Vitoria. A las bravas. Con un modus operandi fácil, pero efectivo. Con astucia. Y con violencia. Así actúa una banda que, imitando métodos muy usados en otros lares, como Colombia y Venezuela, intenta sacar beneficio en un sector poco tocado aún en este territorio: el del secuestro exprés. Sin embargo, su repertorio profesional se ha demostrado insuficiente, al menos, para escapar del trabajo policial. No en vano, la Ertzaintza ha podido dar con los componentes de esta organización delictiva y detener a dos de ellos, de 34 y 38 años, respectivamente, por su presunta implicación en un caso concreto ocurrido a mediados del pasado mes de septiembre en el barrio de Santa Lucía de la capital alavesa. Entonces, retuvieron contra su voluntad a un varón accediendo a él con documentación falsa que les acreditaba como agentes de la ley. Tras aplicar un grado de amenazas convincente le plantearon el negocio: te dejamos libre si tu pareja reúne 5.000 euros. En caso contrario, los posteriormente arrestados fueron claros y concisos, con amenazas de muerte hacia la víctima y sus seres queridos. La transacción les salió bien a medias. Tras recibir el dinero los hechos fueron puestos en conocimiento de la Ertzaintza, que hiló muy fino hasta estar segura de estar frente a viejos conocidos a los que habrían detenido, al menos, dos veces por hechos similares acaecidos en Vitoria. La operación policial sigue en marcha.
Según fuentes del Departamento vasco de Interior consultadas por este diario, las detenciones se efectuaron el lunes por la mañana. Los agentes que intervinieron en los arrestos imputaron a los sospechosos por delitos de detención ilegal y robo con violencia. Al parecer, los dos jóvenes abordados por la Policía, de nacionalidad española, tal y como ha podido conocer este rotativo, formarían parte de una banda con un radio de acción que se ceñiría en la capital alavesa. Además, uno de ellos, el sospechoso de 34 años, ya fue arrestado en agosto por hechos similares, circunstancia que pone en duda la acción de la Justicia, incapaz de retener a un sospechoso acusado de crímenes graves.
Sea como fuere, lo cierto es que la investigación de la Ertzaintza fue efectiva. Se puso en marcha nada más conocer los hechos. Éstos, según los datos aportados por la Policía autonómica, indican que los arrestados abordaron a la víctima en la calle. Bajo amenazas de muerte contra su familia, le conminaron para que les entregara una cierta cantidad de dinero. Ésa fue la primera fase del secuestro exprés. La segunda incluyó un ardid que delató a la banda al ser parte consustancial de su forma de actuar. No en vano, otros dos individuos se presentaron en la vivienda de la víctima donde, tras identificarse como policías ante la pareja del retenido, se apoderaron de unos cinco mil euros y diversas joyas.
Según especificaron portavoces de Interior, los hechos tuvieron lugar en la tarde del 16 de septiembre cuando la víctima transitaba por una calle del Santa Lucía. Entonces, dos individuos se aproximaron a él y le indicaron que eran policías mostrándole una placa. Seguidamente, le llevaron hasta un vehículo donde, una vez dentro, le taparon la cara con un gorro e iniciaron la marcha. Ambos, mediante amenazas de muerte contra él y su familia, le obligaron a llamar por teléfono a su compañera sentimental para que ésta hiciera entrega de todo el dinero que tenía en casa a otros dos agentes, los cuales se iban a presentar en breve allí.
Media hora después, los implicados recibieron una llamada telefónica, al parecer, de consumación del objetivo. Fue la señal convenida. Abandonaron al secuestrado en las inmediaciones de Agurain no sin antes recordarle las amenazas vertidas con anterioridad si avisaba a la Policía. Posteriormente, la víctima pudo comprobar que otros dos varones habían acudido a su domicilio y se habían apoderado de unos cinco mil euros y joyería valorada en alrededor de 500 euros tras conminar a su pareja, que se encontraba en el domicilio familiar acompañada por una menor. Estos encerraron a ambas en una habitación para registrar la vivienda.
Se da la circunstancia de que los dos detenidos cuentan con antecedentes policiales, uno de ellos -el de 34 años- con un historial de cinco arrestos anteriores, entre ellos por un caso de circunstancias parecidas ocurrido el pasado 25 de agosto en el paseo de Juan Pablo II de Zabalgana. En aquella ocasión, el arrestado, en compañía de otros tres individuos -de entre 18 y 40 años-, que también fueron detenidos, retuvieron a un joven al que amenazaron y agredieron para que les entregara una importante cantidad de dinero. Los implicados utilizaron un modus operandi similar al identificarse falsamente como policías y retenerle en un vehículo.
Tal y como se desprendió de las averiguaciones, los detenidos en aquel entonces -que podrían coincidir con los participantes en el secuestro de Santa Lucía- estaban relacionados con delitos de extorsión en el ámbito del narcotráfico, agresiones por encargo y robos con violencia. De hecho, dos de ellos contaban con ingresos en prisión - fueron arrestados el pasado año por un delito similar en Vitoria-. Entonces cometieron un robo con violencia mediante el uso de una pistola y volvieron a utilizar la misma artimaña de hacerse pasar por policías.
Según fuentes policiales consultadas, los integrantes de esta organización criminal se fijarían en ciertos individuos a los que localizarían en lugares concretos y a los que someterían a cierto grado de seguimiento, clave para el éxito de este tipo de secuestros. Esta técnica de retención ilegal reedita la mecánica de los secuestros, pero se ciñe a unos pocos días, incluso a unas pocas horas, con el fin de lograr una cantidad de dinero considerable aunque menor en comparación con otro tipo de posibilidades de forma rápida y sin necesidad de requerir infraestructuras para mantener oculta a la víctima, a la que coaccionan y liberan tras atormentarla para que pague a los autores una pequeña fortuna a cambio de su integridad física.