vitoria

En pleno vendaval económico, la UNED sigue llevando con habilidad el timón educativo. Los recortes resultan inapreciables en el día a día del centro vitoriano, aunque los haya habido a la vez que las matrículas se desbordaban. Puede que el secreto esté en la constancia de los responsables del lugar para mejorar la calidad formativa y facilitar el progreso laboral de sus aprendices, en la tremenda capacidad de sacrificio de los alumnos o en la dedicación extra de un personal docente cuyas bajas y jubilaciones ya no se cubren. Aulas y despachos, pasillos y jardines... La delegación gasteiztarra transmite un entusiasmo formidable sabedora de lo mucho que aporta a la sociedad alavesa, y por eso no olvida sus reivindicaciones. Ahora que cumple cuarenta años y ha sufrido el bofetón de la crisis, insta a los gobernantes a invertir en ella. Si crece la UNED, lo hará todo el territorio.

"Por cada euro que la Administración nos aporta, seis revierten en la sociedad. Es una de las principales conclusiones de un estudio independiente que se ha publicado recientemente sobre el valor económico y social de la UNED", subraya Teresa Imízcoz. Es la directora del centro vitoriano desde hace dos años, licenciada y doctora en Filología Hispánica, además de escritora. Los demás participantes en el reportaje asienten. Forman un grupo estimulante, hablador. Junto a Teresa se sienta Lisardo Tesouro. Se presenta como "el consejero de Administración", aunque la directora prefiere llamarle el alma pater del edificio. Enfrente está José Ignacio Besga, profesor de Derecho dentro de esas paredes, abogado, subdirector general de la Vital y poeta fuera. Y cierra el círculo Dionisio Valiente, estudiante de leyes por gusto, ya que está jubilado.

Todos coinciden en que respaldar a la UNED debería de ser un ejercicio de sentido común. "Interesa que la gente con talento se quede en Álava, que haga las prácticas en el territorio para que las empresas locales se enriquezcan y, dada la situación de crisis, que tengan aquí una opción para formarse, de manera que se eviten gastos de desplazamiento, alojamiento... Y todo eso lo ofrece esta universidad", señala Imízcoz. Besga, el docente, le da la razón. Desde su experiencia bancaria, sabe que "un apoyo financiero a la UNED es una inversión". Por suerte, el Gobierno Vasco ha sabido ver la oportunidad, ya que acaba de decidir su entrada en el Patronato del centro de Vitoria. Los responsables confían en que este paso se traduzca en un respaldo fundamental para allanar el camino.

En los dos últimos años, el alumnado en la UNED ha aumentado un 27%. "Ninguna empresa en Álava ha crecido tanto", aplaude la directora. "Y no sólo por la crisis", añade Tesouro, "sino porque ahora no hace falta haber aprobado la Selectividad para dar el salto, basta con disponer de un grado superior de Formación Profesional". Casi todos los matriculados de la UNED siguen siendo trabajadores, pero por esa combinación de crisis y de facilidades para acceder al centro la media de edad sí ha cambiado. La mayoría tiene entre 24 y 45 años, cuando antes la multitud se concentraba entre los 45 y 65. Lo que se mantiene inalterable es la motivación general: fortalecer el currículo para progresar dentro de la empresa. "En la Administración se dan un montón de casos", explica el consejero. "Como forma de promoción es muy importante. Yo he conocido a municipales que han acabado de jefes", añade el alumno, que hace dos décadas estudió a distancia Ciencias Políticas con ese objetivo. También el profesor de Derecho sabe de "cargos importantes" que antes de su ascenso pasaron por aquí.

Ya no es sólo que tener otra carrera ayude a crecer laboralmente. La clave, dicen los entrevistados, es cursarla a través de la UNED. "El propio nombre, educación a distancia, hace que algunas personas crean que matricularse aquí sea como en CCC y que aprobar resulte mucho más fácil. Todo lo contrario. Quienes nos conocen saben que el nivel de exigencia es mucho más alto que en las titulaciones presenciales", sostiene el consejero de Administración. Valiente, que lleva días sudando tinta, da fe. "Aquí entra todo el libro y no puedes intuir qué va a tocar. ¡En el último examen cayó una pregunta de un tema que salía en la última página! Y un compañero mío fue a septiembre porque había puesto lo normal en vez de la norma y así ya no aprobaba". Además, casi todos los alumnos lo son a tiempo parcial, debido a su trabajo, lo que significa que han de sacrificarse muy mucho si quieren sacar adelante los estudios.

Quitan horas a la familia, a los amigos o a las aficiones en la confianza de que algún día ese esfuerzo tendrá recompensa. Hasta que ese día llega. "En los procesos de selección se valora mucho que el trabajador haya estado en la UNED porque nuestros alumnos son personas con una gran responsabilidad y capacidad de trabajo, están motivados de una manera distinta al chaval que entra en una universidad a estudiar algo", sostiene Besga. Imízcoz le da la razón, desde su propia experiencia. "Tenemos convenios con empresas para hacer prácticas y siempre me dicen que sí, que les mande a nuestros estudiantes, porque valoran y aprovechan la oportunidad mucho más".

Ese perfil singular también hace que la relación del profesor con el alumno sea especialmente enriquecedora para una y otra parte. Como tutor, Besga orienta a sus discípulos, resuelve problemas de interpretación, plantea casos prácticos que pueden aparecer después en los exámenes... Y mucho más. "Tienen un interés tan impresionante que se establece una relación muy especial. Ya no sólo hablas con ellos de la asignatura en sí, sino de todo lo que ronda a su alrededor", explica el docente. El alumno lo confirma, con una sonrisa de agradecimiento. "Es la vocatio", opina.

La directora está encantada con sus profesores. "Ofrecen una dedicación plus para que los alumnos venzan las dificultades. Si no han podido ir a una clase práctica, les atienden en el despacho", explica. Tesouro incide en la idea de Dionisio. "Están por vocación de enseñanza, desde luego que no por los salarios". Besga escucha y sonríe. No parecen molestarle sus condiciones laborales ni la disponibilidad 24 horas por correo electrónico y móvil. Él insiste en lo gratificante que le resulta su trabajo, en el que lleva ya "más de veinte años". "Qué van a ser veinte", espeta entre risas el consejero, "y treinta también, que cuando llegué ya estabas". Para quienes disfrutan con lo que hacen el tiempo se pasa a toda mecha.

Las cuarenta primaveras de la UNED también han volado. Y ahora, en este momento difícil, Imízcoz tiene claro cuál es el reto de ella y su equipo. "Seguir haciendo lo que estamos haciendo con la misma calidad, sabiendo que las bajas no se pueden cubrir y que hay una carga extra para el docente", sostiene. "Lo que estamos haciendo no, ampliando servicios", corrige Tesouro. Y ella le da la razón, porque el crecimiento ha sido su leitmotiv desde que es directora. En este periodo de tiempo, ha puesto en marcha el servicio de Orientación, Información y Empleo, ha creado un centro de idiomas, ha ampliado la red de convenios con empresas -la última en formar eslabón, Michelin- y continúa trabajando para convertir la sede gasteiztarra en un referente en la formación continua. Con o sin crisis, con o sin apoyo institucional, la UNED se mantiene en pie, gracias al esfuerzo de todos sus componentes, respondiendo a una demanda social cada vez mayor. Su rumbo, la mejora constante.