LAS fiestas de La Blanca son las fiestas del pueblo. Las de la gente de la calle con nombre y apellidos, no las de las instituciones y los políticos. Gasteiztarras y visitantes unen su voz durante los días festivos para disfrutar y hacer disfrutar a los que les rodean. Unos, como Roberto, vistiendo su blusa. Otros, como Txari y Edurne, trabajando para que los turistas hagan acopio de recuerdos mientras hosteleros como Irune aportan su granito de arena a las fiestas desde detrás de la barra. Todos han sido parte este año de las fiestas de La Blanca, y cada uno tiene su propia historia que contar en primera persona.

Txari y Edurne (Nonbait)

Celedones por doquier

Situado en el punto más alto de la Plaza de la Virgen Blanca, Nonbait concentra como pocos puntos de Vitoria toda la tradición y el folklore propio de La Blanca. Allí, Txari Santiago, dueña del establecimiento, y Edurne Remírez, su dependienta, han acumulado estas fiestas un sinfín de anécdotas mientras atendían a turistas curiosos por saber quién era Celedón, gasteiztarras que buscaban un recuerdo para sus visitas y blusas que acababan de perder su faja y buscaban una de recambio desesperadamente. Con todo, no se lo piensan mucho cuando se les pregunta por su producto más vendido.

"Las figuras de Celedón. Podríamos rellenar toda la pared con ellas y dejar de vender todo lo demás", asegura entre risas Txari, que este año ha vivido unas fiestas "bastante normales". "Otros años hemos tenido más jaleo, pero éste algunos días hemos cerrado antes de lo habitual", subraya tras resaltar que, en lo que a visitantes estatales se refiere, sí han notado una mayor afluencia llegada de un punto concreto de España. "Vienen muchos catalanes, que además son muy fieles y algunos vuelven año tras año y madrileños, pero estas fiestas han venido muchos más valencianos de lo habitual", resalta ante la atenta mirada de su empleada, Edurne, a la que durante la semana pasada le tocó ejercer de improvisada guía turística en más de una ocasión.

"Vienen a comprar recuerdos relacionados con las fiestas y Vitoria pero muchos no saben qué es lo que compran exactamente. Me preguntan por Celedón, por el origen del pañuelo... Y luego están los que además te piden que les recomiendes sitios de la ciudad para comer, lugares para visitar. Somos al mismo tiempo tienda y oficina de turismo", sostiene Edurne con una sonrisa desde el local de la calle Mateo Moraza.

Roberto Martínez (okerrak)

Fiesta y conciencia social

A sus escasos 19 años Roberto Martínez ha querido aunar estas fiestas la diversión que todo joven de su edad busca en La Blanca y el trabajo en ayuda de los que más lo necesitan. Roberto arrancó como blusa las fiestas el día 5, de gaupasa, pero el sueño no le impidió acompañar a los más veteranos de su cuadrilla, Okerrak, a la tradicional visita que realizan a la residencia de ancianos Ajuria. "Estos días no todo es disfrutar y estar de fiesta, aunque sea joven me gusta echar una mano en todo lo que pueda y la visita a la residencia me parece algo muy especial, muy emotivo. Los abuelillos se ponen todo contentos al vernos y alguno incluso se anima a bailar con la txaranga", recuerda de su paso por la residencia.

Así, entre paseíllo, verbena de Joselu Anaiak y noches de fiestas con la cuadrilla -"este año no he perdonado ni una, he estado al pie del cañón", admite- Roberto también fue capaz de sacar tiempo el día 6 para otra causa solidaria: la recogida de comida para el banco de alimentos. "En Okerrak teníamos un acuerdo con el banco y recogimos comida durante los juegos infantiles que organizamos. Me sorprendió mucho la cantidad de gente que vino a ayudar y que nos trajo comida, la verdad", recuerda este joven pero concienciado blusa.

Irune Ruiz de Gauna

Una hostelera satisfecha

La mala coincidencia de fechas, sin un sábado festivo que llevarse a la boca, presagiaba los peores augurios para la hostelería local, y a nivel general así ha sido. Sin embargo, las calles de la capital alavesa dejaron pequeños reductos de satisfacción en lugares como Igarri Taberna, en la calle Pío XII. "Estoy muy sorprendida porque realmente este año no nos ha ido nada mal. En los siete años que llevo aquí ha sido de los mejores. "Hemos llenado el restaurante todos los días para comer y para cenar, ya la terraza también", explica Irune Ruiz de Gauna, aunque no es capaz de hallar una explicación a tan repentino aumento de clientela respecto a fiestas anteriores. "No lo sé. En realidad creo que no hay ninguna explicación. Después de 2007 la gente empezó a tener miedo a salir y no consumía, y así hasta este año. No ha sido como para retirarme mañana, pero la verdad es que me he quedado alucinada", sostiene como si tuviera que pedir perdón por su éxito durante los días festivos.

Con todo, Irune es partidaria de buscar un consenso para que cada año las fiestas cuenten al menos con un sábado en sus fechas. "Tendría que ser obligatorio. El Ayuntamiento debería buscar una alternativa, como una verbena el día previo o algo que sirva para cuadrar las fechas", concluyen desde el Igarri, uno de los pocos establecimientos hosteleros que parecen haber sido tocados con una varita estas fiestas de La Blanca.