trapagaran. La hija mayor de Juana S.C., la mujer que este miércoles fue quemada con gasolina por su exmarido en Trapagaran, no sabe cual pudo ser el detonante que provocó la brutal reacción de su padre contra su madre pero, a sus 18 años, tiene claro que "no le voy a perdonar lo que ha hecho".
Era la dolorosa sentencia surgida de la rabia juvenil de la hija mientras esperaba ayer a las puertas de la habitación del baracaldés Hospital de Cruces para ver a su madre quien permanece ingresada recuperándose de las amargas heridas infligidas por el padre de sus tres hijos. "La he visto animada dentro de lo que cabe y se que es una mujer muy fuerte", acertaba a compartir Tamara con los allegados que ayer se interesaron por el estado de salud de esta víctima de la violencia contra las mujeres.
Entre ellos se encontraban el alcalde de Ortuella, de donde son naturales ambos cónyuges, Saulo Nebreda, y Xabier Cuéllar, alcalde de Trapagaran, donde residen desde hace más de una década, primero en la zona centro y ahora en el camino de la Fuentecilla en Ugarte.
Xabier Cuéllar era ayer un hombre apesadumbrado por este terrible suceso que "nos tiene consternados ya que si antes había habido algún episodio de violencia de género, intentar quemar a la mujer con gasolina es una acción atroz, de una suma gravedad", apuntaba el primer edil que acudió al centro sanitario para ofrecer a la familia la ayuda municipal. "Intentaremos ayudarla con la asistencia domiciliaria", explicó. El primer edil trapagarandarra, explicó que el matrimonio llevaba separado ocho años a pesar de lo cual mantenían una relación amor-odio que les reunía ocasionalmente a pesar de que en más de una ocasión esos períodos de aparente reconciliación acababan de manera accidentada.
Discusiones Una relación difícil de la que tenían conocimiento muy pocos vecinos del camino de la Fuentecilla salvo quizás Paula S. una anciana que vive en el mismo rellano de la vivienda que ocupaba el matrimonio. "Ayer -por el miércoles- tuvo que quedarse a dormir conmigo mi hija de lo nerviosa que estaba", comentaba esta mujer a la que los gritos de su vecina Juana sobresaltaron pasadas las 12.30 horas del miércoles. "Me había echado un poco porque me dolía la cabeza cuando me despertaron los gritos de la vecina", describe este amable mujer que reconoce que la pareja mantenía frecuentes discusiones. "A veces solo eran voces fuertes o insultos pero en otras se oían golpes de los muebles", recuerda esta mujer que pudo ver al agresor correr en dirección a la zona industrial Kareaga. "Estaba tan nerviosa que no acertaba ni a marcar el número de teléfono". Otros vecinos de la zona consultados por DNA acertaban a resaltar que la mujer, aunque poco conocida en el pueblo porque llevaba poco más de dos años viviendo allí, "parecía una buena mujer que se ocupaba de su dos hijos pequeños" mientras que del agresor, su ir y venir de la casa "si bien era extraño, no hacía presagiar lo ocurrido". Un presagio que tampoco tuvo la hija mayor, residente en Ortuella con su pareja y que se hará cargo de su hermanos de 8 y 4 años. Eso sí, su padre "cuanto más lejos mejor".