Vitoria. En la apertura de curso la consejera de Educación, Isabel Celaá, afirmó: "El trilingüismo ya no tiene vuelta atrás en el proceso de renovación del sistema educativo vasco". Y quizá no tenga vuelta atrás e, incluso, no debería tenerla para que los estudiantes del mañana consigan lo que generaciones enteras de vascos no han logrado antes: salir del colegio sabiendo inglés (además de euskera y castellano). El 81% de las familias así lo quiere y la lógica de este mundo global hasta lo impone. Nadie en su sano juicio -ni aquellos que han mostrado abiertamente sus reticencias por la falta de solvencia del experimento trilingüe del Gobierno López- se opone a dar un paso más en favor de la enseñanza de inglés.
¿Será el curso que viene como pretende Celaá? Más aún, ¿el nuevo marco educativo será el concebido por Celaá? Parece difícil. Y no porque se vaya a producir un eventual cambio de Gobierno tras las elecciones del 21-O o por otras cuestiones de índole técnica y de consenso básico. No, porque no hay docentes suficientes que sepan inglés. Según datos oficiales del Gobierno Vasco a los que ha tenido acceso DNA, de los 20.927 docentes dependientes del Departamento de Educación únicamente 882 tienen el título C1 de inglés (el equivalente al EGA o al PL2 de euskera para docentes). En Euskadi hay unos 1.064 colegios, de los que 702 son públicos. Ello deja un saldo de 1,2 profesores con C1 de inglés por cada colegio para impartir Matemáticas en inglés o Filosofía e Historia en inglés, en todas las clases y en todos los cursos, además de la asignatura de Inglés.
A 25 de junio de este año, solo el 4,21% del profesorado de Primaria y Secundaria ha acreditado un nivel de inglés equivalente al que la Administración vasca exige en euskera. Se trata de un porcentaje discreto si se toma en cuenta que este es ya el tercer y último curso de la experimentación del Marco de Educación Trilingüe (MET) y que se han invertido tres millones de euros en el plan de formación del profesorado. Además, el pasado mes de mayo el Gobierno Vasco aprobó un decreto para facilitar a los docentes la homologación de títulos ajenos a la Escuela Oficial de Idiomas sin pasar por el examen, como los que ofrece la universidad de Cambridge. La consejera justificó la medida, diciendo que la nueva norma "acaba con una situación injusta y evita que los profesores pierdan tiempo y dinero en hacer nuevos exámenes cuando posean titulaciones con todas las garantías".
El B2 es insuficiente A día de hoy, la normativa estatal (LOE) establece que el nivel necesario para dar clases en otros idiomas es el B2 de inglés o First certificate (el equivalente al PL1 de euskera para docentes). Contra el criterio del Consejo Escolar de Euskadi, máximo órgano de representación de la comunidad educativa, la titular vasca de Educación adoptó ese nivel. Celaá determinó que el profesorado que imparta materias en una lengua extranjera debe contar con una titulación igual o superior al B2 del Marco Común Europeo de Referencia de las Lenguas, o en el caso de Primaria, estar en posesión de una habilitación en inglés.
Para el Consejo escolar este nivel es insuficiente y así se lo expresó a Celaá en el demoledor dictamen del 17 de noviembre de 2011. En el escrito, este órgano consultivo del Gobierno concluyó que "el nivel óptimo para poder enseñar áreas o materias en lengua extranjera es el C1, tal y como sucede con el euskera". Esta observación no es gratuita. No en vano, se da la paradoja de que el Departamento de Educación exige a los docentes que van a dar su materia en inglés -por ejemplo Química- el mismo nivel de inglés que debe alcanzar un chaval al acabar la Secundaria (16 años) según el marco europeo.
Para las familias de la escuela pública (EHIGE) no es lógico que el nivel que debe de conseguir el alumnado sea el mismo que tienen sus profesores. Opinan que la capacitación lingüística de los docentes debe ser mucho más alta, la suficiente como para impartir una materia en inglés. Fuentes consultadas apuntan a que la consejera quizá haya lanzado su modelo trilingüe sin fijar los objetivos lingüísticos en las distintas etapas, precisamente, para no dejar al descubierto esta situación que bien podría calificarse de kafkiana.
Además, un órgano nada sospechoso de parcialidad, el Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa (ISEI-IVEI) ya alertó sobre este handicap del sistema educativo. En su informe sobre el trilingüismo en Secundaria (2007) -único en la materia- el ISEI-IVEI advirtió de que "es necesario asegurar un número suficiente de personas con una alta competencia profesional tanto desde el punto de vista lingüístico como metodológico".
Cuatro profesores por centro En cualquier caso, la experiencia piloto que la consejera de Educación pretende generalizar a todo el sistema educativo el curso 2013-2014 es el que es. Y si no sufre cambios en su tramitación, el nivel mínimo que debe acreditar el profesorado es el B2. ¿El año que viene los colegios podrán impartir 5 horas semanales en inglés en Primaria y 6 en Secundaria? Los datos hablan por sí solos. Según la información oficial del Departamento de Educación a la que ha accedido este periódico, en la actualidad de los 11.110 profesores de Primaria, 1.447 tienen B2 (el 13,5%). El porcentaje es aún más bajo en Secundaria. En base a la estadística oficial, de los 9.817 profesores de ESO solo 606 tienen el B2 (el 6,1%). Entre Primaria y Secundaria, un total de 2.053 docentes han acreditado el nivel exigido por Celaá, lo que supone menos del 10% (9,8%). Por tanto, cada centro público contaría con 3 profesores con el B2 para dar en todas las clases y en todos los niveles entre 5 y 6 horas en inglés.
Incluso si se sumase el personal que tiene C1 y B2 las cuentas no salen. No salen, si lo que se pretende es que el modelo trilingüe tenga algún tipo de garantía de éxito. No en vano, tocaría a cuatro maestros con inglés por centro escolar, en los que normalmente hay cientos de niños y decenas de clases de distintos cursos.
Este es el panorama de la pública, porque nadie sabe cuál es la situación en la red concertada, que este curso va a recibir una partida de 731.989 euros para aplicar el MET. De este modo, en la red pública hay en total 2.831 docentes que saben inglés, unos con nivel avanzado y otros con lo que los expertos denominan un dominio operativo eficaz (C1). Esto es, el 13%. El resto, la inmensa mayoría, no tiene ningún tipo de título y los menos (el 2%) han acreditado algún nivel inicial de inglés.
Este curso hay 12.000 estudiantes de Primaria y ESO en 118 centros adheridos al piloto del MET que tienen un proyecto de centro ad hoc, personal cualificado, flexibilidad a la hora de aplicar la distribución horaria de los tres idiomas establecidas por ley, una subvención de entre 2.000 y 3.000 euros y horas para el coordinador del proyecto. Hasta ahí ha llegado la experimentación del trilingüismo del Gobierno López. No hay ni rastro de los resultados de la evaluación realizada a 63 grupos de los 40 centros que comenzaron el piloto en 2011 y que la consejera se comprometió a presentar a principios de 2012. El nuevo plazo dado por la consejera: a lo largo de este curso.
¿Es responsable llevar el trilingüismo a 200.000 escolares el curso 2013-14 con estos mimbres? Si bien el fin de convertir la escuela en un entorno trilingüe -incluso multilingüe- es deseable, todo apunta a que la consejera socialista o el próximo Gobierno Vasco está obligado a repensar el futuro marco con el que se pretende superar el actual sistema de modelos lingüísticos: A (castellano), B (bilingüe) y D (euskera).
Fuentes del sector apuntan que antes de dar el siguiente paso, el próximo Gobierno debería diseñar y acompañar financieramente un plan estructural de formación lingüística del profesorado. En segundo término, fijar los objetivos lingüísticos que debe alcanzar el alumnado al final de cada una de las etapas en cada uno de los idiomas, ya que consideran que el principal problema del sistema no es que lo chavales no sepan inglés, sino que aún no está garantizado el bilingüismo. Por último también piden consenso.