Bogotá (Colombia). Con apenas trece años, el pequeño Jorge supera en madurez a cualquier cabecita del Norte de su generación cuando explica que los que viven en el campo de desplazados de Los Mangos (Cúcuta) son "fantasmas" a los que nadie hace caso. Él sueña con ser ingeniero y es más que mayor de edad para acompañar a su abuela por toda una noria de instituciones públicas reclamando la mejora de las condiciones de vida de esta barriada y las ayudas que les corresponde como víctimas.
El padre Francesco, misionero scalabriniano de origen italiano, lleva 17 años en Cúcuta trabajando en "zonas de invasión" que no son otra cosa que chabolas levantadas por sus moradores, personas desplazadas por el conflicto armado o que viven de la miseria. Tiene claro que todas las bandas criminales son iguales, en todas reina la plata -no hay principios-, desde la autoridad de haber levantado seis colegios en medio de esta jungla urbana porque sabe que la educación es la apuesta de futuro. Irradia la fuerza de un hombre invencible en su lucha por la dignidad humana y respetado por todos.
Elisa, del Sur de Bolívar, fue secuestrada y sometida a violaciones continuadas por parte de la guerrilla y de los paramilitares, se trasladó a Cúcuta para prestar ayudar a otras víctimas de la violencia de género. Su mayor orgullo es saber que sus hijos no han sido reclutados por las Bacrim y que vivan un futuro mejor. Ella es lo que se dice una mujer berraca, de armas tomar.
Tres historias que retratan la realidad de Colombia, su pasado, presente y un futuro en el que tienen mucho que decir. Conocer la realidad de las principales zonas calientes de Colombia no hubiera sido posible sin la ayuda de Alboan y su entidad colaboradora, el SJR, un blindaje de lujo para adentrarse en el corazón de tres de los seis departamentos donde trabajan. El Servicio Jesuita al Refugiado atiende a una media de 10.000 personas al año en el país andino. La ONG presta atención humanitaria (alimentos, alojamiento, medicinas...) pero, principalmente, asesoramiento jurídico, acompañamiento, defensa de los derechos y reparación integral de las víctimas desplazadas o en riesgo, principalmente minorías afro e indígenas, además de otras acciones de apoyo al desarrollo local, tareas de prevención y promover la cultura de la paz.
La falta de oportunidades se ceba con los más débiles y hace que muchos niños sean captados por los sicarios bajo la amenaza a los padres, y sean utilizados como "carritos" para enviar mensajes o "mensajeros" para trasladar paquetes de coca y oro, o que las niñas sean obligadas a prostituirse los fines de semana. Muchas veces con el consentimiento de sus padres, que ven en estas bandas, subraya Carol Galán (responsable del área de prevención del SJR de Bogotá), "escenarios de protección". En otros casos, produce desplazamientos masivos de familias para evitar que se lleven a sus hijos.
Corrupción No hay otra porque la corrupción es tan maloliente que incluso las obras públicas que se promueven con una finalidad social no terminan nunca. Así, las adjudicaciones para viviendas de desplazados se quedan en manos de contratas que no se supervisan, la educación pública no llega a determinadas zonas rurales, y las ayudas a las víctimas del conflicto se pierden en la burocracia de instituciones creadas al efecto. Por ejemplo en Cúcuta, frontera con Venezuela, existen más de 25 asentamientos ilegales de desplazados en condiciones infrahumanas y sin servicios básicos, una ciudad invisible en los mapas oficiales que se construye con paredes de plástico y planchas de zinc en los tejados.
El proceso de paz En la agenda interna, las negociaciones de paz que lleva a cabo el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC han servido de momento para agitar conciencias. Los cooperantes y líderes sociales consultados creen que puede ser positivo el logro de un acuerdo pero "no significa el final de la violencia", si bien el paro campesino que bloqueó durante dos semanas las principales vías del país no fue casual o que un pueblo como Catatumbo, olvidado por el Estado, saliera a la calle para denunciar la falta de servicios e infraestructuras, el fin de los privilegios para las explotaciones de multinacionales y demandar la rebaja de los costes de producción y alternativas a los cultivos de coca. Los índices de pobreza en zonas rurales alcanzan el 90% (Sur de Bolívar) y la falta de profesorado empuja a otro tipo de desplazamientos forzosos.
La desmovilización de las FARC, admiten los responsables del SJN, no garantiza, por ejemplo, el cese de reclutamiento de niños y adolescentes en bandas o grupos neoparamilitares para delinquir. Los datos así lo avalan. El Centro de Investigación y Educación Popular CINEP, fundado por la Compañía de Jesús y el mayor centro de documentación del conflicto, contabilizó 20 nuevos casos de ejecuciones extrajudiciales en 2012, conocidas como "falsos positivos", que dejaron un total de 52 víctimas entre muertos, detenidos y heridos.
Una violencia tan extrema se combate día a día con un carácter como el colombiano, que se aferra a la vida pese a todo, conecta con el fútbol con un condimento de pasión, goza a ritmo de vallenato y enloquece en salones de belleza. La vida pese a todo es bella, y Colombia es muy, muy bella.