GASTEIZ. La directora del Instituto Vasco de la Mujer, María Silvestre, ha presentado hoy las conclusiones del estudio"La autonomía de las mujeres mayores en Euskadi y su contribución a los procesos de empoderamiento" junto al autor del trabajo, Marce Masa.

El documento revela que las mujeres vascas de 65 y más años tienen un grado de autonomía personal elevado y quieren seguir estando individual y socialmente activas.

En este sentido, el declive de la salud y la pérdida de movilidad son aspectos que preocupan a este colectivo porque eso les llevaría a perder su autonomía individual.

Por ello, son personas que tienden a querer vivir de manera independiente en sus casas hasta que ya no se pueden valer por sí mismas.

De hecho, el estudio refleja que un 40 por ciento de las mujeres de 75 años o más viven solas y un 21,1 por ciento en el caso de las de 65 a 74 años.

Dentro de sus hogares, incluso cuando viven en pareja, ellas son las gestoras de los ingresos familiares (9 de cada 10).

El hecho de cumplir los 65 años no supone para este colectivo un cambio en su trayectoria biográfica, aunque la mayoría disponen de más tiempo para sí mismas.

Sin embargo, no es un tiempo conquistado, derivado de una estrategia de empoderamiento individual, sino que se debe a que han quedado liberadas de otras obligaciones (trabajo, familia, pareja).

El estudio, que ha sido elaborado a partir de 600 entrevistas individuales en hogares, recoge también la importancia de estas mujeres en el proceso de empoderamiento de sus hijas y nietas.

El director de este trabajo ha utilizado el término "revolución silenciosa" para referirse a la transmisión que hacen estas mujeres a las nuevas generaciones de la importancia de que tengan mayor autonomía integral.

El hecho es que este colectivo hace más por el empoderamiento de otras mujeres que por el suyo propio, ha subrayado.

Para ellas es muy importante que sus hijas y nietas tengan presencia en el mercado laboral porque es una conquista que reporta reconocimiento social y también autonomía económica.

En las conversaciones con estas 600 mujeres que han participado en la encuesta se observa que echan en falta un empoderamiento social porque el trabajo que ellas hacen dentro del hogar y de la familia no está tan reconocido como el remunerado, ha indicado Masa.

Por eso, no quieren que las nuevas generaciones de mujeres de su familia dependan económicamente de nadie.