vitoria. Aunque muchos ciudadanos extranjeros se hayan acogido a la fórmula del retorno voluntario -que les permite cobrar por anticipado todo el paro acumulado- a la hora de regresar a sus países de origen, para la mayoría ha sido realmente una salida forzada, obligada por la coyuntura económica y laboral. La comunidad colombiana afincada desde hace décadas en el País Vasco es una de las más afectadas por este hecho y desde la plataforma que los representa en Euskadi, Asocolvas, así lo reconocen.
En concreto, desde 2010 han abandonado Euskadi más de tres mil ciudadanos de este país latinoamericano. Los registros del INE marcan una caída progresiva desde ese año en el que había censadas 12.845 personas, hasta el presente cuando a 1 de enero se contabilizaban 9.701. Tal y como expresaba Eliana Tabares, coordinadora de acciones formativas de la Asociación de Colombianos y Colombianas del País Vasco, el grueso de los perseguidos por la crisis y repatriados no volverán. "Igual tal vez más adelante, pero la gente que conozco marchan para no volver. Y además, no se puede porque es retorno voluntario?", describía a DNA.
Por la sede de Asocolvas han desfilado cientos y cientos de historias particulares, pero todas cortadas por el mismo patrón: la supervivencia de la unidad familiar en una situación de desempleo prolongado. "Hay de todo, desde gente con estudios que no encuentra nada de lo suyo y se tenían que marchar a gente de la construcción", ilustraba Tabares, quien también ha conocido en persona "unos cuantos" casos de compatriotas retornados voluntarios.
Pena y tristeza "Es gente que llevaba muchos años, diez años o así en el País Vasco, que no encontraban trabajo y no podían resistir la situación. Tenían que marchar. Tienen su familia,?", ponderaba Tabares. El punto de inflexión que marcaría el declive de la comunidad colombiana en la geografía vasca fue 2011 aunque, como agregaba la coordinadora, "a partir de 2010 ya se empezó a ver el tema migratorio de volver".
Un mal presagio que se materializó con posterioridad y que, como lamentaba Tabares, ha supuesto emprender el camino de vuelta para un buen puñado de compatriotas. En algunos casos, no sin antes probar suerte en otros territorios cercanos. Sin embargo, la todopoderosa crisis ha borrado la esperanza de infinidad de sueños y el único remedio ha sido el retorno voluntario. "Salen con pena y tristeza. Llevaban un recorrido y volver a empezar cuesta. Claro que sí", subrayaba.