Incontinencia. Y en grado supino. La catalogación que recibe el santo alavés por su querencia a la hora de regar a los suyos con buena lluvia se queda corta. Lo de meón, escrito sin ambages, pero con todo el respeto que se merece el patrón Prudencio, es un eufemismo. Al menos, a la hora de catalogar la meteorología con la que ha decidido arribar el citado este año. A lo peor, desde la morada celestial en la que residen plácidamente durante todo el año los integrantes del santoral no se acaba de ver con nitidez lo sobrados de frío, lluvia, heladas y precipitaciones que van los residentes de este territorio histórico, que han sobrevivido echando mano a forros polares y a calzones de pata larga a un invierno de esos que endurecen el carácter y arrugan el pellejo. Debe ser que la distancia entre el resort del paraíso y esta terrenal provincia dificulta las comunicaciones y hace que el wifi se pierda en el trayecto y llegue allá arriba mermado de información y con las noticias trasquiladas.
Sea como fuere, lo cierto es que el fin de semana que los alaveses dedican a la mayor gloria de su patrón empezó ayer con muestras grandilocuentes de ese clima que hace que la primavera sea el día más esperado del año en estos lares. De hecho, en plena víspera de caracoladas, perretxikos y romerías, y en la jornada consagrada al buen cenar y al buen beber -en sus diferentes variables jaraneras, cada cual, diseñada ex profeso para personalidades, edades, gustos y ganas de chupiteo particulares- sufrió rachas de lluvia, granizo e, incluso, nieve en zonas altas y expuestas y a ras de calle en momentos puntuales. Y hoy... Bueno, para hoy se espera una jornada en la que la fiesta tendrá que sobreponerse a los elementos, como aquella Armada que naufragó ante las costas de la pérfida Albión. Pero en éstas, los alaveses tienen las de ganar. Y lo harán, porque en estas lides, son duchos. El frío se combate con la estrategia de la cebolla, que dicta que, en simétrica proporción, serán necesarias tantas capas de ropa como grados de menos señalen los termómetros y calorías de más hayan ingerido los organismos en las horas precedentes. Respecto a la lluvia, ésta se combatirá con ese despliegue de gracia que sólo quienes se han criado entre lloviznas y aguaceros conocen y que, en la práctica, consiste en saber compaginar el paraguas en una mano y el talo en la otra mientras se tercia un vaso con néctares variados. En cuanto a las ganas de fiesta... Se dan por descontadas. Aunque los chuzos caigan de punta, nunca han fallado los ahijados del santo en tal día como hoy.
Por todo ello, y pese a las condicionantes, los escenarios elegidos por la fiesta volverán a cambiar su fisonomía habitual para recordar que el 28 de abril es fiesta grande. Cierto es que la bajada de temperaturas y el regreso puntual del invierno a esta desconcertante primavera puede asustar a más gente de la debida, que serán los que se ausenten de las campas -entre los puestos de rosquillas, talos, ropa, baratijas y demás parafernalia- o de los lugares de ocio habituales que la capital elige cada vez que hay que festejar, si es que se entiende esta forma verbal por compaginar la ingesta de bebidas espiritosas -solo, en pareja o en cuadrilla- con la virtud de reeditar en locales oscuros y colapsados la posición de las sardinas cuando éstas se adocenan en latas para su venta al público y con la costumbre de martillear los tímpanos con sones diversos, que podrán ir desde el perreo reggaetonero hasta el tun tun patrio, en el que los alaveses en este día, en armonía y buena unión, celebran fiesta a San Prudencio, a San Prudencio su patrón.
Sin embargo, Armentia y el centro, haga el tiempo que haga, volverán a vestirse de gala para honrar una forma de entender la fiesta única. Ésta se basa en el apego a costumbres que se enraízan en los tiempos y que resaltan el cariño de los alaveses a usos ligados a la tierra y al campo, ahora olvidados, pero que, en definitiva, son el origen del actual territorio. Romería y celebraciones católicas, talos y sidras o txakolís, rosquillas, aurreskus y ofrendas y respeto forales...
Cuando amanezca hoy ya se habrán extinguido los repiques de la tamborrada senior de la madrugada. Sin embargo, el zortziko Álava volverá a musicalizar las calles con notas de fiesta, preámbulo de la tamborrada de los Biznietos de Celedón y de la de los txikis, ideada ésta para fomentar la cantera y asegurar los sones del futuro. Quien quiera también podrá madrugar para disfrutar de toda una jornada de celebraciones, danzas, herri kirolak, verbena y fiesta, sobre todo, mucha fiesta, que es lo que se espera en el epicentro de Armentia. Claro está, si el tiempo lo permite. El santo decidirá.