LO ha hecho de nuevo. Javier Maroto ha vuelto a dar un paso atrás para matizar una decisión inicial y contentar, en este caso, a la asociación de restauradores de bienes culturales de Álava Akobe, que horas antes le criticó por iniciar la limpieza del monumento a la Batalla de Vitoria sin contar con ellos. Ayer, por sorpresa, el alcalde les convocó a una reunión para firmar la paz justo cuando se iban a plantar en la Virgen Blanca.

El final de una surrealista polémica que comenzó con una carta al director que el colectivo Akobe envió a los periódicos y salió publicada anteayer en DNA. En ella, los restauradores alertaban de que en la limpieza al monumento se estaban utilizando productos dañinos como sosa cáustica que podían deteriorar irreversiblemente la piedra. El gobierno popular, que ya había descartado restaurar la obra por su alto coste, y que fuese personal municipal el encargado de la limpieza negó al principio el contenido de la carta y lo atribuyó al malestar de estos profesionales por no ser ellos los beneficiarios de este contrato.

Apenas veinticuatro horas después, y ante la amenaza de una protesta en la Virgen Blanca, el ejecutivo popular adopta la decisión de que, aunque va a seguir adelante con la limpieza prevista, sí va a incorporar al equipo de trabajo a dos restauradores para eliminar las pintadas y los grafitis del monumento, y supervisar la obra. Como resultado final, el lavado de cara a la Batalla de Vitoria costará a los gasteiztarras 10.000 euros más, a sumar a los 2.400 iniciales. "No paramos las acciones sino que las complementamos de la mejor manera posible, que es de la mano de los profesionales", justifica Maroto.

No es el único. También la asociación de restauradores midió ayer sus palabras y pidió disculpas a los empleados de la plantilla municipal que, cumpliendo órdenes, realizan la limpieza. "No hemos querido menospreciar su trabajo en ningún momento".