llodio. Este mes se han cumplido ocho años desde que el municipio de Llodio dio luz verde a una ordenanza municipal con la que se regularon las condiciones que debían reunir las lonjas que aspiraban a convertirse en viviendas. Aquella iniciativa no sólo supuso una nueva fuente de ingresos para los propietarios de locales comerciales sin uso, sino también un aumento de la oferta residencial evitando la ocupación de nuevo suelo y un cambio que permitía el acceso a la vivienda a un sector social con notables dificultades para llegar a ella.

Los barrios de Ugarte y Latiorro fueron dos de las zonas que más solicitudes registraron para convertir bajeras en viviendas, aunque el fenómeno también se extendió a otras calles como José Arrúe, Areta, Arantzar, Urumea o Landaluze, entre otras. En los primeros años de entrada en vigor de la normativa el número de solicitudes para ejecutar este tipo de obras se multiplicó. De hecho, en 2005 sólo se concedieron trece licencias, en 2006 se entregaron 47 permisos, que ascendieron hasta 55 en 2007.

Sin embargo, en 2008 la demanda de licencias descendió hasta 13. Una cifra que no ha dejado de decrecer, puesto que en 2009 únicamente se otorgaron cuatro permisos y en los últimos tres años sólo se han registrado dos licencias (una por año). Es decir, en Llodio se han otorgado un total de 135 licencias para la conversión de lonjas en viviendas desde la aprobación de la ordenanza, pero sólo siete de ellas en los últimos cuatro años. ¿La explicación a este fenómeno? El precio de este tipo de lonjas se ha multiplicado desde que comenzó la concesión de permisos. Son viviendas que, en pocos años, han equiparado su precio al de una vivienda convencional, tanto en régimen de compra como de alquiler y eso, a pesar de que la mayoría no supera los 55 metros cuadrados de superficie.

Amurrio, freno a la especulación Por ello, cuando la vecina localidad de Amurrio aprobó su ordenanza para regular la materia cuatro años después, concretamente en junio de 2009, intentó poner freno a posibles procesos especulativos mediante la aprobación de mecanismos que posibilitasen una limitación del precio de venta y alquiler de las futuras viviendas de manera que fueran accesibles para los sectores del municipio con menor capacidad adquisitiva. Es decir, las nuevas viviendas en planta baja sólo pueden configurarse como pisos de protección pública tasados municipales y no podrán perder nunca ese carácter.

Así, la normativa amurrioarra recoge de forma explícita que "el precio máximo de venta del metro cuadrado útil de la vivienda en primeras, segundas y posteriores transmisiones no podrá superar 1,7 veces el precio máximo de las Viviendas de Protección Oficial (VPO) de régimen general", y que "la renta máxima a abonar por arrendamiento será la fijada en cada momento por Alokabide u órgano autonómico competente en tanto el Ayuntamiento carezca de regulación propia".

Sin embargo, la ordenanza reguladora de Amurrio para convertir lonjas y entreplantas en viviendas "llegó en plena crisis económica, con el desplome de la construcción y hemos recibido pocas solicitudes de licencias", explica el teniente de alcalde de la villa, Javier Bitorika. Y es que Amurrio sólo ha otorgado, desde que entró en vigor la normativa, diez permisos de este tipo. "Tres corresponden a lonjas situadas en las zonas de Maskuribai, la estación de tren y la calle José Pikaza. Y las otras siete se han concedido en dos entreplantas ubicadas, una en la avenida Ayala, con cinco pisos, y otra encima de la nueva Caja Vital, en la que se han habilitado otras dos casas", puntualizó Bitorika.

Otro aspecto a resaltar de la normativa amurrioarra es que se ha cuidado mucho para no disminuir el potencial comercial del municipio. Así, la práctica totalidad de la zona centro o del entorno de la rotonda que se está construyendo en el área de ampliación del parque son zonas reservadas a la actividad comercial. Mientras -según el mapa que acompaña al documento-, las calles José Pikaza, Etxegoienbidea, Galíndez y Aiara, así como el barrio Lezarraga, varios puntos de Mendiko, Boriñaur, Landako, Maskuribai y Goiena, y números sueltos de las calles Madinabeitia, Elexondo y Araba, son algunas de las zonas calificadas como aptas para que en los bajos y entreplantas de sus edificios residenciales puedan implantarse viviendas.

Además, el documento fija las condiciones de habitabilidad necesarias para la ejecución de viviendas y las directrices arquitectónicas adecuadas para que el resultado final ofrezca una imagen urbana unitaria; al tiempo que incluye una disposición adicional por la que cada cinco años se revisarán tanto el plano de zonificación, como el listado de portales aptos, con el objeto de verificar si en los locales cuyo uso comercial se preveía idóneo se van implantando de hecho comercios, o si por el contrario, habría que considerar su inclusión en el listado de locales transformables a vivienda.