Vitoria. Sólo caben dos opiniones en torno a los denominados hallazgos excepcionales de Iruña Veleia, aquellos que presuntamente ponían patas arriba la historia de la expansión del cristianismo y los orígenes del euskera. Hay quien cree que los grafitos son verdaderos y que no se ha hecho todo lo científicamente posible para avalar su veracidad, y quien asegura que si bien el soporte sobre el que se efectuaron las inscripciones es auténtico, los grafitos son falsos. Julio Núñez, actual director del enclave y miembro de la comisión que investigó lo ocurrido con las piezas de la polémica, lo tiene claro.

"Los análisis que se hicieron, físicos, químicos, biológicos, epigráficos, iconográficos... Sumados a los estudios llevados a cabo por los mejores expertos en euskera, arrojaron como resultado, sin ningún tipo de duda, que nada de todo aquello tiene ningún sentido. Simplemente, es imposible", afirma. "No acusamos a nadie de lo ocurrido, obviamente, pero es que lo que se ha planteado carece de lógica y no es necesario que se realicen más estudios para concluir algo que ya sabemos", añade. Su grado de convencimiento en la falsedad de las ostracas es, actualmente, "del 100%". "El que hizo esos grafitos no sabía latín", resume.

Tanto la Comisión por el Esclarecimiento de Iruña Veleia como SOS Iruña Veleia, plataformas ciudadanas creadas para tratar de arrojar luz sobre estos asuntos, han venido solicitando en los últimos tiempos la realización de pruebas de arqueometría para determinar de una vez por todas si las piezas son verdaderas o no. "La arqueometría es otra cosa, un trabajo que abarca muchísimas posibilidades de analítica. Nosotros la practicamos desde la década de los años 90 y por ello podemos afirmar que lo que plantean no es posible. Es más, la única alternativa que se me ocurrió que podíamos aplicar y que consistía en medir las incisiones mediante un microscopio especial que permite distinguir centésimas de micra, fue desechada. Me dijeron que, tal y como están las cosas, inmersas en un proceso judicial, podría ser considerado una manipulación de las pruebas", relata Núñez.

Sin otras posibilidades El experto desgrana que "lo único que se puede hacer es datar las piezas y para eso basta con un examen de un arqueólogo profesional". Asegura que la determinación de la edad de los grafitos, lamentablemente, hoy por hoy no se halla al alcance de la ciencia. "No existe una técnica en todo el mundo que permita hacer eso", lamenta.

Las incorrecciones a las que alude tienen que ver, fundamentalmente, con el contenido de los escritos. Aunque no es el único aspecto que despertó suspicacias en su día, ya que algunas de las incisiones resultan extraordinariamente finas, "tanto como si se hubieran realizado con un escalpelo". En cuanto a las palabras descubiertas, Julio Núñez insiste en las cuestiones inverosímiles. "En una pieza aparece escrito RIP. Eso es imposible. A nivel de iconografía hay cosas absolutamente horrendas, pero los principales problemas son filológicos", insiste. Para ahondar en este asunto, apunta otros ejemplos como la aparición de la palabra cuore, en italiano moderno, o el nombre Nefertiti, un nombre que empezó a usarse en el siglo XX.

"Hay otros nombres de los que aparecen que también son del siglo pasado. Y no lo digo yo, lo dice la Enciclopedia Onomástica de Oxford. Muchas de estas piezas pertenecen a contextos que se suponían cerrados y si encuentran una anomalía en un contexto cerrado... Hay que revisarlo. Nos toca ser un poco policías en ese sentido".

Núñez evita citar nombres concretos, pero cuando se le pregunta por el papel jugado por el anterior director del yacimiento, Eliseo Gil, recuerda que "en la última reunión que se mantuvo con Eliseo Gil se le dio la oportunidad de defenderse y él se levantó y dijo que no era ni el momento ni el lugar". "Eso es todo lo que dijo ", apostilla.