LA continuidad de la crisis no deja de destapar las miserias del mercado laboral. Situaciones injustas, muchas veces sangrantes, que conforman un explosivo bodegón cuyo exponente máximo suelen ser los accidentes mortales. La realidad es así de cruda desde hace años y Vitoria no es ajena a este dramático fenómeno. Sin ir más lejos, hace apenas unos días lo comprobó en sus propias carnes, cuando una trabajadora de la limpieza de 62 años fallecía al caer de la escalera donde trabajaba, en el portal del inmueble número 10 de la plaza de la Provincia. La sobreexplotación laboral a la que se habría visto obligada esta mujer podría haber influído en el fatal accidente, argumentaron entonces varios portavoces sindicales. Y podría ser verdad, aunque no hay certeza, como en tantas otras ocasiones. Así que a la espera de que Osalan esclarezca las causas reales, el accidente hace días que tornó en dato, uno más para la fría estadística. La misma que cada año, sin excepción, converge en una no menos infame lista negra que aunque se aprecia decadente en los últimos años parece no tener fin. Porque en este asunto de los accidentes y la prevención laboral la sensación es que cada uno va por su lado, con independencia de la trinchera que lo aborde.

Este periódico lo ha podido comprobar en persona, dando cuenta además de un dato que alarma: lejos de amainar, el problema parece estar agudizándose como consecuencia de una crisis casi perpetua que todo lo inunda, incluida la seguridad de las personas. El caso de la mujer de la limpieza lamentablemente no es único. En Álava, concretamente en Amurrio, otro trabajador de 41 años falleció el pasado mes de enero mientras soldaba una tubería en la planta de Tubacex. Fue otro drama más, el enésimo en el sector industrial, para un empleo de alto riesgo donde, según la versión sindical, ni empresas ni mutuas ni organismos competentes (léase Osalan) están haciendo las cosas bien. "Lejos de tomarse en serio este asunto de la prevención está todo hecho unos zorros", ilustra a las primeras de cambio Luis Muliá, responsable de Seguridad Laboral en Comisiones Obreras de Álava. A juicio de este representante, cuya opinión es perfectamente extrapolable al sentir del resto de centrales, la precarización laboral es un hecho "consumado" que lejos de enmendarse se está agravando por momentos, con unas inversiones cada vez más "nimias" por parte de las empresas en la gestión de la prevención.

Puede que el goteo de la crisis esté obligando a los empresarios a aplicar recortes en prácticamente todas las áreas de su negocio que no consideren estratégicas, seguridad incluida. Sin embargo, esta certeza con la que se despacha la clase sindical carece de sentido para este colectivo, que ofrece una versión de la situación totalmente opuesta. Un ejemplo claro de la divergencia de intereses que existe en todo este asunto.

"Sí hay concienciación" En esta línea, una investigación elaborada el pasado año por la patronal alavesa y Osalan -la primera de estas características que se llevaba a cabo en Euskadi- evidenció la "alta concienciación" en materia de prevención que existe entre las pymes y micropymes, después de una ronda de consultas entre 339 empresas de menos de 50 trabajadores. Aquel informe, que ya advertía de las dificultades de trasladar e implementar la actual legislación a la realidad empresarial "en la medida que que la norma tiene carácter horizontal y no observa la dimensión de las empresas", ya advertía también que las empresas de menos de diez trabajadores estaban optando por contratar los servicios de un equipo externo especializado en este tema. Así pues, cuitas históricas al margen, todo hace indicar que lejos de la versión catastrofista de algunas centrales sindicales, sí parece existir una corriente favorable a la cultura de la prevención entre las empresas y los trabajadores. "Está costando pero cada vez son más conscientes ambas partes de lo que hay en juego", apunta en esta línea Conchi Castillo, de Comisiones. Las cifras de los últimos años en materia de mortandad también evidencian el cambio de tendencia. Si en 2007 el número de fallecidos fue de 22 trabajadores en Álava, en los años posteriores la estadística fue descendiendo hasta los ocho del pasado año. Bien es cierto que en este mismo periodo el número de trabajadores expulsados del mercado laboral se ha disparado -la diferencia entre la población activa alavesa de 2007 y 2011 derivó en 8.000 personas menos-, pero de lo que no parece haber duda es de que la reducción de la siniestralidad laboral tiene un motivo. Y que el marco, afortunadamente, poco tiene que ver con el de antaño.

contratos falsos O puede que sí, según sectores como el hostelero, donde aún hoy continúa siendo frecuente aquello del "o tragas o te largas". Le ocurrió por ejemplo a Mercedes (el nombre es ficticio), una empleada en un restaurante de Vitoria cuyo caso demuestra la impunidad del sistema en sectores como el suyo, regido por el oscurantismo de un modelo demasiado permeable al fraude. El caso de esta vitoriana es real. Y duro, aunque "demasiado frecuente", lamenta el representante sindical Celso Fernández. Según su contrato laboral, Mercedes debería trabajar en la cocina de este local durante dos horas a la semana, en tareas claramente definidas, pero la realidad es otra bien distinta. Y es que no hay semana que no meta menos de 50 horas en los fogones de este local. Un "absoluto disparate" que en este caso, lamenta Fernández, es posible por la connivencia de la propia trabajadora, que acepta el trato a cambio del mantenimiento de su puesto de trabajo y un dinero negro que por supuesto no declara. "Aunque es sangrante, resulta muy habitual", añade este mismo sindicalista.

Como también lo es la persistencia de esa "pésima costumbre" de no dar de alta en la Seguridad Social a los trabajadores, apuntan desde este mismo sindicato. Un riesgo mayúsculo para ambas partes, habida cuenta de que en caso de accidente es más que probable que la ruina llame pronto a la puerta del empresario y que al afectado le queden, como poco, secuelas físicas al no haber podido recibir la asistencia adecuada. Pero es el riesgo del fraude. El dilema entre tragar o denunciar. El atajo que este tipo de empresarios llevan a cabo para ahorrarse de forma ilegal unos 700 euros al mes por empleados como Mercedes. Que este diario sepa, la historia de esta cocinera no irá más allá de una "pataleta" con su jefe -motivo por el que acudió al sindicato- que probablemente solucionará antes de acudir al juzgado. Es cuestión de prioridades. En los tiempos que corren, repletos de necesidades, protagonistas como esta vitoriana prefieren correr el riesgo que perder su trabajo.

la crisis y el mercadeo Y el riesgo, que se sepa también, entraña accidentes. Un silogismo que para Adrián González, de CFP Servicio de Prevención, demuestra el porqué en la Euskadi más empresarial sí se tiene cada vez más en cuenta la prevención en riesgos laborales. Un estado de ánimo que es "obligatorio", recuerda, y que viene de lejos, si bien en los últimos meses los ajustes están llevando a las empresas, especialmente a las menos dimensionadas, a buscar ofertas en esta materia que ofrezcan el mismo servicio por un menor precio. Mercadeo puro, aunque "prácticamente inexistente" en el caso de las grandes compañías, donde la cultura de la prevención se da por supuesta desde hace años y donde además "deben dar ejempleo al resto". Todo es cuestión de mentalidad, añade este experto, que hace cuatro años que ofrece un servicio de asesoría en prevención especializado para las empresas que contratan en origen o envían expatriados al extranjero. "Es una formación a la carta en la que de algún modo preparamos el camino para que luego no surgan los problemas", concluye.