martes, cuarta jornada de las fiestas en honor a Nuestra Señora del Rosario de Agurain y, como manda la tradición, día de feria, del evento ganadero decano de Euskal Herria. Miles de aguraindarras y de visitantes tomaron ayer las calles del pueblo para disfrutar de esta cita histórica y clave para el sector primario de la provincia, aunque con el tiempo se haya convertido más en un escaparate del mejor ganado vacuno, porcino, ovino o caballar que en un escenario para los clásicos tratos y las transacciones. 618 ediciones contemplan ya a un evento donde tradición y fiesta se dan la mano, lo que da buena cuenta de su repercusión, no sólo en Álava sino en el resto de territorios limítrofes. Tal y como ya sucediese el año pasado, la climatología también puso de su parte y un agradable sol otoñal acompañó a los asistentes.

Antes de que éste saliese, cuando una frondosa niebla todavía cubría el cielo de Agurain, los últimos trasnochadores y los primeros madrugadores comenzaron ya a tomar las calles del Casco Viejo. El pueblo no durmió, como viene sucediendo prácticamente desde el sábado, y eso se reflejaba bien en el castigado rostro de alguno de sus vecinos. Qué mejor manera de comenzar el día que con un copioso almuerzo, como los que sirvieron desde primera hora en El Gordo, uno de los establecimientos más populares del pueblo. No faltaron los callos, el rabo, los calamares o el ajoarriero para coger energías y afrontar esta intensa jornada. El intenso trajín de los camareros, extensible al resto de bares del pueblo, anticipaba lo que durante toda la mañana se viviría en sus calles más concurridas.

A pesar de la crisis y de los muchos males que afectan al sector primario, la feria de Agurain no ha perdido el esplendor que siempre la ha caracterizado. Alrededor de 300 cabezas de ganado, entre vacas, caballos de monte y carne, cerdos, ovejas, cabras o asnos, pudieron contemplarse en una exposición que constituye un punto de encuentro imprescindible para los ganaderos vascos. Los clásicos apretones de manos que servían para cerrar los tratos son ya parte del pasado, y la labor de los ganaderos se circunscribe ahora a exponer sus mejores ejemplares, hacer contactos y cerrar próximos encuentros donde negociar la compra del ganado. "Sigue habiendo ventas. No tanto como antes, mediante el trato, pero se hacen muchos contactos", certificaba Adolfo Martínez de Santos, ganadero de Kuartango y presidente de la asociación Asgaequino.

La exhibición de caballo de carne y de monte fue, un año más, uno de los puntos fuertes de la feria. "Éste es el mejor concurso de equino con muchísima diferencia", remarcaba Javier, que acudía a la cita por primera vez desde hacía 41 años. Procedente de Tierra Estella, este hijo de ganadero que "heredó la vocación" pero no la profesión se ha pateado todas las ferias de Cantabria, Burgos y Navarra, allí donde vive este tipo de ganado, y no tiene dudas. "Hay un nivel importante y la calidad de los animales va subiendo", corroboraba Martínez de Santos, quien también se mostraba satisfecho de la afluencia de público. "Aquí disfrutamos todos, porque la gente ve lo que estamos haciendo y nosotros nos comparamos con nuestros vecinos. Es una oportunidad extraordinaria para los ganaderos", reflexionaba.

Muy cerca, el veterano ganadero Juan Iraola, de Bidania (Gipuzkoa) también ensalzaba las virtudes de un evento al que viene acudiendo desde hace más de 40 años. Ayer lo hizo provisto de un remolque, una yegua y su cría. "Aquí hay de todo y muy bueno, pero falta el dinero. Es difícil vender porque estamos todos en crisis", lamentaba. Y eso que el precio de los ejemplares se ha devaluado de forma extraordinaria con el paso de los años. "Mi abuelo vendía los potros hace 40 años al precio que yo ahora", ejemplificaba Martínez de Santos. Entre 300 y 450 euros. "Y con lo que costaba una vaca, te comprabas un coche", añadía Javier. Ahora, difícilmente podría ser de segunda mano.

Como todos los años, las espléndidas vacas charolesas despertaron la admiración de todos los que se acercaron a la feria. Muchas caras conocidas también, como el diputado de Agricultura, Borja Monje, que tuvo la ocasión de charlar durante unos minutos con el presidente de UAGA, José Antonio Gorbea, el exdiputado general, Xabier Agirre, o los buenos amigos Juanito Oiarzabal y José Luis Korta, que compartieron paseo. Entre la marabunta, Hilario López de Uralde, ganadero jubilado vecino de Aspuru, aseguraba que de haber traído algún ejemplar de cerdo de los que tiene "hubiera ganado algo seguro".

La tradicional exposición de maquinaria agrícola, los puestos de artesanía y alimentación o el concurso de quesos de pastor sirvieron para cerrar el círculo. Por segundo año consecutivo, el primer premio del prestigioso certamen, cuyos ejemplares acostumbran a ser galardonados en medio mundo, se lo llevaron José Mari Jauregi y Eli Gorrotxategi, de La Leze (Ilarduia). Y entre los puestos, diversidad de opiniones respecto al ritmo de ventas. "Tal y como está la cosa, me voy contenta. Por ahora, mejor que el año pasado", aseguraba María Ángeles García , productora de derivados del cerdo -chorizo, salchichón o costilla, entre otros- procedente de Arbulo y con más de diez años de experiencia en la feria. "Para mí sí que es uno de los eventos más importantes", destacaba.

En la plaza Santa María, con el ritmo de los bertsolaris de fondo, la productora local de queso Nieves Pérez de Albeniz reconocía, por su parte, que "hay poco dinero y, quieras que no, eso se nota". A su juicio, "se vende, pero no con la alegría de antes", y buena prueba de ello es que "cada vez viene más gente de fuera" a la feria. Eso sí, ajustando los precios, al menos en su caso. "No lo he subido desde hace cuatro años y a mí me ha subido todo: el pienso, la luz, las bolsas, los impuestos...", enumeraba.