Un grupo de jóvenes voluntarios participarán este verano, en los meses de julio y agosto, en el campo de trabajo que ha convocado el Gobierno Vasco para recuperar el molino Ubiros y su entorno en el pueblo de Tertanga, perteneciente al municipio de Amurrio, contribuyendo a mantener el patrimonio popular y reorganizar el entorno rural.

De hecho, el inmueble presenta un estado ruinoso, con el tejado hundido, y prácticamente camuflado por la maleza del entorno natural que le rodea, por lo que las tareas a desarrollar no sólo se centrarán en el molino -donde quitarán la maleza que le cubre, para después limpiar y acondicionar tanto sus paredes internas y externas, así como el pozo que le suministra el agua que movía antaño su maquinaria- sino que también desbrozarán la finca, limpiarán los residuos acumulados en la orilla del río, acondicionarán la huerta y la campa adyacentes, abrirán el canal que se alimenta del río y acondicionarán los senderos para los futuros visitantes.

También ayudarán a arreglar el tejado, colocar el suelo interior, arreglar el mecanismo del molino, y pintar los elementos de madera, así como a construir una acera de entrada y un horno de pan tradicional, entre otras labores, para las que los jóvenes se distribuirán en grupos dependiendo de las tareas que deban realizar y de los intereses de cada persona.

Se trata de un campo de trabajo de ámbito estatal, aunque se desarrollará en castellano y en euskera, en el que los jóvenes -un máximo de 20 de edades comprendidas entre los 18 y 26 años- recibirán la ayuda del director técnico del Ayuntamiento de Amurrio.

Las actividades se desarrollarán por las mañanas, en dos grupos divididos entre el 15 y 29 de julio y del 29 de julio al 12 de agosto; mientras que la franja vespertina se destinará a la realización de actividades de ocio tales como visitas programadas por el entorno, talleres, campeonatos de bolos, fiestas de los pueblos, rutas en bicicleta o salidas montañeras.

Ubicación privilegiada No en vano, Tertanga es un pequeño pueblo de 70 habitantes que se encuentra bajo la Sierra Salvada, en la subida al puerto de Orduña, por lo que es mucha la riqueza paisajística, natural y de patrimonio histórico a conocer en un radio de pocos kilómetros. En el propio centro del pueblo se pueden encontrar una iglesia, un palacio, una bolera y una fuente, aunque el proyecto que plantea el Departamento de Educación, Política Lingüística y Cultura del Gobierno Vasco, se centra en el molino Ubiros, sito a 500 metros del pueblo.

Para el alojamiento de estos jóvenes, el pueblo cuenta con un albergue -recientemente habilitado- que en otros tiempos fue la escuela del lugar. Tertangako Etxea, que así se denomina, se encuentra a un kilómetro del molino a rehabilitar -lo que implica una caminata fácil de 15 minutos- y dispone de una cocina industrial, sitio para dormir para 24 personas, con dos zonas divididas, almacén para guardar materiales de las actividades lúdicas, sala multiusos, duchas y baños. Las personas interesadas en participar pueden contactar con la dirección de Juventud y Deportes del Gobierno Vasco, en los números de teléfono 945 01 95 01 y 945 01 95 36.

Remate a una ruta Los molinos hidráulicos harineros tuvieron su época dorada durante los siglos XVI y XVII, aunque ya existían en el siglo V antes de Cristo. Se trata de un invento que ayudó a alimentar a la humanidad durante siglos y que, con la subida del precio del trigo a partir del año 1750, inició su decadencia en cuanto a número, sin llegar a desaparecer. De hecho, la técnica fue mejorando y muchos se convirtieron en molinos de cebo para piensos, otros en fábrica de harinas y los menos, en productores de energía eléctrica, aunque la mayor parte de los molinos que subsisten en la actualidad se encuentran, lamentablemente, en estado ruinoso.

El de Tertanga es sólo un ejemplo de ello, pero su recuperación traerá consigo el remate a una ruta: la que configuran los molinos de sus tres aldeas hermanas del Valle de Arrastaria. El de Delika data de 1818 y nunca ha dejado de moler, gracias a vecinos como Marcelino Uzkiano que se ha encargado de mantener este oficio ancestral en contra del paso del tiempo. El de Aloria muestra un exterior impoluto, gracias a la reforma a la que fue sometido hace unos años; y el de Artomaña es de 1815, fue restaurado completamente hace dos años, y el sueño del pueblo es que se convierta en un reclamo turístico o un paso obligado para los escolares del entorno, de modo que se pueda enseñar a los visitantes los modos de vida de los antiguos vecinos de la comarca. Con el Ubiros de Tertanga, estas cuatro joyas del patrimonio rural se convertirán en firmes candidatas a protagonizar un nuevo folleto turístico del Valle de Ayala. La idea está lanzada.