Bilbao. Un nuevo drama se cernió ayer sobre Bizkaia. Los problemas para afrontar los pagos de la vivienda habitual, ya sea en propiedad o en alquiler, se cobraron una ayer nueva víctima. Si a principios de noviembre del año pasado, el suicidio de la barakaldesa Amaya Egaña ponía la atención sobre el drama de los desahucios y provocaba la reacción de los políticos, ayer Bizkaia se tiñó de luto con la muerte de un vecino de Bilbao, minutos antes de que una comisión judicial le instara a abandonar la vivienda en la que residía de manera habitual.

El barrio de Ibarrekolanda de Bilbao se encontró con una noticia que sobrecogió a los vecinos. Uno de ellos, de 50 años, decidía quitarse la vida la misma mañana en la que una comisión judicial iba acceder a su piso en el que vivía de alquiler. José Antonio Diéguez estaba separado y tenía una hija de 13 años, con la que mantenía una estrecha relación.

Sobre las diez de la mañana, los responsables judiciales que tenían que hacer efectivo el desahucio se personaron en la cuarta planta del número 2 de la calle Txakolin. Llamaron en repetidas ocasiones al timbre del 4ºC esperando poder acceder al piso, pero al no obtener respuesta decidieron avisar a un cerrajero para que les abriera la puerta. Sin embargo, cuando entraron al interior, comprobaron que no había nadie y que había una silla colocada junto a una ventana. Desde allí, vieron que el hombre se había arrojado al vacío. El hombre se lanzó por la parte trasera de la calle, en una zona cerrada al tráfico rodado.

Una vecina que vio lo sucedido alertó a los servicios de emergencia. Hasta allí se trasladaron varias patrullas de la Ertzaintza y una ambulancia que trató de reanimar a José Antonio pero sin éxito. Tras certificar el fallecimiento, pasadas las once y media de la mañana, se procedió al levantamiento del cadáver y los servicios municipales limpiaron la zona en la que se había precipitado.

una persona "discreta" Todavía sin dar crédito a lo que acababa de suceder, los vecinos del inmueble donde residía José Antonio le describían como una persona discreta, con el que apenas cruzaban un "hola y adiós". "Llegaba sobre las seis de la tarde pero no decía nada a nadie", precisó su vecino que relató que había sido "profesor de matemáticas" y ahora trabajaba para el "Gobierno vasco". Según una nota, firmada por ELA, LAB, UGT y CCOO, remitida ayer José Antonio trabajaba en una subcontrata del Gobierno Vasco que realizaba labores de mantenimiento en la sede de Gasteiz.

Una de las imágenes más habituales en el barrio de Ibarrekolanda era ver a José Antonio acompañando a su hija al colegio o a diferentes actividades. "Siempre se le veía llevando y trayendo a su hija del colegio", decía su vecino. Otros estaban conmocionados porque sus hijos compartían juegos con la pequeña en el parque cercano a su casa y no podían creer que José Antonio se hubiera quitado la vida. De hecho, tras separarse de su exmujer se trasladó a un edificio cercano a donde vive ésta.

Deudas con el casero Muchos vecinos no tenían conocimiento de que el fallecido estuviera atravesando problemas económicos que le impidieran hacer frente a los pagos del alquiler, que en la zona rondan entre los 700 y 800 euros mensuales. Su vecino de rellano comentó que el casero le había dicho que no le había abonado varias mensualidades. "Me dijo que le debía dinero y que le había denunciado", aseguró el hombre, que precisó que José Antonio "no hablaba con nadie". Otras personas del barrio apuntaron que las deudas que acumulaba el fallecido desde hace meses estaban "agobiando" al propietario del piso.

Más allá de las circunstancias económicas, todos coincidieron en subrayar que no había causado "ningún problema en la comunidad". De hecho, los pagos de las cuotas estaban al día, tal y como precisó el vicepresidente de la comunidad, aunque se desconoce quién se encargaba de abonar las cuotas, si el inquilino o el propietario del piso.

Nadie entendía qué era lo que abocó a José Antonio a tomar la decisión de quitarse la vida. Uno de sus vecinos acudió a la filosofía para tratar de hallar una explicación. "Las matemáticas no son la ciencia más exacta que existe porque dos disgustos más dos disgustos tendrían que ser cuatro disgustos. Pero no se pueden afrontar tantos disgustos".

Doce muertes en cinco meses Desde que el drama de los desahucios comenzó a ser más latente ya ha sido doce las personas que se han quitado la vida ante la perspectiva de quedarse sin vivienda. El caso que más conmocionó a la sociedad fue el de la barakaldesa Amaya Egaña.

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca consiguió el 13 de febrero que el Congreso aceptara su Iniciativa Legislativa Popular tras reunir casi un millón y medio de firmas. En ésta se solicita la dación en pago, la paralización de los desalojos y la creación de un parque de viviendas.