Laguardia. Para las comidas y cenas de estas fiestas muchas personas se devanarán los sesos pensando en los vinos que maridarán con cada plato y otras seguirán las rígidas normas de etiqueta que marcan servicio de tintos para las carnes, blancos para el pescado y cava en los postres. Pues bien, quienes mejor entienden de caldos en el territorio aseguran que no hace falta llenar la mesa con botellas de distintas clases, si bien la gama es tan amplia que resulta difícil seleccionar.
Desde los riojas del año, algunos serenos y otros con su punto de aguja gracias a la maceración carbónica, a los crianzas, reservas y grandes reservas, a los vinos de garaje o de autor, tan impactantes y diferentes, hay una gama variadísima donde poder elegir. Y no sólo eso. Es que además están los vinos blancos en fulgurante ascenso en su consumo, criados en botella o en barrica, los dulces o de hielo, creados gracias a vendimias tardías, o algunos supurados no aptos para diabéticos, y los cavas, tan personales, de Lapuebla de Labarca, Laguardia u Oion. Ahora bien, Inés Baigorri, gerente de la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa, aconseja "no hacer demasiada mezcla, de cara a la salud". "Apostaría por no hacer demasiados maridajes, porque si decidimos cenar o comer con un vino o con dos es suficiente. No hace falta hacer locuras de elegir cuatro. Es preferible dejar otras dos variedades de tipo de vino para la comida del día siguiente y así no haremos tantas mezclas que sentarán mal", sostiene.
En cuanto a los tópicos del blanco para una cosa y el tinto para otra, Inés Baigorri sugiere "fijarse más en la estructura de los vinos, si son jóvenes, si tienen más o menos acidez, si son vinos estructurados, para así fijarnos en qué tipo de comida tenemos; si es una comida con mucha proteína o muy grasa o si es más acuosa, como los espárragos…". Lo importante, en definitiva, es ser lógicos en la elección del vino. "No sólo en el color que tiene, sino en si tiene mucha madera, o es ácido", matiza.
Y es que el vino es, en sí mismo, un protagonista en cualquier celebración. No es un acompañamiento para beber a grandes tragos, sino para disfrutarlo y jugar con él y con los sabores de los platos que estén en la mesa. "El vino es para disfrutar y cuando elegimos uno o dos vinos para una comida lo que tenemos que hacer es pensar en lo mejor con lo que puede quedar. Si vamos a optar por mariscos, carne, el típico cardo, en las cosas que son típicas de aquí, debemos ser un poco cabales en los vinos que elegimos y disfrutarlos con una buena copa de cristal y así todo maridará perfectamente", explica.
En cuanto a terminar la comida con el típico brindis con cava, hay que tener en cuenta que "si vamos a mezclar varios vinos puede ser peligroso". "Yo optaría por toda la comida por un tipo de vino o por dos, en todo caso. Sin más", aconseja Baigorri. El problema, claro está, es que hay tanta variedad que es difícil resistirse a disfrutar de algunas cosas. Por ejemplo, de los vinos dulces, tan exquisitos, que se están haciendo en Rioja Alavesa.