Vitoria. La juventud vasca, quizá la más cualificada de la historia, intenta encontrar la luz al final del túnel del desempleo, pero no le está resultando tarea sencilla, ni mucho menos. Según el último estudio elaborado por el Observatorio de la Juventud, dependiente del Departamento vasco de Cultura, casi la mitad de los jóvenes de la CAV de entre 16 y 34 años no está trabajando en la actualidad y, de los que sí tienen empleo (un 49%), nada menos que el 21% teme perderlo en un año. Un 18% del total sufre la lacra del paro, mientras que un 31% estudia.

El hecho de que para elaborar este informe se haya ampliado la edad máxima de una persona joven hasta esos 34 años debido a que la emancipación se produce de media en Euskadi a los 30 aporta buenas pistas sobre la situación en la que, por lo general, se encuentra este sector de la población. Los propios responsables de la elaboración del estudio lo remarcaron ayer en Bilbao durante su presentación, haciendo hincapié en tres aspectos clave: "La precariedad laboral, el alargamiento del periodo formativo y la carestía de la vivienda" inciden decisivamente en esa inusual tardanza para abandonar el nido de los progenitores.

Y eso que, según el informe, ocho de cada diez jóvenes vascos tienen ya algún tipo de experiencia laboral y para el 56% el acceso a su primer trabajo remunerado tuvo lugar antes de finalizar los estudios. El modo de acceso más frecuente a ese primer empleo es a través de los familiares y los amigos, en un 41% de los casos, por sólo un 30% de la búsqueda personal directa.

Aunque prácticamente duplica al ínfimo salario mínimo interprofesional fijado en el Estado, poco más de 640 euros al mes, la cuantía neta que los jóvenes trabajadores vascos perciben a cambio de realizar su labor es manifiestamente mejorable: 1.116 euros al mes. Los hombres, quienes tienen estudios superiores y los que trabajan en el territorio de Gipuzkoa superan esa media. Pese a todo, la principal fuente de ingresos para el 36% de la juventud vasca es la propia familia. El 10% de quienes tienen entre 30 y 34 depende exclusivamente de ella.

Con los datos en la mano, no es de extrañar que el sueldo sea una de las variables con las que menos satisfecha se encuentra la juventud vasca que trabaja: Poco más de la mitad, un 53%, considera que su empleo está bien pagado y esa tasa llega a reducirse hasta el 49% entre las mujeres.

La situación del empleo femenino merece una mención aparte. Aunque las féminas presentan menos paro que los hombres, tienen unas peores condiciones laborales que se plasman, por ejemplo, en que cobran casi 200 euros mensuales menos de media, trabajan más sin contrato y a jornada parcial por obligaciones familiares, tienen menos disposición hacia el autoempleo y la movilidad geográfica o se muestran más dispuestas que ellos a aceptar trabajos de categoría y salario inferiores a su cualificación.

búsqueda intensiva De vuelta a la situación general, el 73% de los jóvenes vascos que se encuentran en el paro han buscado activamente empleo durante los tres últimos meses y acumulan una media de nueve meses en esta tesitura. La mayor parte cree "poco o nada probable" encontrar un empleo en el plazo de seis meses. Y en consecuencia, el informe da cuenta de dos datos que dan mucho que pensar sobre las características del mercado: El 44% de los jóvenes vascos estarían dispuestos a salir al extranjero a trabajar, prácticamente todos "a cualquier parte del mundo", y un 88% aceptaría un empleo que supusiese un cambio de profesión u oficio. A pesar de estas dificultades, tres de cada cuatro chavales no se plantean la posibilidad de apostar por el autoempleo.

Entre las características que pueden definir a un trabajo concreto la estabilidad es la más valorada tanto por quienes trabajan como por quienes se encuentran en situación de desempleo. Esa estabilidad es mayor en Gipuzkoa, donde más de la mitad de la población joven que tiene empleo lleva más de tres años en su puesto.

Según los datos recogidos por el Observatorio, ocho de cada diez jóvenes que trabajan en la CAV lo hacen en la empresa privada, un 6% en la Administración y el mismo porcentaje en empresas públicas. Las mujeres destacan por su mayor presencia en la Administración y la empresa pública respecto a ellos y por ser las únicas empleadas en el servicio doméstico.