PARECE mentira, pero tras apenas unos pocos días consecutivos con la nieve poblando aceras y calzadas en la capital alavesa el manto blanco -cada vez más sucio- se ha convertido en un elemento cotidiano en la vida de los gasteiztarras. La novedad ya no es tal, y lo que toca es convivir con la nieve hasta que ésta desaparezca completamente, arrastrada por las lluvias. Eso sí, no es lo mismo vivir el día a día con la nieve en una oficina, un comercio o una fábrica que repartiendo cartas, al volante de un autobús o de una furgoneta, o directamente retirando el esponjoso elemento para ver impotente cómo horas después vuelve a estar ahí, como si no hubiera habido por medio ocho horas de duro trabajo.

Ese es el caso de Miguel Ángel Uscio, operario de FCC que lleva varios días -al igual que sus compañeros- pegándose tremendas pechadas, pala y escobón en mano, que parecen no cundir. "No lo llevamos muy bien, porque no estamos acostumbrados a hacer este servicio, y no damos abasto", explica mientras elimina la nieve de la calle Los Herrán. "Ayer nos tocó esta zona, la hicimos, y hoy hemos tenido que hacer lo mismo, echando sal y todo", señala frustrado un trabajador que, tras ver cubierto de nieve todo lo que limpió hace unas horas se siente "como que no das lo que deberías, pones todo lo que tienes y no llegas". Y eso que, según explica Uscio, "la empresa ha reforzado servicios, gente que trabaja a tiempo parcial en días como hoy que igual tenían fiesta les han mandado a trabajar".

Al menos, asegura Miguel Ángel, los vitorianos son comprensivos durante estos días con su tarea, que consiste en echar sal, abrir pasos para los peatones y despejar los accesos a servicios esenciales como los centros de salud o la estación de autobuses. Esa buena actitud ciudadana -"aunque habrá de todo"- ayuda a sobrellevar el frío, pero lo peor es la humedad. "Te mojas los guantes y los pies, y se nota en la sensación térmica", explica el operario.

Muy cerca, en la estación de autobuses, Pedro Yera espera para recoger a sus pasajeros y lanzarse a la autovía. Este vecino de Bergara lleva un cuarto de siglo conduciendo un autobús, pero cuando nieva, dice, "tienes que ir como si fuera el primer día. Por mucha experiencia que tengas -afirma-, en la nieve no hay que confiarse, porque no sabes si hay hielo debajo; la experiencia vale, pero tampoco vale mucho, se trata de tener mucha paciencia y no tener prisa, en verano tampoco, pero hoy todavía menos".

Según Pedro, en los últimos años la gente es más prudente al volante cuando llegan días como el de ayer. "Ya los coches no adelantan como antes; algún chaval se ve en las rotondas dando al freno de mano, pero sin más historias", afirma, aunque hay todavía quien, parece, no toma las mínimas medidas de seguridad vial. "Para mí el problema principal cuando hay nieve, y hoy lo estoy viendo también en la autovía, es que los trailers adelantan donde está prohibido; y a todo el mundo, a coches, a autobuses... Luego se cruzan, se llevan por delante a todo el mundo y se monta el follón. Y no sé por qué, la Ertzaintza les ve y no les dice nada", se queja Pedro.

El chófer de la compañía Alegría, quien denuncia que son especialmente los camioneros portugueses los que arriesgan su pellejo y el de los demás cuando la nieve cubre las carreteras, explica por otro lado que en general sus pasajeros son comprensivos con los retrasos y las molestias que generan estos temporales.

Ayuda y mucho a ese buen talante ciudadano que constata Pedro el ver que "los quitanieves están preparados, y que en la ciudad, aunque en un día como hoy -por ayer- no se pueden pedir maravillas se va bien, la cosa funciona".

comprensión policial El repartidor Mariano Barquín coincide con Pedro en que, al menos esta vez, se ha actuado bien frente a la nevadas. "Esta vez está todo muy bien, pero en la nevada anterior, que yo tenía que andar por la parte vieja, tuve que esperar hasta las once de la mañana hasta que empezaron a limpiar en condiciones, por lo visto no estaba previsto que nevara", explica. En ocasiones como aquélla, en la que, efectivamente, la nieve llegó por sorpresa a la capital, a trabajadores como él se les complica mucho mover sus carretillas cargadas de pesadas cajas de bebidas, "pero uno ya se acostumbra", entre otras cosas porque "todo los años toca alguna nevada, y en esta época además es lo normal".

Además, en días como el de ayer la Policía Local "es comprensiva". Luego, el resto del año, "hay veces que están más encima y otras que se relajan un poco más".

Henar Suárez cubre, como empleada de Correos, la zona de la calle Dato, y como ésta es una de las calles donde antes se limpia, no tiene problemas en llevar su carro cargado de cartas hasta cada comercio y domicilio. "Si vas al otro lado de las vías del tren igual tienes problemas", explica la mujer, que como Mariano sí sufrió más dificultades la semana pasada. "No llegamos a salir con el carro porque no se había limpiado nada y era imposible", afirma.