Tolosa. Una bala acabó con la vida de Aitzol. Un fusil cargado con franquismo mató al sacerdote. Los ecos de aquel proyectil, por desgracia, siguen vigentes en la política de hoy en día. Herederos de aquella ideología aún levantan el brazo, como lo hicieron quienes levantaron la máquina de matar durante la Guerra Civil y el franquismo. Sin embargo, los documentales sobre su legado mantienen viva una trayectoria truncada antes de tiempo por personas como el poco noble José Luis Villalonga, quien en aquel mismo cementerio de Hernani dejó escrito que "matarles era como matar conejos". Tal vez fue él mismo quien, como solían presumir, se presentó voluntario para asesinar a Aitzol. Ya saben: matarán al hombre (o a la mujer), pero no la idea. De ello habla un documental que ha estrenado la Sociedad de Ciencias Aranzadi y que está de actualidad.
El reportaje, dirigido por Juantxo Agirre, da a conocer la figura de José de Ariztimuño Olaso, alias Aitzol, quien también firmara como J. Aitzol. Presenta, además, a una segunda persona, narradora o hilo conductor de la película: el francés Jean Pelletier. Este hombre viajaba como Aitzol a bordo del histórico barco Galerna. Subieron a la embarcación de 60 metros el 15 de octubre de 1936 en Baiona con destino a Bilbao.
La Guerra Civil ya había estallado tras un golpe de estado de militares españoles contrarios a la Segunda República. A la postre, estos autodenominados nacionales llegarían a ser franquistas. En el Galerna, Pelletiere conoció a Ai-tzol. Lo describe en un diario que quedó para la historia. "El abate iba vestido de paisano. Su prestancia de hombre sano y la firmeza de su expresión retenían mi atención", se escucha en el audiovisual presentado el pasado día 16 en Donostia.
Pelletiere continúa dando sus primeras impresiones sobre el religioso: "Persona de caridad -observaba yo mentalmente-, había mucha luz en sus rasgos, algo de caluroso, de resplandeciente y de niño grande. Me sentía en presencia de un hombre excepcional".
Pinceladas de una vida El vídeo de Aranzadi da a conocer pinceladas de la vida del afiliado al PNV y de su aportación a la cultura vasca como resurrector y protector de lo euskaldun. Por ello, se le cita como "un gran referente" en ese apartado y episodio histórico de comienzos del siglo XX. Como un custodio de la lengua vasca, la literatura y la cultura, así como de la investigación en una era de privación de los derechos humanos fundamentales.
Desde Aranzadi hacen hincapié en que la sociedad democrática y progresista se sustenta sobre la base de la cultura de esos derechos humanos, sin embargo, la vida de Aitzol no fue plena en ese utópico supuesto bajo la supremacía antidemocrática del momento histórico. Por ello, con el objetivo de dignificar la memoria de Ariztimuño e, incluso, para difundir la memoria histórica, la sociedad de ciencias vasca ha producido el documental.
Para realizar el trabajo, los impulsores han contado con aportaciones de testimonios de personas como el exalcalde de Donostia Ramón Labayen, un familiar de Ariztimuño de nombre Aitzol -en recuerdo del fusilado-, una hija del aviador francés Jean Pelletier llamada Nena, el historiador de la UPV Mikel Aizpuru, Iñaki Egaña, Setién o Lourdes Otaegi.
El tolosarra Labayen conoció al protagonista y, en mejor manera, lo hizo su padre. El sacerdote vasco fue un hombre "activista", enfatiza en el trailer. Aitzol, el joven familiar que presentan sin apellido, recuerda cómo el cura casó a su aitona y amona y, que al parecer, era un hombre cercano y de buen humor. Aizpuru asegura que José Ariztimuño Olaso fue una persona importante en la labor de garantizar el espíritu nacionalista, sobre todo, en Gipuzkoa. "A pesar de ser tan joven y cura, era muy dinámico", contrapone.
'Aitzol' y bertsolaris en Tolosa el 29 de enero de 1936, nueve meses antes de que las tropas franquistas lo fusilaran en Hernani. Foto: Jesús Elósegui Irazusta a través de aranzadi
La bala que no acabó con 'Aitzol'
La Sociedad de Ciencias Aranzadi estrena un documental sobre la vida de este cura fusilado
El sacerdote es reconocido por su aportación a la cultura vasca y la protección de lo euskaldun