vitoria. Nació en el lejano 1887, en la entonces efervescente calle Postas, y desde ese enclave las vio de todos los colores. Aguantó guerras -civiles y mundiales-, epidemias y hasta períodos infames de hambruna. Sin embargo, un siglo largo después no ha podido con la crisis. Cumplidos 126 años desde que dos hermanas de Eskoriatza fundaran el Dos Hermanas, este emblemático restaurante cerrará sus puertas de forma temporal como consecuencia de la grave situación económica. Sus actuales gestores, vinculados también al sector con varios restaurantes en Vitoria, no han podido mantener a flote al que fuera durante décadas santo y seña de la gastronomía local. Así que después de 13 años de gestión, afirman no tener más remedio que cerrar temporalmente el local para acometer una profunda reforma integral que dará lugar, aseguran, a un nuevo concepto de hostelería en la capital. "En las condiciones actuales, manteniendo el mismo estilo de siempre, es inviable mantener el negocio abriendo dos o tres horas al día", explica un portavoz de esta sociedad. Las obras, adjudicadas a un conocido estudio de arquitectura local, comenzarán en breve y se prevé que duren entre seis y ocho meses. Del viejo Dos Hermanas quedará poco. Puede que ni tan siquiera el nombre, un aspecto que ahora debaten sus dueños.

El proyecto contempla un local con servicio completo de bar y cafetería, al margen del restaurante, que contará con una decoración singular inspirada en los locales de moda de las principales capitales europeas y que abrirá de forma ininterrumpida entre las 6.00 y las 22.00 horas. "Queremos aprovechar el tránsito que el nuevo Ayuntamiento generará en esta calle (Madre Vedruna) y queremos hacerlo desde primera hora de la mañana", añade el mismo portavoz consultado por este diario.

"Decisión dolorosa" Se trata de una decisión "dolorosa" pero perfectamente "meditada". Tanto como la que en el año 2000 llevó a esta misma sociedad a plantear una oferta al antiguo propietario, Joserra Aguiriano, nieto de las fundadoras, para hacerse con el emblemático local para ampliar su mercado en Vitoria y consolidar un perfil de comensal, quizá más elitista. Aquel objetivo se logró en los primeros años hasta que a finales de 2007 estalló la burbuja financiera.

Ahí comenzó un declive que se veía venir. La decadencia de un icono que en sus últimos tiempos apenas si llegó a ser una sombra de lo que fue. Que fue mucho cuando arrancó en aquella Vitoria provinciana de 1887, fruto de la pasión de dos hermanas, Alfonsa y Flora Esquível, recién llegadas desde el caserío Lete de Eskoriatza. Aquel primer restaurante se ubicó en la confluencia de las calles Postas y Fueros -esquina que años después ocuparía La Brasileña- y allí permaneció durante 81 años. Para entonces, la segunda y tercera generación de los Aguiriano-Esquível ya participaban del negocio, que en 1968 se trasladó hasta el número 25 de la misma calle Postas debido a una "polémica" e "injusta" expropiación municipal, tal y como sostiene aún la familia. A pesar de los 60.000 habitantes que registraba el censo municipal de la época, el Dos Hermanas no dejó de crecer. Y con él, su fama. En poco tiempo logró hacerse un hueco entre los más grandes del circuito gastronómico local, hasta el punto de que en las crónicas del momento aparecía su nombre ligado al de otros referentes como el Mesón Nacional, los hoteles Frontón o Jáuregui y La Marina.

Tiempos de bonanza Eran tiempos de bonanza industrial en el territorio histórico de Álava y eso también se notaba en las comandas del restaurante y en la barra del bar, "repleta de un surtido de banderillas y mariscos como nunca antes se había visto", recogía el crítico gastronómico Fernando González de Heredia, Tote, en su libro Álava, aquella gran cocina y su innovación.

Con la expansión demográfica y empresarial, el centro de la capital alavesa viró hacia otras latitudes, en concreto hacia la zona de Aranzábal, donde el restaurante fijó su segunda, y de momento definitiva, mudanza en la calle Madre Vedruna. Corría el año 1985 y el restaurante continuaba codeándose con otras referencias surgidas años atrás como Ikea, Zaldiaran o El Caserón. Por entonces, era ya casi un siglo de andadura el que este emblema arrastraba en Vitoria. Abriendo camino e innovando desde aquellos primeros fogones de Postas donde Prudencio Aguiriano, sin ir más lejos, servía con sifón los primeros vermouths en Vitoria. "Pero de la nostalgia no se come", advierten con pesar los actuales dueños, que han decidido jugarse la última bala para salvar a este histórico local. Desde hoy ya no atenderá a sus clientes con la misma filosofía que hace 126 años. Confía en poder hacerlo pronto, quizá antes de que concluya el presente año, pero desde luego con otro estilo muy diferente. Otra forma de hacer hostelería que se adecue a los nuevos tiempos. "Nada que ver a nuestro pesar con lo que un día fuimos". El tiempo dirá.