buenos aires
EL ejemplo de humildad, trabajo dedicación y cercanía con los más necesitados del Papa Francisco sigue hoy más vivo que nunca en las villas de la periferia de Buenos Aires, los barrios más pobres de la capital argentina que el cardenal Jorge Bergoglio solía visitar varias veces al año. El espíritu evangelizador de Bergoglio está presente en cada uno de los rincones del centro Padre Carlos Mugica de la Villa 31, donde el Pontífice acudía para escuchar, consolar y ayudar a los excluidos por la sociedad. "El Papa estuvo y está muy presente en este barrio, pero también en los demás, y en todos los lugares mas ocultos y marginales de la ciudad de Buenos Aires", explicó hoy en una entrevista con Efe el padre Eduardo Drabble, vicario de la parroquia Cristo Obrero. "El padre Jorge, como aquí le llamábamos -prosigue-, iba a esos lugares. Donde había un curita que estaba solo o no había muchas cosas. Ahí se metía él". El sacerdote recordó cómo el Papa Francisco iba a las cárceles y a los hospitales, a aquellos sitios donde "nadie quiere estar", porque "a nadie le gusta estar al lado de las drogas, de los chicos que consumen o viendo a gente morir". Por eso, dijo, es una persona "que no sólo nos dio ejemplo de humildad y austeridad, que es lo que le caracteriza, sino también de de ir siempre más allá, de ir a un lugar adonde nadie va y a estar con los que más lo necesitan". "Él vino, vio, nos motivó, nos aseguró, nos entusiasmó el corazón", subrayó Drabble, quien recordó que hace cinco años el ya arzobispo Bergoglio lavó los pies a los primeros chicos de otro centro situado en la conocida como villa 21. "Él fue el primero, y a partir de ahí las semillas siguieron dando frutos", señaló. El legado del Papa Francisco en los barrios más humildes es tan fuerte que cuando se supo que había sido elegido como sucesor de Benedicto XVI, la Villa 31 estalló en una fiesta. "No nos lo podíamos creer, nadie se lo esperaba. La gente del barrio festejaba, salía a la calle, gritaba como cuando van a ver a River. Tiraban cohetes", explicó Drabble. "Recuerdo -dijo- que la gente venía aquí con las fotos que tenían con él y me decían:'este es el Papa, yo conocí al Papa. Tomó mate en mi casa, la bendijo. Él me dio la comunión, la confirmación'. Era una alegría que nacía de dentro". El sacerdote aseguró que para los argentinos este es un momento histórico, "pero no por argentinos, no es por tener a Maradona, Messi y ahora un Papa".