Un año más para exigir el cierre de Garoña, un año menos para que esta reivindicación se haga realidad. La Coordinadora contra Garoña volvió a organizar ayer la marcha desde Barcina del Barco, en Burgos, hasta las puertas de la central nuclear. El reciente anuncio del Gobierno central, afirmando de que no moverá ficha una vez expirado el plazo para la prórroga de la central, no afectó a la convocatoria pero sí a su ánimo. Era de celebración. En el aire queda la pregunta de si ésta será la última marcha frente a la planta. Porque, si los plazos y las previsiones siguen adelante, el recinto debería cesar su actividad en torno a julio de 2013.

El futuro de Garoña ha vuelto a dar un vuelco esta pasada semana. El viernes, la vicepresidenta del Gobierno, la popular Soraya Sáenz de Santamaría, confirmó que la concesionaria al frente de la central, Nuclenor -las propietarias son Iberdola y Endesa, al 50%- habían dejado expirar el plazo para, formalmente, solicitar que la vida de la planta -su construcción terminó en 1970 y su producción arrancó en 1971, por lo que es la central en activo más antigua del país- volviera a estirarse. Desde Nuclenor atribuyeron esta decisión a la "incertidumbre regulatoria". Desde Ekologistak Martxan, mientras, entendieron esta actitud como un pulso para lograr "condiciones fiscales ventajosas". Pero esta vez ha habido un giro de tuerca. El Consejo de Seguridad Nuclear recomendó, por razones técnicas, no prorrogar la vida de Garoña, y desde Madrid vinieron a decir que no será el Gobierno quien defienda su continuidad.

Este cruce de reproches al final puede devenir en el cierre de Garoña. De hecho, las diferentes asociaciones ecologistas, formaciones políticas y personalidades que ayer acudieron a esta concentración en Burgos mantienen la esperanza, pero también la precaución. Entidades como Ekologistak Martxan, Eguzki o Greenpeace recordaron anteayer que la central ha conseguido mantenerse activa a pesar de las críticas ecologistas sobre su seguridad. Pero aún no quieren apagar la alarma. Porque, por ejemplo, una orden ministerial podría cambiar esta situación.

De ahí que la comitiva, que rozó ayer las mil personas, volviera a partir de Barcina del Barco. Se fletaron autobuses desde Vitoria -en la convocatoria se recordaba que la ciudad está a 45 kilómetros de Garoña-, Bilbao -unos 60 kilómetros- o Logroño -70 kilómetros- para convertir este recorrido en un clamor, con lemas como "¡Garoña, cierre ya!". Los participantes, que pidieron una bajada de persiana inmediata, incluso brindaron con champán por que esta meta está más cerca. Y confiaron en que no quede como un brindis al sol.