vitoria. La bici en Vitoria es como el ajo. Un condimento eficaz para la circulación por la ciudad, pero capaz de despertar tanta pasión como odio. A la vez que su uso ha ido creciendo, han crecido los conflictos entre los distintos medios de transporte en una batalla donde el ciclista ha acabado protagonizando en muchas ocasiones los papeles de malo o apestado. Los que pedalean se sienten cada vez más incomprendidos. Enfadados, incluso. Cada vez son más las restricciones que les afectan pero, según dicen, es habitual que su espacio no sea respetado. Aparcabicis tomados por terrazas de hostelería y bidegorris invadidos se han convertido en su pan de cada día. Hay pruebas que lo demuestran. Las del nuevo informe que Bizikleteroak ha elaborado para el Ayuntamiento en su calidad de Observatorio de la Bicicleta.

La calle San Prudencio es un caso sangrante de ocupación indebida de aparcabicis. “De forma reiterada, podemos ver cómo el mobiliario de las terrazas de algunos establecimientos de hostelería invade esos espacios, y hasta se dan casos en los que se utilizan módulos para candar las sillas y mesas apiladas durante la noche”, señala el informe. La ordenanza que regula la instalación de veladores no sólo deja bien claro que hay que respetar las distancias, sino que además establece infracciones graves con multas de entre 751 y 1.500 euros para quienes no respeten la obligación de retirar sillas y mesas al término de la jornada o las apilen en el espacio público. Aun así, las prácticas continúan sin que el Ayuntamiento intervenga. Son habituales incluso en la propia Plaza Nueva, junto a la Casa Consistorial, donde siempre hay policías municipales. Por eso, Bizikleteroak exige “que se tomen las medidas para el correcto cumplimiento” de la normativa.

La ordenanza de veladores también vale para denunciar el paisaje que dibujan ciertas terrazas de hostelería a lo largo del nuevo bicicarril de la Avenida de Gasteiz, una senda bidireccional que discurre entre los raíles del tranvía y la acera. El espacio dejado a los peatones es amplio pero, al colocarse los veladores, hay zonas tan ocupadas por mesas y sillas que a menudo los viandantes optan por caminar por la vía ciclista. Además, existe mobiliario tan pegado al bidegorri que no es raro que se produzcan situaciones de riesgo tanto para los bicicleteros como para las personas que están allí sentadas. A este inconveniente se suma, para colmo, tal “descontrol” que “es habitual encontrar sillas obstaculizando los desplazamientos ciclistas”.

Si el Consistorio quisiera, podría revertir el cuadro. La normativa obliga a respetar distancias con los distintos elementos de la calle para que puedan cumplir su labor, impide colocar objetivos que obstaculicen el tránsito peatonal o de vehículos y recuerda que es posible prohibir la instalación de terrazas, sin derecho a indemnización, “en aquellos casos que así lo exija el interés público, el carácter histórico artístico de la zona o la seguridad viaria, cuando perjudique la visibilidad de los elementos funcionales, obras públicas o cualesquiera otras circunstancias de interés público”. Bizikleteroak confía en que el Ayuntamiento revise si el espacio cumple los requisitos necesarios para la colocación de veladores y, en caso afirmativo, que tome medidas para que no haya más interferencias con el bicicarril. Al colectivo se le ocurre la posibilidad de delimitar el espacio “con un vallado”.

La invasión de vías ciclistas también es frecuente en la avenida de Derechos Humanos, pero no por culpa de las terrazas hosteleras. El problema lo crean los coches. Resulta habitual encontrar vehículos estacionados sobre el bicicarril o aparcados en el espacio cercano a la rotonda sobre la plataforma ciclista que carece de protección, lo que obliga a los bicicleteros a no poder continuar por su itinerario señalizado. A juicio de Bizikleteroak, el Consistorio debería estudiar la posibilidad de cambiar el sistema de segregación del bidegorri por otro que impida estas prácticas y que ofrezca más seguridad a los pedaleadores.

Cuando no son terrazas y coches, aparecen los contenedores. Los de Jacinto Quincoces, ubicados entre la carretera y el bidegorri, tienen tal tamaño que se desbordan sobre parte del área ciclista. Bizikleteroak propone en su informe tres posibilidades: convertir este tramo en calzada de doble sentido de circulación, lo que serviría para reducir la velocidad de los vehículos permitiendo trasladar los recipientes a la acera donde se ubican las viviendas, la opuesta a donde están ahora; trasladar la banda de aparcamientos a la acera de enfrente e intercalar los contenedores entre los coches estacionados; o anular el bidegorri y transformar esta calle en una vía 30 con contrasentido para las bicicletas.