vitoria. Si hoy en día se pregunta a la mayoría de las familias cómo se llama su pescadero, carnicero o charcutero probablemente le dirán que no lo saben o que lo etiquetado en sus envases responde a la marca de una gran multinacional. Atrás quedaron los tiempos en los que ir a la compra suponía casi tanto como tomar un café con los amigos o formar parte de ese particular Radio Patio que le mantenía a uno al día de lo sucedido en el barrio. En la actualidad, según la última encuesta elaborada por el gabinete de estudios y estadísticas del Ayuntamiento de Vitoria mercados y galerías sólo captan la preferencia de poco más del 6% de las familias vitorianas. Un dato que explica en gran medida porque éste es ya un modelo en peligro de extinción y por qué cuando se entra en alguno de los supervivientes en la capital alavesa recuerda más a un pueblo fantasma que a un centro en ebullición.

modelo anónimo La aparición de los establecimientos de grandes superficies en los barrios y de los centros comerciales ha llevado a que muchos de estos mercados formen ya parte del recuerdo y que su futuro se augure más bien incierto. Y es que algunos de estos espacios no cuentan ya apenas con la mitad de sus locales abiertos y, muchos de ellos, piensan en clave de futuro y buscan tiendas fuera para dar un nuevo tirón a su actividad como ha sucedido, por ejemplo, en el mercado de Gorbea-Zaldiaran donde los comerciantes asumen que los días allí están contados, en gran medida, porque los dueños así lo han decidido con el abandono del corredor llevado a cabo en la práctica.

Algún rayo de esperanza mantienen, por ejemplo, en el de Aldabe donde la llegada de un público inmigrante, unido a un sector de población de más edad que prefiere el trato con el mercado tradicional ha dado vida en los últimos tiempos a este espacio.

A pesar de ésta y alguna otra excepción, el sector sigue lamentando la competencia que las grandes superficies supone para su actividad. El cambio de hábitos ligado a una sociedad más consumista y con menos tiempo y menor interés por emplearlo en la elaboración de este tipo de actividades ha llevado a que el consumo se aleje del comercio tradicional. Las consecuencias ya se están notando. Cada vez son menos las pequeñas tiendas de barrio y más los vecinos que no se conocen. Porque Radio Patio está a punto de echar la persiana.