laudio. Amagoia Elezkano pertenecía a una familia muy conocida en la pequeña localidad vizcaína de Orozko ya que era nieta de José Luis, el carnicero del pueblo, y pasaba mucho tiempo con sus abuelos. Era la mayor de cuatro hermanos "y especialmente a dos de ellos, que tienen problemas de salud, los ha cuidado siempre como si fueran sus hijos", asegura una joven del municipio.

Sus conocidos la definen como una persona "muy simpática, buena y agradable" que se desplazaba a diario a trabajar a la residencia Jesús y María de educación especial que la congregación de las Madres Mercedarias gestiona en el barrio de Ibarra, de Orozko. Estaba muy comprometida con las personas con enfermedades mentales hasta el punto de que era normal verla también, sobre todo los fines de semana, en Laudio ayudando y acompañando en la integración social y de ocio de grupos de discapacitados psíquicos.

La vida no ha sido un camino de rosas para ella y un motivo de felicidad como el nacimiento de su hijo Unai estuvo también impregnado de preocupación. Su bebé nació prematuro "pasó mucho tiempo en la incubadora y se les veía ir a menudo con él al ambulatorio". Pero lo que nadie esperaba era el trágico desenlace que le deparaba el destino.