sufrir un cáncer de mama supone un trance severo, una larga carrera de obstáculos que comienza cuando las pruebas médicas confirman a la afectada que lo padece, que sigue con las intervenciones quirúrgicas y los tratamientos posteriores, marcados por la dureza y las secuelas, y que se alarga durante varios años hasta que, si todo va bien, ésta puede recibir el alta. Muchas mujeres se quedan en el camino pero, por fortuna, muchas más logran llegar al final de este oscuro túnel y, ya recuperadas, comenzar una nueva vida. La detección precoz de este cáncer, una posibilidad real gracias a la autoexploración mamaria y a los programas de cribado, así como los avances médicos, han permitido que la enfermedad presente a día de hoy unas tasas de curación impensables hace sólo unos pocos años. Al cáncer de mama se le puede vencer y así lo han podido comprobar en sus propias carnes las tres protagonistas de esta historia.
Se trata de dos mujeres bien conocidas por la opinión pública debido a sus ocupaciones profesionales, la diputada en Madrid y concejal en el Ayuntamiento de Pamplona, Uxue Barkos, y la periodista de ETB Estibaliz Ruiz de Azua, y una tercera que, sin ser un rostro habitual en los medios de comunicación, atesora una interesante experiencia personal, la gasteiztarra Eugenia García, que este domingo se sumará a la enorme marea rosa que formará la VI Carrera de la Mujer. Uxue, Estibaliz y Eugenia ponen voz a su lucha personal contra el cáncer, el más común entre las mujeres, y lanzan un mensaje de ánimo y esperanza para todas aquellas que ahora estén transitando por ese túnel.
A Ruiz de Azua el cáncer la sorprendió siendo muy joven, con sólo 38 años, allá por el mes de octubre de 2008. Sin duda fue un caso atípico, tanto por su temprana edad como porque no contaba con antecedentes familiares y llevaba una vida saludable. "Tenía una pequeña dureza en la mama pero me decía, ¿cómo va a ser?", recuerda. Hasta que decidió acudir al Hospital Santiago a realizarse una revisión a priori rutinaria tras la que, mamografía mediante, la ginecóloga que la atendía -una amiga de la infancia, además- le confirmó los peores presagios. Padecía un tumor de mama con un diámetro "importante", por fortuna sin metástasis, y fue derivada de inmediato a la Unidad de Oncología de Txagorritxu, donde comenzó un rosario de pruebas y exámenes hasta su operación, pocos días después del diagnóstico, el 20 de noviembre. Ruiz de Azua no olvida esta fecha. "En ese momento te agarras a que quieres vivir. En mi caso a mis hijas, que eran muy jóvenes para quedarse sin madre", rememora. Sólo tenían dos y ocho años por aquel entonces.
Dura quimioterapia Tras el difícil golpe inicial, llegó la parte más dura de su lucha, la que quizá también es la más severa para todas las mujeres, las sesiones de quimioterapia. "Al terminarlas, los días posteriores, es como si no tuvieses alma", describe gráficamente. Ello sin contar con las secuelas que deja este tratamiento, que en su caso se tradujeron en la caída del pelo y la pérdida temporal del sentido del gusto. Después de la quimio Ruiz de Azua pasó por dos operaciones más, la última una reconstrucción mamaria, y después de cinco años de revisiones recientemente pudo recibir el alta médica. Ahora, afortunadamente, se encuentra "muy bien". Ha sido una "batalla dura", vencida gracias a una fortaleza a prueba de bombas, un motivo suficiente para animar a todas las mujeres a "no cerrar los ojos" y a "hacer caso a las señales que de vez en cuando da el cuerpo". Y, por descontado, a realizarse las mamografías.
También gracias a esta prueba los especialistas pudieron localizar el tumor de mama que ya había comenzado a hacerse fuerte en el cuerpo de Uxue Barkos. Este "primer bofetón", como ella misma lo describe, se produjo en febrero de hace dos años. Pero, inmediatamente, un mensaje del médico se quedó grabado en si mente para coger fuerzas: "Esto se cura". Lo hizo suyo y, con ánimo y esperanza, arrancó el largo periplo que incluyó su operación y el tratamiento posterior, en este caso también una agresiva quimioterapia. "Yo pensaba que esto es un túnel que tiene salida, pero de los 100 efectos colaterales que dicen que hay tuve 105", relata Barkos.
Cuando perdió el pelo, al menos, la diputada se reencontró con un "vicio previo", su gusto por los pañuelos, por lo que su uso "no fue sólo una solución sino un pequeñito placer" dentro de su "odisea". Entre los momentos más emotivos se encuentra, sin duda, su reaparición en el Congreso de los Diputados, cuando el hemiciclo la recibió en pie tras su vuelta a la política. "Fue un momento hermosísimo que me regaló la vida. Sobre todo en este momento en el que la política está bajo mínimos, tan alejada de los sentimientos", describe. Actualmente Barkos se encuentra muy recuperada y ha iniciado esa "ITV" de revisiones periódicas previa a la derrota definitiva de la enfermedad, que le ha hecho reafirmarse en la necesidad de "defender con uñas y dientes" la Sanidad Pública en la que se ha tratado.
El cáncer le sorprendió a Eugenia García pocos meses después que a Barkos, el día de Olarizu de 2011, y fue operada apenas un mes después, un 19 de octubre, Día Internacional del Cáncer de Mama. Ella tampoco olvida las fechas. En su caso fue gracias a una autoexploración en la que palpó un elemento extraño en su mama. "En un primer momento se te cae el mundo encima. Te preguntas por qué te ha pasado a ti, qué te va a pasar... Pero soy una persona tremendamente optimista, me dije que había que luchar y aquí sigo", relata alegre.
A García, que se empeñó en hacer una vida "completamente" normal hasta que llegó su operación, le advirtieron de que debería someterse a quimioterapia para avanzar en la lucha contra su cáncer, pero decidió someter al tumor a un análisis de su estructura genética mediante una prueba que, en ese momento, debía pagar de su bolsillo. El denominado Oncotype, realizado en Estados Unidos, dictaminó que su tumor ya extirpado era de "bajo riesgo" y que la aplicación de quimioterapia no iba a constituir un avance sustancial en su curación, aunque lógicamente sí dejaría secuelas. Así, pudo evitarla y sólo sufrió el azote de la radioterapia, con muy buenos resultados, y a pesar de la cercanía del proceso ahora reconoce sentirse "fantástica".
A juicio de García, que abandera un discurso muy positivo y ahora intenta ayudar a las afectadas que se acercan a la asociación ASAMMA, de la que es socia, "es muy importante la actitud que tomas hacia la enfermedad" cuando esta surge. "La palabra cáncer asusta, pero todo está avanzando a grandes pasos y hay que eliminar el miedo", anima. También, al igual que sus compañeras, a acudir al médico puntualmente cuando lo requiera y a "no tener miedo a tocarse", porque ese diagnóstico precoz "facilita muchísimo las cosas". Este pasado miércoles García acudió al ginecólogo a realizarse una nueva mamografía bilateral y el resultado no pudo ser mejor. "Estoy encantada", celebra.