Amurrio. El verano se negó a decir adiós ayer en Amurrio, que celebró la vigésima edición del Día del Pastor bajo un sol de justicia que animó a miles de personas a secundar la cita. No obstante, los animales protagonistas de la jornada, las ovejas, no lo pasaron muy bien con el calor reinante debido a su abrigo de lana natural, que no es un atuendo muy apropiado para altas temperaturas. Los que no se dejaron amedrentar por Lorenzo fueron los pastores homenajeados de la jornada. Y es que si hay algo a lo que están acostumbradas las personas que ejercen este oficio es a mantener el tipo en las cumbres, cuidando de su ganado, brille el sol, sople el viento o nieve.

Su llegada fue recibida con sonidos de txalaparta y danzas vascas, en torno a las 11.30 horas, y todos ellos fueron obsequiados con txapelas, pañuelos y makilas por la importante labor que han llevado a cabo a lo largo de su vida en esta dura profesión. Se trataba de Luis Aldama Zulueta, de Amurrio, que ha vivido toda la vida en el caserío que le vio nacer en 1936 y que, junto a su esposa María Consuelo Pérez del Palomar, sacó adelante la explotación y un rebaño de cien ovejas. "El trabajo siempre fue manual, tanto de ordeño como esquileo. Vendíamos la leche y los corderos, y hacíamos queso fresco para consumo propio", explicó quien en la actualidad está jubilado, pero sigue manteniendo un pequeño rebaño de ovejas con la ayuda de su hijo. Junto a él fue homenajeada también Joaquina Fernández de Larrinoa, de Zigoitia, que entró en contacto con esta dura profesión cuando se casó con 21 años con el pastor ya fallecido José Etxebarria. "No había andado nunca con ganado, pero enseguida le cogí el gusto y me adapté rápidamente a esta forma de vida. Hoy día es mi hija y mi yerno quienes continúan con el negocio familiar", apuntó.

Además, Nieves Pérez de Albéniz, de Agurain, y con 70 años fue la pastora escogida en esta edición para recordar la importante labor de las mujeres en esta ancestral profesión. No en vano, esta pastora natural de Andoin ha pasado toda su vida entre ovejas, y fue una de las fundadoras de Artzai Gazta y pionera en Euskadi, ya que abrió una de las primeras queserías de la comunidad. Todavía hoy sigue manteniendo un rebaño de ovejas y haciendo queso, aunque "cada vez en menos cantidad, pero no puedo imaginar otra forma de vida", aseguró.

Adonde van los pastores llevan sus ovejas. De hecho, el público pudo disfrutar ayer de más de 200 ejemplares de ovino de raza latxa, que conformaron una exposición de las mejores ovejas en control lechero y de latxas de cara rubia y negra. También se pudo disfrutar del concurso interprovincial de ganado, en el que se dieron cita 20 ganaderos que presentaron 17 lotes de carneros, otros 17 lotes de cinco ovejas, y 14 lotes de cinco corderas y un cordero. En el certamen, que repartió 1.620 euros en premios, resultó vencedor en carneros Zigor Aspiunza, de Llodio; en ovejas, María Ascensión Castresana, de Belunza; y en corderas, Monserrat Mendíbil, de Amurrio. Además, la quesería Larrabe, de Aguiñiga, con un rebaño que ha producido esta temporada una media de 200 litros de leche por oveja, se llevó 550 euros por tener el mejor rebaño de producción lechera de Ayala.

Por lo que respecta a la provincia, el rebaño de ovejas latxas de cara negra que más leche ha producido ha sido el de Albéniz Ramírez de Arriola, con una media de 220 litros por oveja; mientras que la quesería Zabaleta, de Munain , se llevó el trofeo de mejor rebaño lechero de cara rubia, con una media de 281 litros por oveja. Ambos se hicieron con un cheque de 650 euros, aunque los de Munain también recibieron otro talón de 150 euros por tener en sus filas a toda una campeona en el arte de dar leche: la oveja con crotal 10.304, y mayor productora de Álava con la friolera de 565 litros esta campaña. "También nos dieron en Agurain el premio de mejor explotación ovina latxa de Euskadi, donde no sólo se puntualiza la producción lechera sino muchas otras cosas tales como piensos, infraestructura? No sabemos cuál es el secreto del éxito, solo que trabajamos mucho", apuntaron quienes también se hicieron, y por segundo año consecutivo, con el primer premio del VII concurso de queso Idiazabal.

A este certamen sólo podían concurrir pastores alaveses propietarios de rebaños con un mínimo de 100 reses y quesos con una maduración mínima de dos meses. Dados los requisitos, congregó a trece participantes, de los que el segundo y tercer clasificados fueron la quesería Entzia, de Agurain (250 euros) y la de los Hermanos Audikana, de Guereñu. Los Zabaleta, además de 300 euros, se llevaron un hermoso trofeo que fue entregado por el hijo de la persona a la que esta dedicado este certamen: Ruperto Casanueva. Un hombre que, a pesar de ser natural de la localidad cántabra de Arnuero, dedicó toda su vida a la elaboración de queso, aunque no fue hasta 1966 cuando -acompañado de su mujer, Margarita- se estableció en Izarra, donde fue el pionero del queso industrial, dando a conocer la calidad de la leche de oveja latxa en infinidad de lugares y fomentando la cría de muchos rebaños de las Sierras de Gorbea, Gibijo y Salvada.

La jornada también contó con nueve puestos de queso con los que se organizó el primer concurso de queso popular, en el que el juzgado fue el público. La quesería más votada resultó ser la de Ziorregui, de Inoso, que se llevó cien euros. Junto a ellos se aposentaron cinco stands de txakoli. Mientras, en el paseo San Antón se dieron cita 26 productores de miel, frutas, verduras, pan, pastel vasco, mermeladas o conservas, así como otros 19 artesanos de madera, cuero, cerámica y hasta trajes tradicionales.