Vitoria. Cuatro mil raciones de txoripan darán la bienvenida mañana a los alaveses que desafíen al cielo y suban a las campas de Armentia para conmemorar la fiesta de San Prudencio. El Talo, Lankide y DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ofrecerán una degustación a propios y extraños para dar un respiro a una iniciativa ciudadana sacudida en los últimos años por la crisis económica. Bizitza Berria, que atiende a personas sin hogar ni un entorno familiar al que acudir, será la asociación que recibirá los fondos recaudados en una iniciativa que, por su carácter solidario, es doblemente sabrosa.

Como explica Óscar, responsable de El Talo, desde primera hora los voluntarios implicados en la tarea de alimentar a los alaveses desplazados hasta Armentia se volcarán en la organización del puesto en el que, junto a la basílica y a partir de las 11.30 horas, se distribuirán los txoripanes. Bien regado con sidra, cerveza o agua, cuando la lluvia obliga a coger el coche para acercarse a las campas, el nutritivo producto se ha convertido en una tradición no tan arraigada como los caracoles, las rosquillas o los perretxikos, pero que ayuda a echar una mano a los que más lo necesitan. En este caso, los beneficiarios serán las alrededor de 60 personas a las que asiste Bizitza Berria, que prácticamente desde su puesta en marcha se mueve entre la incertidumbre por la escasez de las ayudas públicas y la ilusión ante el apoyo social que ha recabado en estos años.

Como explica su responsable, Sergio Hinojal, el dinero que entreguen los alaveses a cambio del hamaiketako -un euro más la voluntad- irá a parar "a todos los programas de la asociación", afectados por "una situación complicada". Así, la educación de calle, el Hogar Betoño, el centro de día y las viviendas en las que las personas desarraigadas y sin techo inician el proceso para recuperar su autonomía se beneficiarán por una iniciativa que da a los alaveses la oportunidad de actuar de forma activa contra la exclusión social.

en riesgo de exclusión Bizitza Berria trabaja con personas solas que, muchas veces con problemas de adicciones "y cinco o diez años en esta situación", han tocado fondo y no tienen cabida en los servicios sociales institucionales. En los últimos tiempos, sin embargo, a la asociación también acuden personas que, por haber perdido su trabajo y no tener nadie cercano a quien recurrir, se encuentran en peligro de acabar en la calle.