Donostia. El de 2013 está siendo un verano especialmente dramático en lo que a muertes por ahogamiento se refiere. Por el momento, un total de 114 personas han fallecido en las playas, piscinas y embalses estatales, mientras que en Euskadi las defunciones por estas causas ascienden a cuatro -un niño de 8 años en las piscinas de Ortuella, un hombre de 48 años en Mutriku, un señor de 63 años en Bakio y un joven de 21 años en Zarautz-.

El exceso de confianza resulta muchas veces letal y los expertos advierten de que hay que extremar la prudencia antes de disfrutar del agua. Sin embargo, consideran que el elevado número de defunciones está directamente relacionado con el buen tiempo que ha protagonizado los meses de julio y agosto. "Efectivamente, las cifras son importantes, pero no hay que alejarlas de la realidad. Julio y agosto han sido muy buenos, lo que ha hecho que la cantidad de gente que se ha metido en el agua sea muchísimo mayor a la que se mete en una época normal", explica el director de Atención de Emergencias y Meteorología del Gobierno Vasco, Pedro Anitua.

Las playas, son sin duda, los espacios que mayor número de bañistas congregan y donde más accidentes se producen, pese a que están "estupendamente vigiladas". "Hay que tener en cuenta que el Cantábrico es un mar bravo, con corrientes, con olas que te pueden lanzar a las rocas y hay que tener mucho cuidado", advierte Anitua.

Por ello, desde el Servicio de Atención de Emergencias instan a respetar las señalizaciones y a hacer caso a los socorristas "en todo momento". "Tenemos la manía de meternos al agua en aquellas zonas donde menos gente hay o fuera de la zona vigilada", lamenta el director del Servicio de Emergencias. Precisamente las dos muertes registradas en los arenales guipuzcoanos se produjeron en estas circunstancias: zonas no vigiladas (Mutriku) y fuera del horario de baño (Zarautz).

También hay que tener en cuenta el peligro que entraña el baño en aguas portuarias, donde no están bajo el control del bañista el efecto de las mareas o el trasiego de las embarcaciones. "Ni qué decir de la costumbre de tirarse de cabeza desde los puertos. Te puedes pegar contra cualquier barco, roca, pantalán o espigón", señala Anitua. Sin embargo, parece que la costumbre tiene más peso que el sentido común. "Todos conocemos el riesgo que tiene bañarse en un puerto, pero seguimos bañándonos", lamenta.

En lo que respecta a los embalses, desde el Servicio de Atención de Emergencias indican que, el mayor peligro es el desconocimiento del lugar. "No hay corrientes, no hay olas, no hay marejadas, pero los fondos no están preparados. Te metes hasta la rodilla, te vas confiando y, de repente, el suelo no existe, te vas hasta abajo, donde además, puede haber ramas o algas y quedarte enganchado", explica Anitua. Por ello, recomiendan limitar el baño a las zonas preparadas, como sucede en los embalses del Zadorra, en Gasteiz, donde las playas de Landa y Garaio "se han cuidado especialmente para el baño".

Aunque a priori las piscinas públicas son los lugares más seguros, por la existencia de vigilancia, Anitua advierte de que no hay que confiarse, especialmente con los más pequeños de casa. "El socorrista está para dar seguridad, no para que nos olvidemos de los niños pequeños y dejemos que se bañen libremente sin que les prestemos atención", puntualiza el director del servicio, quien insiste en que el personal de vigilancia "en ningún caso tiene que suplir la figura de padres o acompañantes".

Pautas básicas Además de controlar la zona en la que nos vamos a bañar, desde el servicio de Atención de Emergencias hacen especial hincapié en "estar en buenas condiciones físicas" a la hora de meterse al agua. "Hay gente que se baña a las tres de la mañana en condiciones no muy recomendables para hacer la gracia y es peligroso", afirma Anitua.

Y es que para evitar situaciones de riesgo, basta con seguir una serie de pautas "muy sencillas y que todo el mundo sabe", como "bañarse solo en las zonas en las que hay vigilancia, respetar las banderas y las indicaciones de los socorristas, no bañarse fuera de las horas de vigilancia, no bañarse nunca cuando el estado físico no es el adecuado, tener mucho cuidado en las zonas en las que desconocemos cuál es la profundidad y no perder ojo a los niños", enumera el director del Servicio de Emergencias.