se ha multiplicado por tres en el ultimo quinquenio y también la gonorrea.

¿Puede haber un repunte de casos de VIH por ese aumento de sífilis y gonorrea?

Cuando hablamos de sifilis y gonorrea y VIH hay una diferencia fundamental, el periodo de incubación, el tiempo que transcurre entre que uno se infecta y aparecen los síntomas. Si pillo una gonorrea en unos días me empieza a salir pus por el pene, si contraigo una sífilis en unas tres semanas me aparece una úlcera en el glande. Pero con el VIH no ves la sintomatología hasta cinco o seis años después de haberte infectado. Por eso si ahora detectamos más infecciones de periodo de incubación corto, eso hace prever en unos años un repunte de VIH.

De momento está estable.

Desde hace 15 años, en la CAV hay una media de 175 nuevas infecciones al año. Aunque nos hemos olvidado del concepto de sida, que es un estado avanzado de la enfermedad. Hay, sin embargo, un dato que llama mucho la atención; el 30% de los nuevos contagiados son extranjeros. No quiere decir que los inmigrantes están trayendo el sida sino que refleja un hecho que se produce en otras culturas sexuales.

La edad media es sorprendente.

Sí porque los que se infectan no son adolescentes ni gente joven. La edad media es de 37,4 años, es decir, hombres y mujeres hechos y derechos.

Demasiados infectados se enteran que portan VIH demasiado tarde.

Casi uno de cada dos nuevos infectados se diagnostica cuando su inmunidad está ya deteriorada. Y eso quiere decir que han transcurrido varios años desde que se infectó y que durante este tiempo, inadvertidamente, ha podido transmitir el virus a otra persona. Esto es preocupante. Por eso promovemos que si has tenido prácticas de riesgo vayas a hacerte el test de VIH porque tienes tu centro de salud, tu médico, los test rápidos de las farmacias, las ONGs...

Sin embargo se producen muchos diagnósticos tardíos.

Sobre todo entre heterosexuales. Primero porque existe la política del avestruz. Y también porque hay barreras. Hay que pedir permiso en el trabajo para hablar con el médico, tienes que explicarle tus prácticas sexuales, al día siguiente, otra vez permiso para sacarse sangre y una semana después, de nuevo para ir a recoger el resultado. Son barreras reales que afectan a una esfera privada como es la sexualidad y que a la gente le gusta mantener en el anonimato.

¿Cómo tratan de solventar estas barreras?

Con los test rápidos que se hacen en 36 farmacias y que en tres años y medio han realizado 12.700, con cien resultados positivos. Pero también con la página que tenemos abierta online para gays donde pueden informarse sobre el particular.

¿Los genéricos que se recetan son tratamientos eficaces?

Son igual de eficaces que los medicamentos de marca. Lo que pasa es que han transcurridos los diez años de monopolio que tienen las farmacéuticas para recuperar su inversión, y ahora hay medicamentos en su forma genérica que son importantes porque ayudan a garantizar la sostenibilidad del sistema. No hay que olvidar que en estos momentos hay cinco mil personas en tratamiento antirretroviral en el País Vasco y el coste de estas medicinas es de 38 millones de euros, más del 1% del gasto total de la sanidad vasca. Y eso aumenta un 5% al año porque nuevas personas se incorporan.