AY, la crisis. Cuánto se habla de ella. La hay política, económica, social, religiosa... Y luego está la Cofradía de la Virgen Blanca, capaz de convertir los tiempos difíciles en oportunidades. Lo mismo impulsa la ampliación del museo de Los Faroles, que encarga un nuevo misterio, actualiza toda su documentación, teje nuevos hermanamientos, organiza congresos u ofrece conciertos. Antes de pedir ayuda, ya está trabajando. Si no la recibe, sigue adelante. Como si tuviera la seguridad de que al final se hará el milagro. Porque dinero hay poco, pero ganas sobran. Y no, no le empuja sólo el fervor cristiano. Parte de la gasolina que mueve a este equipo de alrededor de 3.600 personas es más mundana, de y para todos: hacer ciudad. Porque la Cofradía es historia en carne, hueso y cristal. De 400 años ya. Tiempo durante el cual se ha forjado un exquisito patrimonio material e inmaterial, ese legado que emociona cada 4 de agosto en procesión y llega al clímax al día siguiente. Una herencia que no puede perderse. La vieja Gasteiz en estado puro.
"Esto no es sólo religión, es etnografía, es cultura popular... Y conocer nuestra historia es fundamental para construir un futuro mejor", explica el abad de la Cofradía, Ricardo Sáez de Heredia. La medalla Celedón de Oro aliña su firme convicción de "intentar cada día hacer una ciudad mejor disfrutando de esta herencia maravillosa en comunidad". Por eso, a partir de octubre, él y su equipo tienen previsto visitar los colegios e ikastolas de Vitoria. "Los niños han de recoger nuestro testigo y en ese sentido hay mucho que hacer". La cabeza visible del colectivo tiene claro que "debería de existir la asignatura dónde estás, dónde vives, porque no se puede amar lo que no se conoce". No obstante, está seguro de que la Cofradía puede garantizarse su continuidad en el difícil siglo XXI. Aunque la edad media de sus integrantes acaricia los 60 años, ve devoción en bastantes chavales. "Yo no he visto más gente joven en el Rosario de la Aurora que el año pasado", apostilla con su franca sonrisa.
Madrugadores y gaupaseros se dan cita en perfecta comunión, haga frío o calor, abarrotando la plaza. "Es verdad que muchos jóvenes participan en las celebraciones de la calle pero a la misa no entran, pero es que tampoco vas a pedirles eso después de haber estado de fiesta", apunta Sáez de Heredia con condescendencia. El abad es consciente de la imperiosa necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos. Con fuerza, aplaude ese sendero marcado por el nuevo papa para "abrir ventanas y levantar alfombras". Esa es la Iglesia en la que cree la Cofradía y desde la que lanza sus mensajes de armonía, unión y reivindicación histórica bajo la mirada de su querida Señora. "Todo lo hacemos para hacer saber, para dar a conocer todo el bien que ha significado para la ciudad el tener a nuestra Virgen Blanca como patrona", subraya. Y esa filosofía contagia el programa de actos preparado para celebrar las próximas fiestas.
La Novena contará este año con más participantes que nunca. Todas las cofradías de Álava están invitadas. En la de este sábado a las once y media de la mañana en la parroquia de San Miguel acudirá la de la Virgen de Estíbaliz. En la del 3 de agosto, en el mismo sitio pero a las siete y media de la tarde, no cabrá un alfiler. Sáez de Heredia va enumerando de memoria. "La de Okon de Bernedo, Ibernalo y Teodosia de Santa Cruz de Campezo, Jugatx y Oro de Zuia, la del Rocío, Perpetuo Socorro y Andra Mari de Aramaio, Gipuzuri de Adana, la del Carmen de Vitoria...". Vienen por la llamada del 400 aniversario, imposible de obviar. Tan fuerte suena que incluso el día grande de las fiestas, en la solemne misa pontifical de las diez y media, "estarán la amatxo de Begoña".
El abad se emociona al imaginar la estampa, como también muestra su alegría por la que tienen preparada tras el pregón, el próximo día 2. Él y los suyos han convencido al Ayuntamiento para escenificar a las nueve y media de la noche El caserío, la inmortal zarzuela de Jesús Guridi. "Hay constancia de que en 1962 se hizo en festivales musicales. Y hace dos años también", recuerda. A continuación, la Cofradía saldrá en procesión con su Virgen Blanca Peregrina y el Rosario de los Faroles. Eso significa dos cosas. Una, que puede que llueva, "porque es lo que suele pasar cuando a la Virgen se la saca fuera de los días establecidos". Dos, que por primera vez pisará la calle la nueva carroza. La de los Misterios Luminosos. El remate del tesoro.
Juan Pablo II tiene la culpa. Tradicionalmente, el Rosario estaba dedicado a tres series de Misterios: los Gozosos, Dolorosos y Gloriosos. Pero en una carta apostólica de octubre de 2002, el Papa polaco introdujo una cuarta. Decía que, tras recordar la encarnación y la vida oculta de Cristo y antes de considerar los sufrimientos de la pasión y el triunfo de la resurrección, convenía repasar algunos momentos particularmente significativos de su vida pública: el bautismo en el Jordán, la autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná, el anuncio del Reino invitando a la conversión, la transfiguración y la institución de la eucaristía. Todo eso es lo que aparece reflejado en la nueva carroza, casi finiquitada. Con ella, la colección vitoriana se convierte en la primera completa, expresamente relativa a los Faroles, de todo el mundo. Una joya única, la niña bonita de la Cofradía gasteiztarra.
La nueva obra duerme ya con sus hermanas en el espacio de espigadísimas paredes del número 35 de la calle Zapatería. Prietas como agujas en costurero. El museo de los Faroles se ha quedado pequeño, por lo que ayer mismo Sáez de Heredia se entrevistaba con el alcalde para acelerar la firma del convenio para la incorporación del local anexo. La Cofradía lo adquirió en usufructo cuando la extinta Agencia para la Rehabilitación de la Ciudad Histórica (Arich) gestionaba el Casco Viejo, pero la disolución de esta sociedad municipal ha acabado ralentizando el proceso. El abad confía en recibir ya el empujón para ampliar el continente, a la vez que espera una mayor difusión del contenido. Pese a su buena ubicación en la ladera oeste de la colina y su mágica estampa, "los vitorianos conocen poco el museo". De las 3.500 visitas registradas este año, una cifra que no está nada mal, el 80% corresponde a turistas.
el comienzo Por entrar en esta espléndida galería sólo se pide la voluntad. En todo lo que hace, la Cofradía es así. "Yo confío mucho en la Providencia", subraya Sáez de Heredia. Y por ahora no le ha ido mal con esa filosofía. El programa de actos, por ejemplo, ha quedado tan redondo que este año la misa pontifical del 5 de agosto la presidirá el cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo. Reconocido dentro y fuera del ámbito religioso, es un franciscano de mensaje cercano, "de bien y paz", hecho a la medida de los devotos de la Virgen Blanca. "Una chulada tenerlo aquí. Fíjate todo lo que le quieren que en el convento de San Francisco en Medina del Río Seco tienen una estatua de 2,30 metros, y eso que él mide 1,90". El abad se ríe. Una alegría que cosquillea con más fuerza cuanto más se acercan las fiestas en honor a la patrona de la ciudad. Devoción a chorretones, como la de los fundadores de la hermandad gasteiztarra.
La crónica de la Cofradía de la Virgen Blanca arranca en el siglo XVII, cuando dieciséis cereros y vecinos de Vitoria se reunieron en una humilde casa con el objetivo de crear una asociación que se ocupara del culto a la Virgen Blanca. Los reyes navarros, incondionales de esta figura, habían conseguido transmitir su fervor a la ciudad. El 30 de noviembre de 1612, acordaban otorgar poder a dos de los miembros del gremio para que realizaran las gestiones oportunas ante el Obispado de Calahorra y La Calzada. Pasaron los meses, discurrieron las gestiones y el 17 de junio de 1613 se fundó la hermandad. Según el convenio firmado entre la parroquia de San Miguel y la Cofradía, la Iglesia donaba a los devotos "el sitio de nuestra señora La Blanca que está a espaldas de la capilla de la cruz" y éstos se comprometían a que las limosnas recogidas en su oratorio los jueves y viernes santo de cada año se destinasen a este templo religioso.
El 21 de julio de 1613, tenía lugar el primer encuentro. El inicio de 400 años de historia. Y los que quedan. "La Cofradía no tiene una entrada de dinero fija, la cuota anual es de sólo diez euros, hay mucho que mantener... Pero no está en crisis", resalta el abad. Tal vez la ilusión no mueva montañas, pero es capaz de coser faldones, limpiar, guiar en el museo, tejer pañuelos especiales por la efeméride o crear vidrieras. Pasión por Vitoria. Pasión por su Virgen.