uno de los primeros actos celebrados dentro del programa del XVIII Congreso Nacional de la Cocina de Autor que organiza el restaurante Zaldiaran de Vitoria, ha consistido en rendir homenaje a una persona que, como todo el mundo coincide en señalar, es historia viva del vino. Mariano García estuvo durante tres décadas ligado al mito de Vega Sicilia y luego voló en solitario. O mejor dicho, acompañado por su familia en Bodegas Mauro. Sin embargo, su entrega al vino le hizo afrontar nuevos retos e, incluso ahora, tiene varios proyectos en cartera.

Nacido entre viñedos, estaba predestinado a ser uno de los enólogos más reconocidos. "El vino era el entorno de la familia", recuerda. Luego viajó a Madrid para estudiar y escogió la rama que las vides le indicaban. "Algo hay en el vino que, sin querer, te marca y te gusta".

Buscó un futuro creativo y ligado a la tierra. Acabada la etapa académica, regresó a Tudela de Duero y dio sus primeros pasos en Vega Sicilia en 1968. "Aquella fue mi primera cosecha. Por aquel entonces, la profesión de enólogo no era como es ahora. Estábamos cuatro pirados que querían hacer algo distinto", rememora. Hasta el año 1998 permaneció ligado a aquellas bodegas, a las que aportó fama y calidad.

Sin embargo, ya en 1978, mientras desempeñaba su labor en Vega Sicilia, dio comienzo el germen de algo que con el tiempo se convertiría en su segunda historia de éxito. En aquella fecha, un amigo suyo poseedor de unas viñas que estaba a punto de arrancar, le animó a ocuparse de ellas. "Me dijo que me quedara con unas cuantas hectáreas y le dije que sí. No sé si compré las viñas para hacer el vino que quería hacer o si una vez que tuve las viñas no me quedó más remedio que elaborar el vino", explica. Sea como fuere, en 1978 alquiló una bodega y sacó al mercado sus primeras 5.000 botellas de Mauro. En 1980 adquirió un caserón y el proyecto creció hasta que en 1998 cobró vuelo empresarial.

Estando en Mauro, en 1994, la inquietud le llevó hasta Toro, donde arrancó otra de sus ideas. Fundó la bodega San Román, recicló los viñedos, buscó las fechas de vendimia óptimas y refinó los caldos. "En 1998 sacamos la primera cosecha de San Román y aún estamos en proceso de consolidación. No queremos volvernos locos ni hacer nada faraónico. Vamos poco a poco", aclara.

Pero la historia de este enólogo de talento no se detiene. "Hay un pequeño proyecto en El Bierzo de la uva mencía. Es un reto pequeñito pero complejo, ya que hay que lograr un vino de calidad y con personalidad y estilo. También estoy en Aalto, la bodega de Ribera de Duero, que empecé en 1998 y que es un proyecto muy serio que está avanzando sobre todo en el exterior. También tengo otro proyecto de blanco, pero que hay que hacerlo bien, con pocas botellas, en la zona de Valdeorras". Trabajador incansable.