MADRID. En el trabajo, que ha sido publicado en 'Proceedings of the Royal Society B', los investigadores explican que el apareamiento de la babosa de mar comienza como muchos otros del mundo animal. Se trata de un juego lento en el que los dos amantes entrelazan sus cuerpos. Pero segundos después ambos ejemplares se apuñalan mutuamente en la cabeza, con un apéndice parecido a un estilete en el pene.

Con este comportamiento, inyectan sustancias químicas en el cuerpo de su pareja directamente en el cerebro, tratando de cambiar la conducta del otro en su propio beneficio. Las consecuencias son que los animales se quedan bloqueados uno junto al otro durante 40 minutos.

Esta práctica atiende a que, aunque todas las babosas son hermafroditas, cada miembro de la pareja rivaliza por desempeñar el papel de macho durante el apareamiento con el fin de ser quien fecunde a más babosas. Tras la inyección las babosas son reacias a seguir fecundando, de este modo, el ejemplar apuñalado se 'convierte' en la hembra.

Las babosas de mar estudiadas, de la especie conocida como 'Siphopteron Especies 1', miden entre 2 y 4 milímetros de longitud y no son los únicos que inyectan químicos en sus parejas durante la cópula. Sin embargo, los autores de esta investigación apuntan a que es el primer caso hallado que siempre lo hace en la cabeza.